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A LA LONA

Carlos Monzón, al borde del K.O. en el juicio por la muerte de su esposa.

31 de julio de 1989

Dos juicios coparon la atención de la opinión pública latinoamericana la semana pasada El primero de ellos, de más resonancia, es el que se le sigue en La Habana a los narco-funcionarios del gobierno de Fidel. El segundo, sin implicaciones políticas pero de una gran carga sentimental para los amantes del deporte, es el que se le sigue en la ciudad argentina de Mar del Plata al ex campeón mundial de los pesos medianos, Carlos Monzón. Desde el pasado lunes, emisoras de casi toda Suramérica han transmitido, desde el recinto en el que se desarrolla el juicio,apartes del proceso por la muerte de la tercera esposa de Monzón, la modelo uruguaya Alicia Muñiz. El despliegue que ha recibido el proceso lo hace comparable con los que se le siguieron, hace algunos meses, a los militares argentinos acusados por la desaparición de cerca de 40 mil personas durante la dictadura militar.
Esta novela, que tendrá un desenlace definitivo en los próximos días cuando la justicia argentina anuncie su fallo, comenzó el 14 de febrero del año pasado. En la madrugada,luego de una noche de copas y juego en un casino de Mar del Plata, la pareja que al parecer hacía un intento de reconciliación después de varios meses de separación, riñó acaloradamente. Al parecer, el "Indio" la golpeó en la alcoba, lo que obligó a Alicia a huir, semidesnuda, hacia la sala que daba a un balcón sobre la calle. Hasta allí la persiguió el boxeador y, en hechos confusos que ahora trata de establecer la justicia, la bella Alicia cayó al cemento de la calle, de donde fue recogida sin vida.
No era la primera vez que Monzón le "ponía la mano" a una mujer. Ya antes sus dos primeras esposas,Mercedes García y Susana Giménez, probaron en la casa lo que Carlos aprendió en el gimnasio. Tampoco es la primera vez que el ex campeón es llevado a juicio. Por lo menos en dos ocasiones anteriores fue acusado por golpear a un mesero, destruir un bar y disparar en un restaurante atiborrado de gente. Pero en esas ocasiones el "Indio" salió bien librado gracias a la intervención de los mandatarios militares y a la simpatía que aún despertaba entre el público. Claro está que, en esas ocasiones, no hubo muerto de por medio.
Según los entendidos, los primeros rounds del juicio, que se inició la semana pasada, fueron para la fiscalía y la parte acusadora.El interrogatorio de Alicia Ramos Fondeville, presidenta de la Cámara de Apelaciones, fue como un directo a la mandíbula de Monzón.El acusado reconstruyó con lujo de detalles los momentos previos a la muerte de la Muñiz pero, al llegar a lo fino del asunto, declaro no recordar lo sucedido y sólo recuperó la memoria a partir del momento en que él se tiró por el balcón para tratar de ayudar a su esposa. El interrogatorio tuvo partes dramáticas en especial cuando el ex campeón afirmó que en ningún momento había tomado por el cuello a Alicia, a lo que la señora Ramos ripostó con la declaración hecha por Monzón en la diligencia de reconstrucción de los, hechos,cuando ante un juez afirmó haberlo hecho.
Acto seguido, fue interrogado sobre las manchas de sangre en la baranda del balcón, a lo que Carlos Monzón respondió que eran de él. Con lo que no contaba el acusado era con que, también durante la reconstrucción, afirmó no haber sangrado en ningún momento. Y, para colmo de sus males, durante el propio juicio afirmó no haber sido agredido fuertemente por la Muñiz, cuyo único pecado fue haberle arrojado una caja de cigarrillos. "Le pegué una cachetada y ella me arrojó un paquete de cigarrillos que me enfureció", dijo Monzón con todo el desparpajo. Durante las casi dos horas que duró la primera sesión con su impecable traje azul, su camisa blanca y su corbata celeste,"El Cholo" nunca perdió la compostura.
La verdad es que, a pesar de las declaraciones esperanzadoras de sus abogados, son pocas las posibilidades de que el ex campeón se libre de una condena que podría estar entre los 8 y los 25 años de cárcel. Las declaraciones de los dos grupos de forenses que le hicieron las autopsias al cadáver de Alicia Muñiz, comprometen cada vez más al acusado, a pesar de que entre ellos se han trenzado en una seria discusión médica. Jorge Tonelli, jefe del grupo que practicó la primera autopsia, afirma que la víctima estaba inconsciente y no muerta en el momento de caer por el balcón. Por su parte, Juan Carlos de Arizabalo y Jorge Kiss, quienes hicieron la segunda necropsia,afirman que existen huellas claras de estrangulamiento y que las lesiones en la laringe, la tráquea y la fractura del hueso hioides "fueron idóneas para producir la muerte".
En lo que tiene que ver con las declaraciones de los dos grupos de forenses hay un contrapunto interesante no sólo respecto al momento de la muerte de la modelo uruguaya.Según el segundo grupo de médicos, durante el traslado del cuerpo de Mar del Plata a Buenos Aires, habría sido retirada parte del músculo externocleidomastoideo, que hubiera sido una prueba irrefutable de que la mujer fue estrangulada antes de la caída final. Al parecer, los abogados estarían a favor de la declaración del primer grupo de médicos, que de ser acogida como cierta les permitiría jugar con la hipótesis de que la caída de la Muñiz se dio accidentalmente, estando ella viva cuando Monzón trataba de cogerla junto a la baranda. Hipótesis difícil de sostener porque la parte acusadora seguramente alegará que, ya sea antes de la caída -estrangulada- o en la caída -por fracturas múltiples en el cráneo-, de todas formas Monzón fue el causante de la muerte.

EL ONE-TWO
El único punto del que la defensa podría sacar ventaja,aunque no mucha, es de las contradicciones surgidas entre los dos testigos que supuestamente vieron la escena final. El uno, Crisanto Báez, un cartonero que pasaba por el lugar en el momento de los hechos,afirmó que Carlos "levantó la chica tras agarrarla del cuello y la subió por la escalera, como una bolsa de papas y la largó abajo", no sin propinarle antes una combinación de golpes estilo one-two, como las que le daba a sus contrincantes para enviarlos a la lona. Por su parte, Rafael Moyano, empleado de una confitería y quien se paró al escuchar la acalorada discusión, le dijo a la Corte que primero Monzón la tomó por un brazo y le hizo golpear la espalda contra una pared, y que luego "la tomó de la cintura y la puso sobre la baranda, le puso la mano derecha en el cuello y la golpeó con la izquierda; después creo que intentó sujetarla, ella cayó y él también cayó inmediatamente". Como se ve, aparte de las claras incongruencias,los dos testigos coinciden en que la tomó por el cuello y la llevó hacia la baranda.
A estas alturas del juicio, Monzón lleva la pelea perdida por primera vez en su vida. Y, para hacer más difícil su situación, es poco probable que el tribunal quiera ponerse de su parte, en momentos en que en la Argentina ya nadie recuerda las glorias pasadas de Monzón, que él mismo se encargó de empañar con su comportamiento fuera de los tinglados. Además, hay una fuerte presión por parte de movimientos feministas que verían con buenos ojos una condena en este caso, que se convertiría en escarmiento para el machismo que padecen miles de mujeres argentinas .
Al comenzar el juicio se habló de un posible indulto por parte del nuevo presidente, Carlos Menem, pero éste, en declaraciones a los periodistas, dijo no haber contemplado nunca esa posibilidad. Así las cosas, el poderoso boxeador, que se retiró invicto porque nadie en el mundo pudo vencerlo, posiblemente sea derrotado en la contienda más importante de su vida y en la que sus golpes, antes que ayudarlo, lo hunden cada día más.
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