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EL OCASO DEL PODER

DESPUES DE SER UNO DE LOS HOMBRES MAS PODEROSOS DEL PLANETA, MIJAIL GORBACHOV TIENE QUE REBUSCARSE LA VIDA COMO CUALQUIER RUSO.

27 de abril de 1992

CUANDO EN 1985, el lunar en la frente de Mijail Gorbachov sobresalió por primera vez dentro del grupo de dirigentes de la entonces Unión Soviética, su nombre era apenas conocido por los expertos en la política rusa. Venía de hacer parte del Comité Central del Partido Comunista en el área agropecuaria y aunque pronto inició el camino de las reformas, nadie imaginó en ese momento que en escasos cinco años iba a cambiar el mundo.
Cayeron muros, se abrieron fronteras, se desataron pueblos y el ajedrez mundial tuvo el mayor cambio pacífico de la historia reciente. El sismo que él mismo desató selló también la suerte personal de Gorbachov, y la fuerza de la historia en la que confiaron tanto sus antecesores, lo arrastró implacable del sillón del Kremlin a un modesto apartamento en la calle Kosigyn del barrio Vorobiovi en Moscú.
No es que le falten comodidades, pues de "herencia" recibió dos automóviles y una dacha en las afueras, y es cuidado por una docena de guardaespaldas. Allí vive hoy con su esposa Raisa saboreando un discreto anonimato que no está exento del temor de que la fiera hoy suelta que desató su perestroika, se detenga a pedirle cuentas. De hecho, la semana pasada fue señalado dentro de una investigación que se adelanta sobre el destino que sufrieron los fondos del Partido Comunista durante su gestión.
Así las cosas, Gorbachov no sólo ha quedado aislado del proceso que él mismo desató, sino que su nombre puede ser el blanco más deseado quien sea para la nueva sociedad rusa que necesita purgar sus culpas o para un coletazo del viejo régimen. En una entrevista a primera concedida al periodista ruso Basile Gregoriev, Gorbachov no descarta la posibilidad de que el comunismo resucite y, por lo contrario, cree que puede suceder "como en aquella parábola que dice que cuando se corta una cabeza, brotan dos más".
Ahora que no tiene prisas, dedica su tiempo a poner sobre el papel sus experiencias en el poder. No sólo está dedicado a escribir columnas sindicalizadas para Los Angeles Times, sino que está terminando su último libro que saldrá bajo el título de "El colapso en la Unión Soviética: mi punto de vista". Eso resultaría normal en cualquier estadista retirado. Pero lo que sorprendió al mundo es que quien fuera uno de los hombres más poderosos del planeta no escribe solamente como hobby o para dejar sentada su propia versión para la historia, sino por la prosaica necesidad de ganar plata. La razón es que Gorbachov se gana una pensión de cuatro mil rublos que en otras épocas hubiera sido una suma alta para los promedios rusos, pero hoy no llega a alcanzar la suma ridícula de seis dólares al mes.
Hace poco estuvo en Alemania, en donde lo recibieron todavía como a un héroe con pancartas que decían: " Gorby, no olvidaremos lo que hiciste por nosotros". Entrevistado por los periodistas, Gorbachov confesó que parte del motivo de su viaje era cerrar una negociación con una editoral alemana por una cifra de seis números en marcos alemanes, por la sencilla razón de que necesita con urgencia el dinero.
Su apartamento está saturado con sus múltiples documentos y sus 20 mil libros y allí Gorbachov, sabiéndose testigo excepcional de un proceso que condujo su mano pero sobre el cual ya no tiene control, dijo a su entrevistador: " El país se desmiembra en parcelas nacionales. Lo que ha costado 10 siglos en formarse se encuentra en trance de desaparecer. La gente no tiene conciencia de eso. No entiende que el país se está destrozando y todo eso puede ir acompañado de enormes sufrimientos humanos. Eso es lo que más me duele Habrá que leer ese libro, que a juzgar por la cuenta de Gorbachov, debe valer su peso en oro.