LA GUERRA DE LOS MENEM
Los problemas conyugales de su pareja presidencial convulsionan a Argentina
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Tiene todos los ingredientes de una telenovela: un hombre seductor que se encuentra en la cima del poder acusado de rodearse de una corte de corruptos y serviles, enfrenta a una esposa temperarnental y vengadora que clama públicarnente su despecho aliándose con oscursos cortesanos y sobre la que pende la amenaza inminente de ser arrojada a la calle por su amo y señor.
Esta es la saga que hoy ocupa el interés de millones de argentinos y de buena parte de la prensa intemacional, alimentada por las peleas del matrimonio del presidente Carlos Menem y Zulema Yoma, con declaraciones al vitriolo de Zulema en Buenos Aires y que encuentran respuestas de su marido ya sea desde Kuala Lumpur, Tahití o Asunción del Paraguay, ese extraño periplo que realizó el presidente para llegar al mundial de fútbol en Milán y que más que un esotérico recorrido parece imitar las desesperadas huidas del gato Tom acosado por el implacable ratoncito Jerry.
La historia de esta singular pareja se inició en Siria, en 1963, tierra de sus ancestros, donde se casaron por poder bajo rito musulmán tres años después, aunque él mantuvo la religión católica. Según se cuenta, nunca estuvo claro cuál de las dos familias que en las primeras décadas del siglo emigró a La Rioja, una pequeña provincia al norte de Buenos Aires, tenía el poder de Alá, aunque los Yoma eran mucho más ricos y ambiciosos en negocios y los Menem ejercieron con regular éxito el destino público.
Desde el principio no fue miel sobre hojuelas. El casamiento, como es habitual en los musulmanes, fue un arreglo familiar y se habla que Menem mantuvo en esos años su relación con una novia que era amiga dilecta de la familia de su hermano, el actual presidente del Senado, Eduardo Menem.
En una de las tantas declaraciones realizadas por Zulema, confesó en 1984, que: "si no me separé de Carlos antes es porque lo amo. A papá no le gustaba por mujeriego, mamá decía que no me convenía".
Los problemas conyugales se hicieron más críticos hacia 1975 durante la gobernación de Carlos Menem en su provincia, y se enturbiaron durante 1978 cuando encarcelado por los mismos militares a los que años después indultaría, recibía la visita frecuente de una abogada, hija de un teniente coronel.
LOS DRAMAS DEL PROTOCOLO
Por primera vez en su existencia, el invicto y gallardo cuerpo de Granaderos a Caballo adscrito a la Guardia de Honor del Presidente, no sabe qué hacer ni cómo actuar. El problema se planteó cuando Carlos Menem dejó hace más de un mes de pernoctar en la quinta de Olivos, una localidad cercana a Buenos Aires, donde se encuentra la residencia presidencial. "Una mañana, en los primeros días de mayo, Carlos Menem se levanta como todas las mañanas y se fue a trabajar... Nunca más volvió", dijo Zulema como toda explicación.
Desde cuando abandonó el domicilio conyugal Menem, como un expreso de medianoche, empezó a deambular en las madrugadas de Buenos Aires buscando un refugio donde dormir. Todas las noches, sus asesores discutían el tema. ¿En qué lugar, en qué casa, en el domicilio de qué amigo descansará su fatiga el presidente? El hecho se había convertido en una cuestión de Estado. ¿Y si se producia alguna urgencia y se ignoraba el paradero?
La decisión de no volver más a Oli vos, de separarse definitivamente de Zulema Yoma y de poner fin a su periplo nocturno se inició el jueves 24 de mayo, cuando partió para un largo viaje.
Antes, la situación matrimonial había llegado a su punto más volcánico cuando cientos de carteles de gran tamaño inundaron Izs calles de Buenos Aires acusando a altos funcionarios, de corrupción. En la colada caían el hermano del presidente, Eduardo Menem, el ministro de Acción Social, Eduardo Bauzá y el presidente de la Cámara de Diputados, Carlo Manzano. La denuncia no llevaba firma conocida sino de un ignoto comité. Sin embargo, a poco de andar la investigación puesta en marcha por el gobierno, se destapó la olla. Detrás de los ignotos se encontraba el secretario del ministro de Turismo como mano ejecutora, y por lógica analítica, el propio secretario de Turismo, Omar Fassi Lavalle, amigo preclaro de Zulema Yoma, a quien ésta defendió públicamente en varias oportunidades.
Fue la gota que rebasó la copa Menem inició el viaje en que trajinó 67.082 kilómetros en 12 días para transitar por Kuala Lumpur (Malasia), Asunción (Paraguay), con destino final en Milán (Italia), Menem hizo una escala de descanso y técnica en Tahití, se alojó con buena parte de su gabinete con el que viaja aunque no se sabe porqué, en el Sofitel Moove Beach, un hotel junto al mar cuyos prospectos proclarnan "preferido por parejas en luna de miel y toda clase de amantes" y que cuesta entre 200 y 450 dólares por noche. Menem y la delegación almorzaron el "poisson cru" mientras un grupo de seis muchachas nativas danzaban al ritmo polinesio de caderas ondulantes.
Pero antes de partir hacia Haití, quizá para disipar su depresión, Menem firmó un decreto por el cual reivindicó su derecho a controlar "el ingreso, la permanencia y la exclusión de personas de la residencia de Olivos", donde viven su esposa y sus dos retoños. "Amo a mis hijos -dijo sorprendentemente pero cuando hay cuestiones trascendentales hay que optar entre la familia o la Patria".
CUESTION DE ESTADO
Pese a las afirmaciones de Menem de que no está dispuesto a ventilar en público sus problemas íntimos y domésticos, lo cierto es que no ha dejado de hacer manifestaciones como la señalada, de las cuales debe deducirse que el comportamiento de su familia y el uso dado a la residencia presidencial compromete los intereses nacionales.
A tenor de estas reflexiones, que no estarían tan alejados de la verdad, los allegados al ámbito presidencial califican esta situación como un "problema político".
A nadie escapa que Zulema, una mujer pequeña, delgada, rubia de peluquería y que previa a la ascensión de Menem se puso en manos de un famoso médico brasileño que equilibró su rostro y anatomía, no es sólo la esposa del presidente sino el contacto con el gobierno de un grupo heterogéneo que comprende desde el clan Yoma, que ocupa puestos de jerarquía en el Estado, hasta sectores de la oposición. En ese sentido no se ha preocupado en desmentir su amistad y admiración por el sector disidente del Ejército (los "carapintadas"). Al coronel Mohamed Ali Seineldin, a quien visitó cuando éste permanecía detenido por haber liderado una fallida asonada y al que invitó en varias oportunidades a cenar en la residencia de Olivos, hasta el dirigente de la Confederación General del Trabajo, Saúl Ubaldini, claramente enfrentado a la política sindical de Menem.
Pero no son sólo las desaveniencias de la pareja las que preocupan. Existen otras razones para el alejamiento de Zulema, que según algunos observadores, son de carácter internacional. Tal es el caso de Estados Unidos, para cuyo gusto la rama Yorna tiene relaciones demasiado estrechas con gobiernos árabes en conflicto con Washington y Tel Aviv.
A los Yoma se atribuye el seguimiento de acuerdos estratégicos, como la colaboracion cientifica y tecnológica con Irak. En ese sentido, subrayan, el 21 de mayo pasado se dio cuenta oficialmente de la aprobación del envio de 30 toneladas de uranio enriquecido a Irán, operación que concretó Emir Yoma, durante un reciente viaje al Oriente Medio y Teherán.
"¿A quién le importa si la Argentina se remata como país?. En cambio es la primera vez en el mundo que una primera dama echa al Presidente de la residencia", comentó un corresponsal extranjero. Un poco antes de asumir la presidencia, el Jefe de Estado comentó a un periodista: "En la vida sólo le tengo miedo a Dios. Perdón, a Dios... y a Zulema" -