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Laura de Jesús Montoya y Upegui se internó en la selva de Dabeiba, Antioquia, y entregó su vida a evangelizar y servir a los indígenas katíos. | Foto: Archivo Semana

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La maestra que se convirtió en la primera santa colombiana

El Papa aprobó la canonización de Laura de Jesús Montoya y Upegui. Reconoció que la beata antioqueña sanó milagrosamente de una infección mortal a un hombre desahuciado.

20 de diciembre de 2012

“Madre, ayúdeme a salir de este trago tan amargo y yo la ayudo a subir a los altares”. Con esta petición Carlos Eduardo Restrepo, un médico antioqueño que padecía una enfermedad degenerativa con dolorosos síntomas propios de la artritis reumatoidea, el lupus y la esclerosis, le encomendó su salud a la beata Laura de Jesús Montoya. Era el 13 de enero de 2005 y ante el asombro de los médicos y contra todos los pronósticos él se recuperó. 

Este jueves la antioqueña, que falleció en 1949, fue canonizada después de que el papa Benedicto XVI aprobó el decreto por el que se reconoció un milagro por su intercesión, informó el Vaticano. Laura de Jesús Montoya y Upegui acaba de convertirse en la primera santa colombiana.

Laura de Jesús Montoya y Upegui fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Beata Virgen María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena. Se internó en la selva de Dabeiba, Antioquia, y entregó su vida a evangelizar y servir a los indígenas katíos.

Laura nació en Jericó, Antioquia, el 26 de mayo de 1874. En su juventud, para ayudar a su familia, se había dedicado a la pedagogía, especialmente a la catequesis. Se graduó como maestra en 1893 y llegó a ser subdirectora de un colegio privado femenino en Medellín pero en 1914 decidió dirigir su labor a los marginados. 

Por ello el 4 de mayo de ese año emprendió un viaje a lomo de mula hacia Dabeiba con un pequeño grupo de mujeres, entre ellas su madre, con el fin de iniciar su misión con los indios catíos, que habitaban cerca de la región.

La religiosa fue maestra de escuela, defensora de los indígenas, escritora y mística. En su autobiografía describió a las mujeres de su congregación como“intrépidas, valientes, inflamadas en el amor de Dios, que pudieran asimilar su vida a la de los pobres habitantes de la selva, para levantarlos hacia Dios”.

En ese entonces en la Iglesia no existían congregaciones femeninas cuyas estructuras permitieran la evangelización de los grupos indígenas ubicados en lugares selváticos. Ella fue pionera en América Latina de esta forma de misionar, pues las demás comunidades estaban acostumbradas a las religiosas resguardadas.
 
Laura falleció en Belencito, Medellín, el 21 de octubre de 1949, a los 75 años, luego de pasar casi 10 en una silla de ruedas.

El 25 de abril de 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II luego de que el Vaticano admitiera que sanó de cáncer a Herminia González y ahora, con la comprobación del milagro de la curación del médico antioqueño desahuciado, la religiosa se eleva a la categoría de Santa.