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Miep Gies encontró el cuaderno con las memorias de Ana Frank (abajo) y lo guardó hasta cuando terminó la guerra. Luego lo entregó al padre de ella, quien lo publicó en holandés en 1947

HISTORIA

La guardiana del diario

A los 100 años murió la mujer que arriesgó su vida para proteger a Ana Frank y su familia durante el Holocausto. Fue ella la que salvó el famoso diario de la destrucción cuando los nazis se llevaron a la niña.

16 de enero de 2010

Cuando Ana Frank conoció a Miep Gies, entonces secretaria de su papá, quedó encantada con la máquina de escribir que estaba sobre su escritorio. Ese día, la mujer tomó los dedos de la niña de 4 años y empezó a presionarlos contra las teclas para ver su cara de sorpresa. Años más tarde Gies fue encargada de cuidar a los Frank mientras se escondían del asedio nazi y pasó a la historia por salvar el diario que Ana había escrito durante el encierro. El libro El diario de Ana Frank, traducido a más de 50 idiomas, se convertiría en uno de los testimonios más famosos y emotivos sobre la persecución de judíos durante el Holocausto.

Gies, quien murió de 100 años la semana pasada, se dedicó después a viajar por el mundo para compartir sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. "No soy una heroína. Solamente hice lo que pude para ayudar".

Su vida estuvo marcada por la guerra. Nacida en Viena en 1909, Gies tuvo que dejar Austria cuando tenía 11 años para viajar a Holanda en un tren lleno de niños desnutridos. Su familia, azotada por la hambruna que dejó la Primera Guerra Mundial, la inscribió en un programa en el que algunos pequeños saldrían del país por tres meses. Pero ella fue adoptada y nunca regresó. En una entrevista confesó que, como Ana, cuando era adolescente había empezado un diario secreto. Por eso se sintió identificada cuando la conoció y notó su afición por las letras.

A Otto, el papá de Ana, lo conoció en Ámsterdam en el 33. Él acababa de llegar de Alemania espantado por el ascenso de Hitler, y necesitaba una secretaria en su fábrica de mermeladas. Luego se convertirían en amigos que compartían el odio por el Tercer Reich. Pero todo cambió en 1940. Las tropas alemanas se tomaron Holanda y las restricciones para los judíos se incrementaron. Y aunque Gies era católica, también fue perseguida por negarse a formar parte de una asociación de mujeres nazis.

En 1942, Otto le contó que pensaba esconderse con su familia y cuatro personas más en un anexo secreto que tenía la fábrica y le pidió su ayuda. "Hay intercambios de miradas que sólo se producen una o dos veces en la vida, esa fue una de ellas. Yo le respondí: 'Por supuesto'", escribiría en su libro Ella se llamaba Ana Frank, publicado en 1987.

"Miep era fuerte, modesta, y veía su ayuda como un deber", dijo a SEMANA Annemarie Bekker, amiga de Gies que trabaja en la Casa de Ana Frank, museo ubicado en el edificio donde quedaba la fábrica. "Estaba poniendo en riesgo su vida".

Ana pasó los siguientes dos años escribiendo en el cuaderno que le habían regalado unos meses antes por su cumpleaños número 13. Gies, mientras tanto, se dedicó a llevarles comida, libros y a contarles las noticias de la guerra. Su solidaridad era tal, que ella y su esposo Jan pasaron una noche en el anexo secreto. Ana describiría esa como una velada feliz. Para Gies fue la peor noche de su vida.

El 4 de agosto de 1944 los Frank fueron descubiertos. Hasta hoy no se sabe quién los delató. Gies se salvó de ir a prisión, pues coincidencialmente el oficial de las SS que comandaba la operación era vienés, como ella, y la dejó escapar. Entonces corrió al anexo secreto, buscó el diario de Ana y lo guardó en su escritorio, sin leerlo, esperando su vuelta. Pero la joven murió de tifo en marzo de 1945 en el campo de concentración alemán de Bergen-Belsen. El único que regresó fue Otto, a quien Gies le entregó el cuaderno que después de meditarlo mucho él publicó en 1947.

La salvadora del diario se dedicó a dar conferencias, a escribir y a responder las cartas de quienes la contactaban a través de su página de Internet. El único día que no lo hacía era el 4 de agosto, fecha en que arrestaron a los Frank, cuando se encerraba en su casa con las cortinas cerradas para recordar en silencio a Ana y su familia.