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Extravagancia a la lata

Los nuevos 'realities' sobrepasan los límites de la ficción. Ahora los canales y productores les apuestan a las más extrañas actividades con tal de atraer audiencia.

19 de enero de 2004

Si en Colombia los televidentes se escandalizaban al ver las "actitudes inmorales" de Protagonistas de novela y las garroteras por untarle mantequilla al pan en Gran hermano, ¿que pensarían si a cambio de formar actores o estrellas de pop y ganar plata por convivir las ofertas fueran aún más escandalosas? Bailar, robar, prostituirse, hacer competencias de ancianas en sillas de ruedas motorizadas, dejar que un grupo de homosexuales le decore su casa, hacerse liposucciones, intercambiar esposas, ir a una granja a ordeñar vacas y aguantar hambre para llegar a la final son varias de las extravagancias que ahora los espectadores ven en los nuevos realities shows europeos y norteamericanos. Ni siquiera la captura de Saddam Hussein logró superar el rating de The simple life, uno de los realities de moda, en el que Paris Hilton, heredera de la cadena de hoteles Hilton, y Nicole Richie, hija del cantante Lionel Richie, se fueron a vivir a una granja en Arkansas a ordeñar vacas y hacer labores domésticas sin tarjetas de crédito ni celulares, lejos de las comodidades a las que están acostumbradas. Además de los altos índices de audiencia del reality, el víideo que estaba circulando en Internet de Paris Hilton teniendo relaciones sexuales con su novio sumó varios puntos. Es evidente que gracias a estos realities sigue aumentando el deseo de atraer la audiencia y llamar la atención, mientras el asombro por las extravagancias que se presentan se hace menos fuerte. Por ejemplo en Banzai, programa emitido por Fox, se busca parodiar concursos que son populares en Japón. La dinámica del show consiste en que el televidente, desde su casa, le apuesta al resultado de una serie de bromas, piruetas e idioteces usando mensajes de texto a través de la página web del canal. En cada programa hay ocho retos. En uno de ellos, llamado Experimento animal, un grupo de científicos le amarró globos de helio a un pollo hasta que lograron levantarlo del suelo. El público debía averiguar cuántos globos necesitaba el pollo para elevarse. Y si el cuento del pollo que se eleva parece extravagante, uno de sus congéneres fue perseguido por dos ancianas en sillas de ruedas motorizadas. Al final, este espectáculo sólo trajo como resultado las críticas de grupos antirraciales y defensores de animales. Este reality no ha sido el único criticado por sobrepasar los límites. Golod (Hambre), un popular programa ruso, se llevó a 12 jóvenes a vivir a Berlín durante 100 días en un contenedor equipado con todas las comodidades, pero sin comida. Los candidatos debían recorrer la ciudad con el fin de recoger alimentos. Al final, el ganador recibía como premio mil euros mensuales de por vida, lo que es una fortuna en Rusia. Pero las alarmas se encendieron cuando un tabloide alemán dijo que, aparte de que ningún concursante hablaba alemán, algunos ni siquiera sabían que estaban en Berlín, otros habían robado y un par de mujeres se habrían prostituido para poder comer. Estos escándalos dejan al descubierto el desprendimiento de los concursantes cuando de hacer realities se trata. En este tipo de shows ya no existen límites, como es el caso de Extreme makeover, donde los participantes se hacen implantes, liposucciones y cambios extremos de apariencia, todo en directo. Queer eye for the straight guy también se tomó a pecho las labores del cambio de apariencia, sólo que esta vez no fueron expertos ni médicos quienes hicieron los "retoques", sino cinco homosexuales que se ocuparon de cambiar el look de un "straight" (heterosexual) que necesita con urgencia algo de sofisticación y estilo. Cada uno de los homosexuales realiza una tarea diferente: Kyan se ocupa del pelo de los participantes, Ted les enseña a diferenciar un Merlot de un vinagre, Carson les transforma el guardarropas, Jay les enseña cultura general, literatura, arte y música, y Thom decora la casa de los concursantes. Claro que a diferencia de estos programas, algunos realities siguen manteniendo la línea de la simplicidad. Love cruise, The real world, Average Joe, Survivor y Temptation island lo confirman. Igualmente, American Idol le da prioridad a quienes sólo con su talento llegan a la final, aunque esto no signifique que no cause polémica. A Ruben Studdard, el último ganador, la felicidad no le duró mucho pues los fanáticos del segundo finalista, Clay Aiken, interpusieron en abril del año pasado una demanda ante la Comisión Federal de Comunicaciones, en Estados Unidos, por posibles irregularidades en el manejo de los resultados. Pero sobre el hecho no se ha confirmado nada hasta el momento. Según varios periódicos norteamericanos, el episodio tiene connotaciones racistas. Studdard ha dicho en repetidas ocasiones que a los norteamericanos no les gustan los negros ni que estos tengan éxito. Contrario a lo que manifiestan los seguidores de Aiken, los listados de Billboard demuestran que los discos de Studdard se venden más. El Aprendiz no se queda atrás cuando de premiar talento se trata, y más cuando quien lo premia es el magnate Donald Trump. El show salió al aire hace dos semanas y registró una audiencia de 18,5 millones de personas. Trump, durante tres meses, se hará responsable de eliminar a un concursante cada semana. El despedido será el que mayores debilidades tenga al momento de hacer negocios. Quien llegue a la final recibirá como premio la dirección de una de las empresas Trump durante un año y recibirá un sueldo de 250 mil dólares. Cargados de escándalos, excentricidades, debilidades y sentimentalismos, estos realities se han tomado la televisión mundial y pasará mucho tiempo para que salgan de un mercado al que ya no le interesa la realidad virtual sino en vivo y en directo.