Home

Gente

Artículo

EL HOMBRE SHOW

Sin ventajas en la línea de partida, Jorge Barón corona 40 años de esfuerzo.

24 de abril de 1989

En los salones del Gun Club, en días pasados, Jorge Barón convirtió en realidad el último de sus sueños: lanzar ante sus distinguidos invitados el libro que, con letras doradas y repujadas en la carátula, relata sus "primeros 40 años".

La biografía de Jorge Barón llama la atención por dos cosas. Primero, porque en Colombia nadie escribe ni lee autobiografías desde la de Fernando Mazuera, hace 25 años. Y segundo, porque a simple vista Jorge Barón no es un personaje lo suficientemente importante como para que se publiquen sus memorias. Curiosamente, es en esto donde radica el interés del libro. No se trata de la vida de un importante politico ni la de un aristócrata de la Sabana, tampoco la del creador de una inmensa fortuna ni la de un tamoso personaje de la farándula.
Se trata del éxito de un colombiano promedio. Un hombre que nació sin ninguna ventaja en la línea de partida y que solamente con base en su talento y tenacidad, llegó.

La vida de Jorge Barón puede resumirse en dos elementos: superación y arribismo. La primera, sin duda, lo honra. Es la historia de un muchacho provinciano que llega a la gran ciudad y sin más apoyo que su esfuerzo y tesón logra convertirse en un hombre rico y famoso. Y aunque puede que la alta sociedad no lo considere asi, él representa lo que el 90% de los colombianos anhelaría que pasara con su vida. No será tan rico como Julio Mario Santodomingo, pero sí un hombre acomodado que ha resuelto darle a sus hijos -los tres Jorges todo lo que él no tuvo en su infancia y más de lo que los hijos de muchos colombianos pudieran soñar. Y si bien no es tan famoso como Pacheco, no existe en este momento en Colombia quien no sepa quién es Jorge Barón.

Para el colombiano raso, Jorge Barón es un triunfador. El protagonista de una historia de superación. Lo que los gringos llaman un self-made-man.
Y el propósito al escribir su libro es explicar dos cosas: de dónde vino y a dónde llegó. La primera muestra el largo camino recorrido por un estudiante pobre que sueña con pararse detrás de un micrófono ante el público. Un joven con visión y ambición, que de ser el mensajero de Julio E. Sánchez Vanegas pasa a convertirse en un programador de televisión dueño de uno los los primeros estudios de grabación que hubo en Colombia. La segunda, que es donde sale a flote el arribismo, es el testimonio de quien además de una meta ha vivido con la obsesión de llegar a ser alguien. Del joven que con su noticia en el parque Nacional dibujó hace muchos años el emblema de lo que llegaría a ser su empresa, cambiando la V de su apellido por una B, y que desde entonces ya veia colocado en la tachada de un gran edificio.

Por ello, más que una filosofía de vida, las páginas del libro recogen anécdotas y recuerdos personales, el agradecimiento a aquellas personas que le tendieron la mano y el registro pormenorizado de sus logros y de los reconocimientos y premios recibidos por quien ha sentido el halago de los aplausos y se ha convertido en el idolo de la colonia colombiana en Nueva York, a donde hoy llega, en limousina, al hotel Waldorf Astoria. Ese estilo de vida de quienes nacieron con cuchara de plata en la boca manejan con discreción, es descrito en detalle con cierta ingenuidad por un hombre que, orgulloso de todo lo que ha logrado obtener en la vida, no tiene ningún pudor en compartirlo. Sobre todo si se tiene en cuenta que es dinero hecho honestamente, en épocas en las que pocas fortunas nuevas pueden reclamar este título. Se trata, sin duda de un vendedor por excelencia y un colonizador del mundo del espectáculo. Y si bien su libro es criticable por cuanto no es más que el premio que él mismo se ha concedido a su esfuerzo una cosa es cierta: a pesar de los comerciales que sobre la obra han hecho algunos políticos y del prólogo del ex presidente Belisario Betancur, se trata del testimonio de un éxito logrado sin padrinos. -