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¿El solterón de oro?

El príncipe Felipe de Borbón llega a los 35 años como el soltero más cotizado del mundo. Su demora en casarseempieza a convertirse en un problema de Estado.

9 de febrero de 2003

De todas las familias reales la que mejor parada está es la española.

Históricamente en materia de respeto y prestigio la primera monarquía había sido la británica por su permanencia. Pero en las últimas décadas ha sido protagonista de tal cantidad de vergonzosos escándalos que la española la destronó de ese lugar. A diferencia de los Windsor de Inglaterra, que ocupan las primeras páginas de la prensa por cuenta de sus infidelidades, intentos de suicidio y de fotos comprometedoras de duquesas o princesas top less con sus amantes, los Borbón han sabido mantenerse a la altura y son para sus súbditos una familia ejemplar.

Con cerca de 28 años en el trono, el reinado de Juan Carlos de Borbón, para sorpresa de muchos, resultó ser uno de los experimentos políticos más exitosos del siglo XX. Cuando en 1969 el general Francisco Franco, con el fin de restaurar la monarquía, escogió a Juan Carlos como su sucesor y lo nombró príncipe de España, obligando a su padre Juan de Borbón a renunciar al derecho de sucesión, el revuelo no se hizo esperar. Una cosa era mantener una monarquía existente, como lo han hecho Inglaterra y otras naciones europeas durante siglos, y otra muy diferente restablecerla 50 años después de haber sido abolida. En definitiva, todo parecía indicar que los Borbón no tenían futuro frente al advenimiento de la democracia. Incluso, en noviembre de 1975, cuando Franco murió y el príncipe se convirtió en rey, algunos vaticinaron que pasaría a los anales de la historia como Juan Carlos 'el Breve'.

Pero o el generalísimo resultó ser un visionario o el rey resultó siendo un palo. Juan Carlos se ganó la confianza de su pueblo en febrero de 1981 cuando un grupo de oficiales reaccionarios intentó dar un golpe de Estado para detener el proceso democrático. El monarca tenía que escoger entre alinearse con la nueva democracia o con los golpistas simpatizantes de la era franquista y en una alocución televisiva apoyó la primera opción. Entonces se consagró como rey.

Y se ha mantenido porque además produjo lo que a todas luces parece ser una familia perfecta: una esposa intachable, dos hijas no muy agraciadas físicamente pero con buenos matrimonios (en los que no parece haber cabida para los cachos), cinco nietos preciosos, y lo mejor de todo: su hijo Felipe Juan Pablo Alfonso de todos los Santos, el sucesor de la dinastía, quien acaba de cumplir 35 años.

Felipe de Borbón tiene todo lo que necesita un heredero para seducir a su pueblo. Es uno de los príncipes más preparados de Europa y sería el primer rey español con título universitario. No sólo ha seguido una carrera militar, al igual que su padre, gracias a lo cual es comandante de Tierra y Aire y alférez de Navío de la Armada, sino que también es licenciado en derecho y tiene un máster en relaciones internacionales de la Universidad de Georgetown. Esta hoja de vida es la prueba de que aunque en un principio se dedicaba a ser más que todo una figura protocolaria, quiere ser mucho más que eso.

Al hecho de ser heredero al trono, inteligente y excelente deportista, se suma un ingrediente más: su pinta de príncipe azul. Con sus ojos azules y sus 1,97 metros, Felipe encabeza la lista de los más apuestos nobles de la realeza, y se ratifica como el mejor partido de toda Europa. Sin embargo es en las cuestiones del corazón en las cuales la cosa se complica. Mientras los expertos en monarquía quieren para él una princesa, Felipe siempre ha expresado su deseo de casarse por amor. Pero no ha contado con suerte. Su primera novia fue Isabel Sartorius, una aristócrata de padres divorciados, tres años mayor que el príncipe y quien al parecer lo presionó para que anunciara un compromiso. La segunda en la lista es la norteamericana Gigi Howard, quien no soportó el acoso de los paparazzi y llevó a juicio a un fotógrafo español que le intervino el teléfono. La consecuencia del escándalo fue el fin de la relación. El último gran romance que registraron los medios fue el que sostuvo con Eva Sannum, la joven noruega que le puso los pelos de punta a los reyes y a la Corte no sólo por ser de clase media, hija de padres divorciados y modelo de ropa interior, sino también por pertenecer a la iglesia luterana.

En todo caso no hay nada más difícil que casar a un príncipe heredero, sobre todo de un país tan católico como España. De acuerdo con los valores y las tradiciones, lo ideal sería que la futura candidata fuera virgen, pero en el siglo XXI ese requisito es casi imposible de cumplir. Precisamente ese requisito llevó a Carlos de Inglaterra a escoger como esposa a Diana Spencer, cuya virginidad fue comprobada médicamente para la reina Isabel. Este fracaso hace pensar en la complejidad de las uniones reales, pues la futura reina de España no puede tener ex amantes vendiéndoles sus secretos de alcoba a las revistas del corazón.

Pero mientras todos se preocupan por buscarle una princesa al futuro rey, él no parece tener prisa. Los 34 príncipes de Asturias que le precedieron contrajeron matrimonio antes de los 25 años. Por citar el ejemplo más cercano, su padre se casó a los 24 y a los 30 ya tenía tres niños. La situación del príncipe no es sólo un problema personal sino también de Estado. La única función que tiene un rey actualmente es producir un heredero. Y en cuanto a imagen lo que necesita es ser un jefe de hogar y no un solterón como Alberto de Mónaco con toda la chismografía que esto entraña.