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Forjador de líderes

Desde la facultad de Derecho de la Universidad Javenana, el padre Giraldo manejó por años los hilos del poder.

5 de abril de 1993

HAY PERSONAS QUE SE CONVIERTEN en personajes aunque la gente no las conozca. Tal es el caso del padre Gabriel Giraldo Zuluaga, un jesuita que se convirtió en figura nacional desde la decanatura de la facultad de Derecho de la Universidad Javeriana, donde permaneció hasta su muerte, la semana pasada.
El padre Giraldo nació en Marinilla, Antioquia, en "un hogar pobre y humilde pero de profunda y arraigadafe", como él mismo decía. Era el menor de cuatro hijos. Tomó la decisión de ingresar a la Compañía de Jesús a los 16 años y se ordenó cuatro años después. Se hizo filósofo en la Universidad Javeriana, y teólogo y liceneiado en historia eclesiástiea en la Universidad Gregoriana de Roma. Años después recibió un título honoris causa en ciencias jurídicas de la Javeriana.
Se trataba de un hombre inflexible, sereno, de carácter fuerte y con gran capacidad crítica, pero poco locuaz. Maestro en el manejo de la lengua castellana, tenía una memoria prodigiosa. Siempre vestía una larga sotana con botones no se despojó ni siquiera durante el "bogotazo", a pesar de que cuando comenzó la revuelta se encontraha a sólo dos cuadras de la Plaza de Bolívar.
Para muchos, el padre Giraldo manejaba desde su escritorio los hilos del poder. Por su oficina desfiló prácticamente medio siglo de historia del país. Bajo su tutela se formaron ministros, consejeros presidenciales y muchos otros personajes de las altas esferas como Noemí y Maristela Sanín, Rodrigo Lloreda, Andrés Pastrana, Francisco Posada de la Peña, Juan Martín Caicedo, Fernando Carrillo, María Teresa Forero de Saade, Gabriel Melo Guevara, Alvaro Leyva, Alfonso Valdivieso, Carlos Albán, Daniel Mazuera, Carlos Holguín Sardi, Jaime García Parra, Augusto Ramírez Ocampo y Julio César Turbay Junior.
El cura Giraldo, como lo llamaban sus alumnos, era Supremamente estricto con todos sus pupilos. Tanto que expulsó a quienes en su concepto no reunían las cualidades de un buen jurista. Pero a pesar de su carácter tenía algo de paternal y en no pocas ocasiones hizo huenas migas con sus alumnos. Entre sus discípulos del alma estaban Luis Carlos Galán y los hermanos Samper Pizano.
Quienes tuvieron la oportunidad de conocer al padre Giraldo lo recordarán con cariño, con agradecimiento, o por lo duro que fue. Pero ninguno podrá olvidarlo. Su obra perdurará a través de la Fundación Gabriel Giraldo para el fomento de la investigación y la cooperación con los estudiantes de escasos recursos.
Además, por estos días se inaugurará el que fuera su mayor sueño: un edificio que servirá de sede para la facultad de Derecho y que llevará su nomhre.