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Entre la viva y la boba

¿Sabía que la mejor manera de triunfar en el amor es hacerse la tonta?¿Acaso el mejor negocio no es ser una mantenida? Esto y más plantea Isabella Santo Domingo en su libro.

14 de noviembre de 2004

Isabella Santo Domingo no tiene ni un pelo de boba. Es más, es reconocida por su viveza y sin embargo asegura que hay que ser bruta, o por lo menos parecerlo, para que las mujeres tengan suerte en las relaciones de pareja, consigan un marido y vivan cómodamente a sus anchas con el dinero de él. Esa es la nueva propuesta que la actriz explica en un libro que está próximo a salir y cuyo título resume claramente su filosofía: Los caballeros las prefieren brutas, una especie de manual práctico con reflexiones sobre el género femenino y cómo ser mantenidas sin morir del aburrimiento o divorciarse en el intento.

"Se trata de una teoría socioeconómica: el éxito de las mujeres es diametralmente opuesto a la tan ansiada estabilidad emocional", es el eje de la propuesta. Y según ella hay dos formas básicas de vivir la vida: "Cómoda o incómodamente. Es decir, mantenidas o asalariadas", concluye. Isabella propone retomar las raíces históricas y vivir al estilo Eva: "En un paraíso, sin más preocupación que pasearse desnuda y con un hombre que se dedique a espantar las culebras". En síntesis es un no rotundo a lo que ella considera una inoficiosa batalla de los sexos: "Ni las mujeres están contentas a pesar de ser ejecutivas exitosas ni los hombres cocinando su propia comida".

Suena contradictorio que la idea de hacerse la boba y de vivir a costillas de otro venga de una mujer que ha tenido una trayectoria tan llamativa. Que además de ser actriz de cine y televisión ha escrito para periódicos como El Heraldo y El Espectador, para revistas como SoHo y Shock, la cual creó y dirigió, y que ha tenido diversos espacios radiales, desde los cuales seguramente alguna vez promovió la causa feminista. Porque ella misma reconoce que en sus viejas épocas solía bolear olla como furibunda activista por la unión femenina y la igualdad frente a los hombres.

Todo comenzó en sus habituales reuniones de amigas en las que después de varios años de asidua asistencia notó que no eran más que terapias de apoyo porque todas eran o solteronas o separadas o sin pareja estable. "Noté además que en los matrimonios había siempre dos parches bien definidos: el de la novia y su séquito de damas bien casadas y mantenidas y el mío, el de las exitosas asalariadas pero solas. Mi grupo era el de las MEI, mujeres emocionalmente inestables". Fue entonces cuando empezó a utilizar a sus amigas y a ella misma como conejillos de indias para elaborar su tesis.

La primera revelación fue que las mujeres nunca saben lo que quieren y siempre viven inconformes. "Es algo genético. La casada quiere ser soltera y siempre queremos el vestido de la otra o nos gusta más el novio de la de al lado". Gracias a este razonamiento descubrió otro factor del comportamiento. Las mujeres casi siempre actúan como rivales. "Soy yo sola y punto. No somos un gremio unido como el de los hombres. Las mujeres suelen decir chismes de las otras y ser envidiosas. Por eso empecé a rehusarme a hacer parte de ningún movimiento de liberación de la mujer y me convertí en desertora de una causa feminista mal asumida". Aclara que no por esto desconoce los beneficios que el feminismo trajo como el derecho al voto o la pastilla anticonceptiva. "Pero con eso tengo. Dejémosnos de bobadas, las mujeres hace rato sacamos las uñas. Aun así, ¿por qué perder nuestros privilegios históricos como que nos abran la puerta, que nos lleven serenata y que nos mantengan?".

Para Isabella fue claro que como en su caso, el éxito profesional no valía sin la estabilidad emocional. "De qué me servía cosechar estatuillas y ganar brazaletes de salvación en 'El Desafío' si mi realidad era la de una madre soltera con ganas de construir un hogar y de tener estabilidad". Isabella advierte que lo más importante es no ser tan radicales pues esa competencia de géneros y el feminismo asumido, como ella lo describe "con venganza", resultó ser perjudicial para la salud, para el bolsillo, como por ejemplo por el hecho de empezar a tener que pagar cuentas, y entre otras cosas más para el romanticismo: "El problema no es que el hombre detallista haya muerto. Es que lo matamos con tanto feminismo. Alguien tiene que ceder. Dos superpoderes no pueden vivir bajo el mismo techo. Por ley natural terminan matándose".

En esas estaba cuando ¡eureka! Con estos preceptos surgió su nueva corriente "arribista, morronga e intermedia": la del machismo por conveniencia. Y encontró que la clave para seguirla al pie de la letra es fingir, especialmente simular que se es bruta tanto en la cama como en la cocina, en los deportes y demás áreas.

Primera máxima para las mujeres: en asuntos sexuales no trate de hacerse la sabionda poniendo en práctica los conocimientos leídos en el Kamasutra o en Cosmopolitan. Según la teoría de Isabella, lejos de dejar a los hombres con la boca abierta los ahuyentará. "Hacerse la deseable y creativa los asusta. Les va mejor a las que no tienen cabeza ni para fingir un orgasmo, las que aparentan no saber nada porque con ellas los hombres creen que mandan y se sienten todos unos tarzanes de vereda". En la cocina por ejemplo aconseja fingir que se le quema hasta el agua: "Así le contratará a alguien que la ayude o la llevará más veces a restaurantes". También indica no cambiar un bombillo, ni medírsele a ninguna maniobra tecnológica porque quedará matriculada de por vida en eso. Hay territorios que son vedados para las mujeres si quiere ser mantenida. "Lo importante es no ser arrogantes y no humillarlos. En la casa es mejor un iluso que un resentido". Explica que no se trata de dejar de ser profesional, pero si trabaja, "no le cuente a su marido cuánto gana, ni lo feliz que es en el trabajo". Isabella asegura que como actriz sabe cómo fingir sin que se note: "Últimamente me ha tocado hacerlo para comprobar mi teoría. Antes no lo hacía y por eso sigo soltera".

El libro aún no ha sido publicado y ya ha habido voces críticas de feministas en contra de los postulados. "Creo, Isabella, que es gracias al feminismo y a sus luchas que tú eres lo que eres hoy. Si hablamos de tu vida erótico-amorosa, ¿a quién crees que le debes la posibilidad de amar libremente y de hacer el amor cuando lo desees porque estás controlando tu fertilidad? ¿Al Espíritu Santo?", escribió Florence Thomas en su columna en El Tiempo. La autora aclara que su libro lo que rechaza son los extremos, que es una manera jocosa de desnudar sus dudas y ante todo de burlarse de ella misma, pues se define como "la más patética de todas". Y remata con su habitual sentido del humor: "El libro no deberá ser leído ni por los machistas radicales ni por las feministas consumadas (...) No estaré dispuesta a discutir ni mucho menos a contestar sus tutelas. Mi abogado últimamente es un hombre muy ocupado... sale conmigo".

Sí, es humor, pero habla en serio. Lo hace cuando dice que quiere a alguien que la guíe, "que lleve la linterna en el bosque". Cuando aclara que el libro es un tributo a las amas de casa, las más sagaces de todas. Cuando se pregunta "¿para qué quitarles responsabilidades a los hombres? ¿Para que jueguen más golf, vean más partidos de fútbol y tengan menos cuentas que pagar?". Pero sobre todo habla en serio y advierte que es con conocimiento de causa cuando afirma que lo "importante no es ser sino aparentar".