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EL SUPERMAN DE LOS POBRES

Superbarrio, adalid de los pobres y desamparados de México, es la nueva figura política de ese país.

26 de septiembre de 1988

¿Es un avión? ¿Un pájaro? ¿Supermán? ¿El Chapulín Colorado? ¡ No ! ¡ Es Superbarrio! Vestido con mallas y camiseta rojas, pantaloneta amarilla, máscara de luchador, capa dorada y en el pecho un emblema con las letras SB Superbarrio aparece siempre que un funcionario gubernamental desatiende las justas peticiones de la comunidad o cuando algún inquilino está a punto de ser lanzado injustamente. Cuando la pregunta de "Ahora ¿quién podrá ayudarme?", surge en la mente de los desamparados de México, todo lo que tienen que hacer es llamar a la línea roja de la Barrio-Cueva, un apartamento de un complejo de vivienda popular de la capital, y Superbarrio, a bordo de su Barrio-Móvil, pronto se presentará acompañado de abogados, de miembros de su movimiento cívico y, en ocasiones, de la prensa.
No se trata de una fantasía televisiva, ni del remplazo del fallecido Santo, el Enmascarado de Plata. Superbarrio es un personaje muy real, de carne y hueso, si bien su identidad es desconocida. Bajo de estatura, un poco barrigón y en sus treintas, Superbarrio se ha convertido en una figura familiar en las manifestaciones políticas que se realizan en la capital. Vestido con su uniforme de superhéroe, ha sido recibido en audiencias públicas en el Ministerio del Interior, en el de Desarrollo Urbano y hasta en Los Pinos, la residencia oficial de los presidentes de la República.
Un verdadero fenómeno sociológico, Superbarrio es tratado generalmente con el respeto que, en las tiras cómicas, reciben los superhéroes cuando van a salvar a la humanidad. Sin embargo, cuando recientemente fue invitado -créase o no- a hablar ante el Congreso, los diputados del gobernante Partido Revolucionario Institucional PRI entraron en cólera, ante lo que llamaron un irrespeto, pues Superbarrio se presentó -no podía ser de otra forma- vestido con todas sus galas. Cuando fue increpado para que, al menos, se despojara de su máscara para que se le permitiera dirigirse a la sesión, el enmascarado no se inmutó y respondió que sólo lo haría si los propios congresistas se despojaban, a su vez, de sus disfraces. Sólo cuando los miembros de la oposición amenazaron con retirarse del recinto, Superbarrio fue escuchado por el Congreso con todos sus arreos encima.
Nadie sabe con certeza de dónde salió este personaje, que en corto tiempo se ha convertido en una figura del primer plano nacional de México. Según él, "un día me encontraba en mi cuarto cuando fui cubierto por una bruma roja y amarilla. Cuando se disipó, me encontraba vestido de esta forma. Entonces una voz me dijo:"Tú eres Superbarrio, defensor de los inquilinos y terror de los propietarios avaros" ". Aparte de la fantasia el superhéroe se ha convertido en la cabeza visible de la Asamblea de Barrios, un grupo cívico que agrupa a más de 50 mil familias de las clases bajas de México.
Ese movimiento tiene su origen en el terremoto de septiembre de 1985 que dejó a miles de personas sin hogar. En abril de 1987, luego de que la mayor parte de la reconstrucción quedó terminada, los grupos de damnificados se unieron formalmente para constituir la Asamblea de Barrios con el objeto inicial de presionar la expansión del programa de vivienda del gobierno. No pasó mucho tiempo antes de que Superbarrio hiciera su espectacular aparición.
La fama del personaje llegó a proporciones tales, que se presentó como candidato presidencial a las últimas elecciones, si bien declinó poco tiempo después sus aspiraciones y cedió su caudal electoral al candidato del Frente Nacional Democrático Cuauhtéhmoc Cárdenas. Eso explica que a la hora de votar, Cárdenas anunció que lo había hecho por Superbarrio, algo que los periodistas extranjeros no lograron entender.
Como cualquier otro superhéroe, Superbarrio hace de su identidad un secreto inconmovible, pues, entre otras cosas, un luchador mexicano sólo pierde su máscara en la derrota. Lo único que ha declarado es que vive en una casa de inquilinato en la ciudad de México, tiene esposa y un hijo, se gana la vida como vendedor ambulante y en el pasado fue luchador profesional. Pero el secreto sobre su verdadera personalidad tiene una razón más de fondo: "Todos somos Superbarrio", declaró recientemente. "Si yo me quito la máscara, y revelo mi identidad, todo el efecto se pierde y con ello, nuestra identidad colectiva".
Nunca va a poder saltar sobre un edificio de un solo envión, y con toda seguridad jamás correrá a la velocidad de una bala. Pero todo parece indicar que el fenómeno Superbarrio alcanzará dimensiones que envidiarian desde Batman hasta Supermán.