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EN SU CUARTO DE HORA

En escasos cuatro años como actor de televisión Robinson Díaz se ha transformado en una de las estrellas que más brilla en la pantalla chica.

12 de enero de 1998

Si 'La mujer del presidente' ha tenido a los espectadores cautivos desde el primer capítulo, buena parte del fenómeno se le debe a Robinson Díaz. Las escenas iniciales, durante las cuales el atortolado empleado interpretado por Díaz tiene que hacerle frente a la muerte accidental de su efímera amante hasta esconderla en un potrero por el susto de que lo culpen de asesinato, fueron suficientes para clavar a los televidentes a la silla en los capítulos siguientes del seriado. Y es que Robinson Díaz es capaz de insinuar con un gesto o una mirada lo que jamás se podría decir con palabras, una virtud que no sólo lo catapultó a la cima desde que participó en la película de Felipe Aljure La gente de la Universal, sino que le valió hace pocos días el premio Simón Bolívar al mejor actor de este año por su papel en La mujer del presidente. Fanático del fallecido cómico británico Benny Hill y del legendario Charles Chaplin, Díaz asegura que un buen actor es ante todo un gran mentiroso, y así se ha comportado durante los últimos cuatro años, haciéndoles comerse el cuento a los televidentes seriado tras seriado y novela tras novela. Un triunfo que ni él mismo soñaba en sus años de adolescente en Medellín, cuando sus andanzas con ciertos amigos amenazaron por apartarlo para siempre del mundo que el destino le tenía previsto: el mundo de la actuación. Llegó a Bogotá prácticamente escapado de Medellín y soñando con viajar a España, sin un peso en el bolsillo pero con ganas de salir adelante. Había estudiado dos semestres de bellas artes en la capital antioqueña y esa pequeña experiencia le sirvió para conseguir un empleo como caricaturista en El Espectador. Estudió artes dramáticas a la espera de que por fin le sonara la flauta. Y le sonó. Pronto la gente comenzó a seguirle la pista, primero en la novela Detrás de un ángel y luego en La gente de la Universal, cinta que le sirvió para obtener un papel exclusivo en la galardonada serie La otra mitad del sol. Para entonces Robinson Díaz se había erigido en una de las mayores promesas de la televisión nacional.Su imagen fresca, su espíritu sensible, su corrosivo humor y su extraordinaria personalidad ayudaron a forjarle una reputación que él espera dure por muchos años más. Por lo pronto, a los 31 años, Robinson Díaz es uno de los actores con mayor audiencia en la pantalla chica, un título que bien puede celebrar hoy pero que sin duda lo obligará a trabajar para sostenerse en los primeros lugares en un medio tan cambiante e impredecible como el de la televisión.