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EN BUENAS MANOS

Sara Ordóñez, la nueva superintendente bancaria, reúne la cuota de experiencia necesaria para afrontar los grandes desafíos del sector financiero.

21 de septiembre de 1998

En una economía funcionando a medio ritmo, como la colombiana, una crisis financiera sería catastrófica. Y a pesar de que en más de una oportunidad los voceros del sector han desmentido los rumores al respecto y han expresado su confianza en la solidez de las entidades bancarias, lo cierto es que tamaña eventualidad no sólo depende del comportamiento del sistema financiero en sí sino del control que ejerzan las autoridades. Y del que aplique, en particular, la Superintendencia Bancaria. En épocas de vacas flacas un sistema financiero sin una buena vigilancia es para muchos la receta clásica del desastre. Por el contrario, un sistema controlado con eficiencia garantiza la salida del atolladero. Esta circunstancia ha hecho que la Superintendencia Bancaria pase a ser uno de los aliados fundamentales del ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, en la tarea de recuperar los índices de crecimiento de la economía sin mayores sobresaltos. Y nada mejor para el Ministro que tener a una persona de su entera confianza al frente de esa entidad reguladora. Se trata de Sara Ordóñez, una pamplonesa de mano tendida pero de pulso firme que no sólo ha tenido la oportunidad de trabajar en llave con Restrepo en más de una ocasión desde cuando eran compañeros de universidad, sino que reúne las características necesarias para domar un cargo de tanta responsabilidad. En primer lugar posee una envidiable trayectoria en el sector público. Durante la administración de Alfonso López Michelsen, esta abogada javeriana fue viceministra de Comunicaciones de Jaime García Parra y luego le heredó la cartera para convertirse, de paso, a los 29 años, en la mujer más joven en la historia de Colombia en asumir un puesto de ese rango. Más tarde, en la era del apagón de César Gaviria, retornó al país después de servir de asesora jurídica del Banco Interamericano de Desarrollo, para ponerse al frente de la Financiera Eléctrica Nacional cuando Juan Camilo Restrepo oficiaba como ministro de Minas. Y en los últimos años ha ocupado cargos tan representativos como la presidencia de la Corporación Financiera Colombiana y la de Fedeleasing. Quienes la conocen afirman que a su amplio conocimiento del tema se suma una cualidad que le cae como anillo al dedo en sus nuevas obligaciones, las cuales tienen que ver no sólo con el diseño de una estrategia de saneamiento y capitalización en todo el sistema sino con atender con sumo cuidado los casos particulares de las corporaciones más débiles, entre ellas las del sector cooperativo y de financiamiento comercial. Y es que Sara sabe combinar con encantadora irreverencia el látigo con la sonrisa, un rasgo que sin duda será su arma más efectiva para sostener el delicado andamiaje del sistema financiero en los tiempos del cinturón apretado.