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El ocaso de un ídolo

En 2005, SEMANA publicó la dramática historia detrás de la alegría contagiosa de las canciones de Joe Arroyo. Acorralado por la enfermedad y sus problemas con la droga, el artista vivió en sus últimos años sus momentos más difíciles.

26 de julio de 2011

En todo carnaval, cualquier rumbero que se respete baila día y noche y canta hasta quedar afónico la estrofa: "Como se menea la flor de patilla, así se menea la mujer de Barranquilla". En el interior del país no hay sitio salsero en donde no se escuche sagradamente "Oye 'men' no le pegue a la negra". Y los colombianos que están en el exterior sienten volver a su tierra cuando por casualidad oyen "muévete bien bailador y deja que te invada la alegría"... Durante más de 35 años de carrera musical ha sido Álvaro José 'El Joe' Arroyo quien ha producido estas emociones. Sin embargo, pese a estos inolvidables éxitos, sus seguidores ya empiezan a notar su ausencia.
 
La última vez que se vio a Joe en público fue a mediados de este año, en el Centro de Convenciones de Cartagena. Unas 4.000 personas se reunieron en un concierto organizado por una emisora local en la que tocarían varios conjuntos vallenatos y la estrella de la noche era el ídolo cartagenero. En la plaza de Banderas, los asistentes que lo esperaban con ansias bajo la lluvia quedaron pasmados al ver en el escenario a una persona extraña, con varios kilos de más, que caminaba con dificultad. Era un Joe que a sus 49 años lucía disminuido y al que le costaba poner un pie con firmeza en la tarima.
 
El espectáculo no fue el mejor. Varias veces se le fue la voz y sus coristas se encargaron de seguir con el show. Ángel Thorrens, quien lo conoce desde hace 25 años, se lo encontró al pie de la tarima y lo vio sin los ánimos de otras épocas. Temiendo que se desplomara, convenció a los organizadores de suspender el espectáculo. "Cerré los ojos y lo saqué alzado del sitio". A los pocos minutos, ya en brazos de su amigo, el artista le pidió llorando que lo ayudara. Fue su más reciente llamado de auxilio, de los muchos que uno de los más grandes cantautores colombianos ha hecho a lo largo de su carrera musical tratando de escapar del mundo de las drogas.
 
Esta no ha sido la única ocasión en que 'el Joe' se ha derrumbado. En las fiestas de noviembre de Cartagena fue hospitalizado por una isquemia que lo obligó a cancelar una serie de conciertos privados, y en el festival vallenato de este año casi no pudo cantar porque su voz no soportó el ritmo de los festejos. En el mundo artístico se habla de su ocaso. Incluso varios de los músicos que durante más de una década lo habían acompañado en su orquesta, La Verdad, se han retirado porque las presentaciones se han disminuido por el deterioro en la salud de su líder.
 
La pregunta que ronda en el medio musical es: ¿qué le ocurre a Joe? Amado y bailado en Colombia y el mundo, desde Palenque hasta Londres, hace tres años una serie de pérdidas lo ha sumido en una profunda depresión. Las muertes por enfermedades de su hija Tanya y su mamá, además de la separación de su esposa Mary, han hecho mella en su carrera artística. La sicóloga Nina del Real, una de sus más cercanas amigas, se lo encontró en Cartagena poco tiempo después de estas tragedias, momento en el que le confesó que se sentía como "un muerto en vida". Según Nina, lo que más le dolía era el fin de su matrimonio. En su música, Maryluz Alonso es la mujer que ocupa el lugar más privilegiado. Durante más de 20 años fue su musa y quien le ayudó a enderezar su agitada vida.
 
Por eso, para muchos fue extraño ver cómo el 21 de julio pasado, Mary se acogía a una sentencia anticipada en un juzgado de Barranquilla. Este fue el último episodio de una serie de desencuentros provocados por su separación en 2001. Ella pasó de escuchar la poesía musical de "Mi Mary, si no fueras mía, yo no sé que haría sin ti, yo te haría sentir amores", a ser sentenciada a dos años de cárcel acusada por su ex esposo del delito de fraude procesal en una disputa por unos dineros. Hoy Mary asegura desconocer al hombre con el que compartió su vida y de quien se separó alegando estar cansada de sus crisis: "Es un ser lleno de rencor".
 
En Barranquilla la separación de la pareja no ha pasado inadvertida, ni mucho menos el desconsuelo de Joe. Aunque él lo niega, muchos creen que le dedicó la canción La fundillo loco: "Ay mi madre cómo duele tanto, cómo una mujer que uno quiso tanto lo deja en la vida y queda uno loco, pero fíjate que ya pasó. Y me importó poco". En una columna de El Heraldo, su amigo Ernesto Mcausland le reclamó diciéndole: "Un hombre tan inteligente como Álvaro José Arroyo González? debió suponer que a la canción la iban a vincular con su accidentado divorcio, máxime cuando se trata de un artista cuya genialidad e impacto han radicado en su talento para la canción autobiográfica".
 
Si es cierto que "ya pasó", como dice la canción, fue lentamente y gracias a su nueva mujer, Jackelin. Pese a esto, los amigos del artista han visto el proceso contra Mary como si aún no superara el duelo de perderla. Todo este dolor ha hecho que buena parte de los pocos conciertos que ha tenido en los últimos dos años terminen en llanto. En sus presentaciones, sus músicos no se acostumbran a verlo cantar sus canciones preferidas como Tanya, Mamá y Mary, en medio de las lágrimas.
 
Pero de la mano con la tristeza empezó a fallarle a su propia orquesta. Llegó a tal punto que muchos conciertos fueran cancelados porque su salud y principalmente su voz sufrían los estragos de los excesos, que algunos aún asocian con las drogas. Así ocurrió en Barcelona en 2002, cuando no se continuó con una gira porque el cantautor cayó enfermo. En varias ocasiones eran los propios músicos de su orquesta los que se reunían con él después de una presentación y le pedían que parara. "Prometía que cambiaría, pero más podía la ansiedad", comenta uno de sus ex compañeros que dejó la banda.
 
Esa circunstancia lo ha tenido al borde de la muerte y del suicidio. En una ocasión le contó telefónicamente a Thorrens, desde Cali, que estaba jugando a la ruleta rusa, por lo que su amigo lo llamó cada hora para cerciorarse de que no se hiciera daño.
 
Uno de los resultados de su crisis es que Sony Music canceló su contrato porque ya no era el mismo artista que llegó a vender aproximadamente 800.000 copias de sus discos en nueve años de trabajo con la disquera. "Sin duda su separación lo afectó", explica Guillermo Mazorra, directivo de Sony. Y como ya no grababa al mismo ritmo de antes, su salida se precipitó. Desde entonces, en año y medio Joe ha realizado un solo trabajo discográfico, y en los últimos tres meses su orquesta La Verdad sólo ha hecho tres presentaciones. Amigos consultados por SEMANA aseguran que el último año ha sido hospitalizado por varias crisis en ciudades como Medellín y Barranquilla.
 
Jugando con la muerte
 
Las recaídas de Joe, producto de sus abusos y de una enfermedad de la tiroides, no son un asunto nuevo. Todo comenzó el 7 de septiembre de 1983, cuando, después de alcanzar el reconocimiento con la orquesta de Fruko y sus Tesos, estuvo al borde de la muerte en Cartagena. Tanto fue así, que Marcos Barraza, su representante durante 13 años, cuenta cómo lo llamaron esa noche para decirle que comprara el cajón y lo enterrara. Sin un peso en el bolsillo, 'el Joe' había llegado a la ciudad, a la casa de su suegra en el barrio Lo Amador, en donde Barraza lo encontró tirado en una cama, mal vestido y ardiendo en fiebre. En su agonía le dijo al músico Víctor del Real, conocido como 'El Nene' y uno de sus más entrañables amigos: "De ésta no me salvo".
 
Como anécdota, en medios nacionales y en el extranjero dieron la noticia de su supuesta muerte, 15 días después de haber sido hospitalizado, cuando Joe ya se estaba recuperando. Con la ayuda de varios amigos y Sayco, Barraza logró pagar la cuenta y sacarlo del hospital, para que el 31 de octubre se presentara en Barranquilla con una orquesta improvisada en la que estaban Chelito de Castro, Checo Acosta y Juventino Ojito. Allí nacería La Verdad y comenzaría su época dorada. Fue entonces cuando aparecieron varias de las mejores producciones que se le conocen, todas con un corte autobiográfico. Entre ellas Me le fugué a la candela y A mi Dios todo le debo, que cuenta su experiencia al borde de la muerte. Además también grabó su canción La Rebelión, considerada por expertos una de las mejores piezas de la música colombiana que lo encumbró a nivel internacional.
 
Era el segundo aire de un prodigioso Joe, que a los 14 años había sido expulsado del colegio por cantar en cantinas de las zonas de tolerancia en Cartagena, que disfrutó del éxito siendo estrella de Fruko y sus Tesos con canciones como Tanya, El caminante y El ausente, que había actuado con orquestas como la de Pacho Galán y la de José Barros, que cayó, pero que volvió a levantarse.
 
Para los expertos en música, Barranquilla fue clave para la consolidación de Joe. En la ciudad son memorables sus presentaciones en el Festival de Orquestas, el tercer día de carnaval. En 1984 ganó su primer Congo de Oro en el Carnaval de Barranquilla, de 14 que vendrían. Incluso la organización tuvo que idearse un Súper Congo sólo para premiar el aporte del músico a las fiestas. Y se volvió una costumbre que lanzara sus discos en esta época, tanto que se dice que no hay carnaval sin 'el Joe'.
 
Su orquesta La Verdad se consolidó gracias a la experimentación de ritmos como el chandé y la cumbia, fusionadas con la salsa. "Era una combinación de ritmos de Centroamérica con tambores del Caribe", explica Juvenal Ojito. Todo esto permitió que fuera catalogada como una de las mejores del país, compartió escenario con artistas como Andy Montañez, Celia Cruz, Rubén Blades, el Gran Combo de Puerto Rico, entre otros. Sonó en templos de la música como el Madison Square Garden y el Village Gate de Nueva York, y uno de sus conciertos fue grabado en vivo por la BBC de Londres, que produjo un disco láser. "Él seguía siendo un muchacho tímido, de barrio, al que a lo mejor le asustaba la fama, pero que quería ser el número uno", cuenta Víctor del Real.
 
En esas épocas, Echao pa'lante era un himno a su recuperación, pero a la vez una gran contradicción en su vida. En la canción Joe dice: "Me paré, me paré, ahora a mí me toca darme el caché, ellos creen que no me la sé, fíjate, fíjate?". Pero lo cierto -dice Ángel Thorrens- es que Joe nunca dejó el mundo que lo hizo caminar hacia el abismo. Si bien cosechaba éxitos y los fines de semana tocaba en cinco o seis lugares, sus incumplimientos eran constantes. "Lo citaba una hora antes para que cumpliera con sus compromisos", recuerda Barraza, pero aun así tenía desplantes como cuando no asistió al Show de Don Francisco, en Miami, en donde era la atracción central.
 
Su problema de diabetes se recrudeció a tal punto, que en 1997 y 2001 estuvo al borde de un coma, y en 2002 también suspendió varias presentaciones en la Feria de las Flores por problemas de salud. En Bogotá no soportaba la altura y le tenían que suministrar oxígeno porque perdía el aliento. Esta imagen contrasta con la del genio musical que aún es uno de los más escuchados y bailados en todas las emisoras y discotecas del país. Con tantos altibajos, sus amigos y seguidores esperan que empiece a dar los pasos hacia su recuperación, y que de nuevo resurja ese Joe que con sus sones ha logrado llevar a todo el mundo un pedazo de Colombia.