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La menor de las tres hijas de Jean-Marie Le Pen, Marine, era la llamada a enorgullecer a su padre. Pero la política y sus dinámicas se interpusieron, Marine votó por expulsarlo del partido que él mismo fundó en 1972. | Foto: A.F.P.

FRANCIA

La traición detrás del ‘asesinato’ político de Jean-Marie Le Pen

La presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, acaba de expulsar a su padre del partido que él mismo fundó. La historia de una familia sedienta de poder es impresionante.

29 de agosto de 2015

En la Roma antigua los condenados por parricidio eran azotados y luego metidos en un saco junto con un simio, una serpiente, un gallo o algún perro hambriento, antes de ser lanzados al río Tíber. Ese es el tipo de castigo que seguramente Jean-Marie Le Pen imagina para su hija. La presidenta del extremista Frente Nacional (FN), la consentida, la menor de las tres hermanas Le Pen, de quien se decía que era el clon de su padre, impulsó la reciente exclusión de su progenitor del partido que él mismo cofundó en 1972. Aunque el ‘asesinato’ es simbólico, ha desatado una guerra sin precedentes en el clan de la extrema derecha francesa.

Las acciones beligerantes entre los Le Pen surgieron tras las declaraciones que el padre dio en abril a la revista de ultraderecha Rivarol. En la entrevista titulada ‘Jean-Marie Le Pen, ¿el último hombre libre?’, el antiguo militar afirmó que el mariscal Philippe Pétain, quien impulsó la capitulación de Francia frente a la Alemania de Hitler y colaboró con la deportación de miles de judíos, ha sido tratado injustamente. “Nunca he considerado al mariscal Pétain como a un traidor”, afirmó provocador, sabiendo que metía el dedo en la llaga de un país que se avergüenza del armisticio sellado con los nazis en 1940.

Como lo había hecho en el pasado, Le Pen padre reiteró en la entrevista que sigue considerando las cámaras de gas utilizadas para exterminar a los judíos como un “detalle de la historia” de la Segunda Guerra Mundial. Para rematar, llamó “inmigrante” a Manuel Valls, actual primer ministro nacido en Barcelona. “Somos gobernados por inmigrantes e hijos de inmigrantes en todos los niveles (…) Valls es francés desde hace 30 años, yo lo soy desde hace 1.000 años”, concluyó.

Luego de esas declaraciones, Marine Le Pen se vio obligada a tomar una decisión radical y a suspender del partido al hombre de 87 años. Se supo que, en ese momento, ella leía Asesinatos por redención, la novela de Karine Giebel en la que el personaje principal, Marianne, es condenado a cadena perpetua por homicidio. ¿Lectura freudiana o pura coincidencia? Para anular la suspensión, Jean-Marie acudió a la justicia aduciendo que el FN no había respetado los procesos internos definidos por sus estatutos. Aunque salió victorioso, Marine replicó hace unos días al convocar al consejo ejecutivo del movimiento, que votó por expulsar definitivamente al fundador. “Es sucio matar a su papá”, exclamó indignado el viejo en los medios.

Jean-Marie aún cuenta con varios aliados de peso en el partido, aunque hoy se muestren tímidos. La diputada Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de Marine, hubiera preferido que su abuelo se quedara en el FN. También es el caso de Louis Aliot, vicepresidente del Frente Nacional y novio de Marine, quien votó contra la exclusión del fundador. “Yo entré a la política con él. No me veía votando por su expulsión”, afirmó.

Ningún miembro del partido esperaba una acción tan radical de la mimada de la familia. Marine era para su madre Pierrette “un clon absoluto” de su padre, más que Marie-Caroline y Yann, sus hermanas mayores. Todas hubieran podido traicionarlo, excepto ella. La hija mayor, Marie-Caroline, consejera regional de 1992 a 2004, había sido la primera en desafiar la autoridad paterna. A finales de los años noventa, uno de los líderes de la agrupación, Bruno Mégret, decidió romper con Jean-Marie y crear su propio movimiento. Marie-Caroline resolvió con su esposo Philippe Olivier, también miembro del FN, apoyar al disidente. Jean Marie criticó inmediatamente a “esas mujeres que tienen la costumbre de seguir a su marido o a su amante en vez de seguir a su padre”. Jean-Marie y Marie-Caroline solo han conversado esporádicamente desde entonces.

Luego de la traición de Marie-Caroline y de ver que Yann participaba en la vida política de una manera demasiado discreta, las esperanzas de sucesión se centraron en la menor. Marine fue oficialmente coronada como monarca del FN en enero de 2011 y Jean-Marie nombrado presidente de honor. Durante las elecciones presidenciales de 2012, padre e hija se mostraron más cerca que nunca. Quienes estaban decepcionados de la política de los partidos tradicionales y quienes veían en la inmigración la fuente de todos los males del país se movilizaron a las urnas sin dudar. Seis millones de franceses votaron por ella, es decir, el 17,9 por ciento de los electores. Aunque quedó en tercer lugar, detrás del socialista François Hollande y del conservador Nicolas Sarkozy, Marine Le Pen rompió todos los récords electorales realizados por la extrema derecha. Con esa victoria, la menor de las hijas se dio cuenta de que si quería ser la primera mujer presidenta y la primera jefa de Estado de ultraderecha del Hexágono tenía que hacer creer que el FN había dejado atrás todo antisemitismo, racismo y xenofobia. La desaparición de su padre era, en ese contexto, una necesidad.

La foto del frontista Alexandre Gabriac haciendo un saludo nazi, difundida en 2011, fue el segundo motivo de discordia. Los dirigentes históricos del partido no lo consideraron un hecho grave. Pero para Marine, todos los nostálgicos del Führer debían abandonar el FN. El candidato fue finalmente expulsado. Dos años después, el mismo Jean-Marie se atrevió hacer un gesto nazi… o casi: el octogenario apareció en una foto haciendo una ‘quenelle’, una especie de saludo nazi al revés popularizado por el humorista francés Dieudonné, condenado en varias ocasiones por sus bromas antisemitas. Marine criticó entonces a su padre, sin mencionarlo: “No tenemos ninguna razón para intentar herir a la gente”, afirmó.

Hoy, luego de la entrevista con Rivarol y de varios intentos de exclusión del fundador, padre e hija se dirigen apenas la palabra. “¿Por qué debería comportarme como una hija cuando él no se comporta como padre?”, se pre-guntó recientemente. Jean-Marie, por su parte, no ahorra los ataques. “Me avergüenza que ella lleve mi apellido”, repite.

Conocido en los tribunales por demandar y ser demandado constantemente, Jean-Marie va a acudir a la Justicia para objetar su reciente expulsión. El octogenario también prepara su participación en la Universidad de Verano del FN, evento que reúne a los dirigentes y militantes. Allí, dice, va a ocupar tranquilo su silla de presidente de honor del partido, como si nada hubiera ocurrido. Jean-Marie se niega a dejar su movimiento, el fruto de toda su existencia, en las manos de quien osó apuñalar a su padre.