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EL FACTOR COSTEÑO

Fuad Char no es sólo el favorito de las encuestas para el Senado. Por su doble condición de costeño y empresario está en el abanico de los vicepresidenciables.

14 de marzo de 1994

EN UN PAIS DE ORADORES ES SORPRENdente que quien encabece las encuestas para el Senado de la República y figure como uno de los candidatos al Congreso con mayores opciones de convertirse en un gran elector, sea un hombre silencioso que casi no da entrevistas ni echa discursos. Es el caso del dirigente barranquillero Fuad Char Abdala, quien al meterse hace cuatro años a hacer política cambió de un solo golpe la ecuación electoral en la Costa Atlántica al desplazar del liderazgo a los viejos coroneles que habían dominado el panorama electoral costeño por varias décadas.
El favoritismo de Char está medido en una encuesta recientemente divulgada pór el Centro Nacional de Consultoría, que lo coloca a la cabeza con un 3 por ciento de las intenciones de voto. Ese porcentaje lo convierte en uno de los pocos aspirantes al Senado con real capacidad de elegir un segundo renglón e incluso de pelear un tercero. ¿A qué obedece tanta popularidad de un hombre tan introvertido y de tan pocas palabras? Hay una explicación. En una región donde todo el mundo cree que buena parte de los políticos llega a robar, el raciocinio costeño es que Char tiene tanta plata que no necesita robarse un peso.
Este hombre de 55 años es el hijo mayor de un comerciante libanés que se estableció en Barranquilla en la primera mitad del siglo y que desde una modesta farmacia en la Calle de las Vacas consolidó, a fuerza de trabajo y sacrificio, uno de los emporios económicos más grandes del país: la cadena de Supertiendas y Droguerías Olímpicas. Esta empresa ocupó el año pasado el puesto 16 entre las 100 más grandes del país con ventas superiores a los 165.000 millones de pesos. Pero si su padre se limitó a construir un emporio industrial, su hijo no se contentó con consolidarlo: el bicho de la política lo picó desde cuando Belisario Betancur lo nombró gobernador del Atlántico. De allí saltó al Ministerio de Desarrollo y luego, en 1990, al Senado.
Pero Char es mucho más que un exitoso empresario metido a exitoso político. Es, además, dueño del Junior de Barranquilla, que acaba de ganar el campeonato profesional y que se prepara para la Copa Libertadores. Esto es quizá lo más importante para la gente, que se apasiona mucho más con el fútbol que con la política o los negocios. Consciente de ello, Char debió desmontar la venta de varios de sus jugadores, entre ellos Carlos 'el Pibe' Valderrama, pues desmantelar al Junior hubiera podido costarle puntos de su actual popularidad política. Una popularidad tan sólida que algunos creen que podría, con su doble perfil de costeño y de hombre del sector privado, convertirse en una posibilidad de los liberales para la vicepresidencia.