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El alpinista barranquillero ha coronado siete cumbres de las 14 que existen con más de 8.000 metros sobre el nivel del mar. En la foto en el Himalaya

DEPORTE

Escalador sin límites

Fernando González-Rubio, el alpinista más importante del país, se prepara para conquistar dos de las más peligrosas cumbres del mundo.

6 de diciembre de 2008

En las alturas, Fernando González-Rubio se siente vivo, a pesar de que convive con la muerte. En las siete cimas que ha coronado sobre 8.000 metros, de los 14 'ochomiles' que existen, el alpinista barranquillero no sólo ha tenido el poder de alcanzar las más difíciles cimas del mundo, sino que ha conquistado la cúspide de sus propios límites humanos.

"A más de 8.000 metros de altura es difícil respirar", explica a SEMANA. No sólo eso, sino que es difícil pensar, coordinar los movimientos y dar un paso adelante. Sin aire, el cuerpo se mueve lento, invadido por un cansancio extremo. Pero también hay una extraña satisfacción, según afirma este alpinista, el primer colombiano en escalar las montañas más altas del mundo. "A uno lo embarga un sentimiento de grandeza porque todo el mundo está a los pies, y al mismo tiempo se siente miedo porque la naturaleza es superior y uno debe ser lo suficientemente humilde para aceptarlo".

Este barranquillero de 40 años decidió, en 1998, alcanzar las cumbres de las cordilleras del Himalaya y del Karakorum, entre China, Pakistán, India y Nepal. En su primera expedición, al monte Manaslu, su compañero Lenin Granados perdió la vida bajo una avalancha. González-Rubio regresó a la montaña un año después, decidido a rendirle un homenaje a su colega. Y desde entonces se propuso la meta de conquistar la totalidad de las cumbres del mundo, a pesar de la dificultad de los trayectos y de las temperaturas que, incluso en verano, llegan a 30 grados bajo cero.

En 1999 llegó a la cumbre del Cho Oyu, su primer 'ochomil'. En 2001 alcanzó el Everest y se convirtió en el primer colombiano en conseguirlo. En 2002 intentó el Broad Peak y en 2004 regresó con patrocinio y coronó el K2, la segunda montaña más alta del mundo, sin ayuda de oxígeno complementario. Un año después intentó de nuevo llegar al Manaslu, pero las condiciones climáticas le cerraron el paso. En 2005 consiguió igual la cima del Nanga Parbat. En 2006 intentó el Kanchenjunga y hace un par de años subió al Annapurna y al Broad Peak, e intentó el Sishapangma. El año pasado alcanzó el Dhualagiri.

Siete de 14. Justo en la mitad. Y ya tomó la decisión de ir, en 2009, con el apoyo de Cafam y DHL, a conquistar dos cimas ubicadas en Nepal. Se trata de un par de difíciles montañas, marcadas con un alto margen de peligrosidad: Lhotse, a la que sólo han podido ascender el esloveno Tomo Cesen y un equipo ruso, y Kanchenjunga, uno de los 'ochomiles' más altos, que ya había intentado. La expedición partirá en abril, y en mayo intentará coronar las cumbres.

Su proyecto, Colombia en las cimas del mundo, ha dado origen a una reciente afición por el deporte de la escalada como nunca se había visto en el país. Es consciente de que, en el campo deportivo, sobran ganas. Pero también de que hace falta apoyo de la empresa privada para que a través de estos deportes se genere un mayor reconocimiento para el país en el nivel internacional, y para que los colombianos se identifiquen con figuras e imaginarios más positivos.

La montaña ha cambiado a González-Rubio. Después de vivir situaciones límite, se ha convencido de que las experiencias de la montaña se pueden llevar a la vida cotidiana. Sin cuerda ni arneses, da conferencias y motiva a grupos y empresas para hacerles entender que pueden emprender rutas que los lleven hasta la cima de sus sueños. "¿Cuál es tu Everest ¿Cuál es tu propia montaña?", les pregunta a quienes lo escuchan buscando un camino para encontrarse a sí mismos.