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FORMULA FALLIDA

Con pocos días de diferencia, y antes de cumplir 50 años, fallecieron dos médicos conocidos por sus famosas dietas para la longevidad y la etema juventud

9 de mayo de 1994

ELLOS ASEGURAban conocer el secreto de la eterna juventud. Habían diseñado tratamientos y dietas que prometían una larga y saludable vida. Conocían la fórmula para vivir 100 años y por cuenta de ella se volvieron millonarios. Pero curiosamente, hace unas semanas, y con pocos días de diferencia, el destino les hiza una mala jugada a dos nutricionistas que prometían longevidad y salud a toda prueba a sus clientes..: Menos a ellos mismos. Los médicos Stuart M.Berger, estadounidense, y Peter Stephan, británico, murieron sin tener tiempo de hacerle el quite a la vejez.
Berger, autor de una dieta para mantenerse joven, seguida por miles de personas en Estados Unidos, murió hace dos semanas, a los 40 años, mientras dormía en su apartamento de Manhattan. La causa de la muerte aún se desconoce. Autor de un libro llamado Dieta del poder inmune, Berger sostenía que a través del consumo de vitaminas y nutrientes se podía tener un organismo prácticamente invulnerable a la mayoría de los males que aquejan al ser humano. El punto clave de su dieta era el consumo de brócoli hervido en grandes cantidades. Un tratamiento que servía -según aseguraba- para combatir todo tipo de enfermedades: desde el cáncer y la presión alta hasta la artritis y el síndrome premenstrual.
Su dieta le dio la vuelta al mundo. El éxito se basaba en que Berger decía que no era necesaria la fuerza de voluntad. Según su teoría, todo el mundo sufre de alergias no diagnosticadas a ciertos alimentos, los cuales insisten en comer en forma perversa. Esta tesis, que producía jocosos comentarios entre la comunidad científica e indignación entre los movimientos de mediana alternativa, había encontrado miles de seguidores en su país que compraban sus libros o acudían a su consultorio para practicarse complicados y costosos exámenes que determinaban a qué alimentos eran alérgicos, para seguir al pie de la letra sus consejos. Pero al parecer, Berger no aplicaba la dieta que pregonaba. Aunque en su libro y numerosas publicaciones escribió que sabía la fórmula para vivir 100 años, la verdad es que él no logró vivir ni siquiera la mitad. El día de su muerte pesaba 180 kilos, lo que podría explicar el motivo de su falleamiento.
Otro tanto sucedió con el médico Peter Stephan, de 50 años, famoso en Gran Bretaña por sus controvertidos y costosos tratamientos para la longevidad. Conocido como el 'doctor juventud', Stephan falleció de un ataque cardiaco hace unas semanas en Londres. El médico había diseñado una serie de terapias que, según afirmaba, demoraban el paso de los años y mantenían el vigor sexual hasta una edad avanzada. Por su Clínica del Sexo en el centro de Londres habían pasado numerosos clientes, entre los que se contaban miembros de la aristocracia británica y europea, así como figuras del espectáculo internacional, quienes pagaban millonarias sumas por conocer el secreto para eludir los estragos del paso del tiempo en su organismo.
Berger y Stephan no son los únicos salubristas sorprendidos por la muerte en circunstanaas ajenas a sus sueños de longevidad. Hace un tiempo J.I. Rodale, un estadounideme que se hizo famoso por sus campañas acerca de la importancia de la comida sana, había asegurado que viviría 100 años "a menos que sea atropellado por un conductor enloquecido", aseguró. Rodale se salvó del accidente de tránsito pero no del ataque al corazón que lo dejò sin vida a los 72 años, la misma semana en que había anunciado que llegaría a su meta centenaria.
Algo parecido le ocurrió a Jim Fixx, el autor del libro El poder del trote, quien a comienzos de la década de los 80 pregonaba que la muerte nunca alcanzaría a quien trotara siete millas al día. En 1984, Fixx murió de un infarto mientras practicaba su carrera diaria en una calle de Vermont. Tenía 52 años, la mayoría de los cuales había vivido con un notorio sobrepeso y bajo un régimen perseverante de cigarrillo. Aunque su padre había muerto de infarto a los 35 años, Fixx aseguraba que el trote diario podía contrarrestar con creces los otros factores de riesgo.
Irónicamente, las fórmulas que los hicieron millonarios resultaron fallidas. Y sus miles de seguidores evocaron en forma cruel el dicho que reza: "En casa de herrero, azadón de palo".