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LA MALA HORA

EL CASO DE UNA PAREJA DE NIÑOS RICOS QUE ASESINO A SU BEBE TIENE CONMOCIONADO A ESTADOS UNIDOS.

13 de enero de 1997

.Sus amigos, sus profesores y sus vecinos aún no salen del asombro. Sus padres, consternados, se niegan a creerlo. Pero lo cierto es que Brian Peterson y Amy Grossberg, dos aventajados estudiantes de 18 años en prestigiosos centros educativos del estado de Delaware en Estados Unidos, enfrentan una acusación que podría llevarlos a ser condenados a la pena de muerte: haber matado a su hijo recién nacido.El caso ha conmocionado a Estados Unidos. Aunque este tipo de asesinatos infortunadamente no son extraños a ninguna sociedad, el episodio ha llamado la atención del país porque los padres asesinos son dos universitarios provenientes de familias estables y adineradas y, hasta ahora, con un prometedor futuro. Los padres de Amy ni siquiera sabían que su hija estaba embarazada. Hoy nadie se explica por qué dos adolescentes que lo tenían todo llegaron a tal grado de desesperación para cometer el asesinato de su propio hijo. En medio del estupor, sus familias y amigos no entienden por qué de todas las opciones que tenían, esta pareja de adolescentes eligió la peor. Las preguntas que todos los estadounidenses se hacen es por qué los jóvenes no dijeron nada a sus padres acerca del embarazo, por qué no optaron por dar el niño en adopción o simplemente por qué no lo dejaron abandonado cerca del hospital para que alguien lo encontrara. Lo cierto es que ni siquiera su compañera de cuarto en la universidad sabía que Amy esperaba un hijo. Y a lo mejor nadie se hubiera enterado de lo ocurrido, pero el destino se encargó de develar su secreto. El pasado 12 de noviembre la joven sufrió un desmayo en el dormitorio de la universidad y fue llevada de inmediato al hospital. Cuando el médico la examinó supo que había dado a luz en las últimas horas. Sólo después de que los médicos le dijeron a Amy que la placenta no había sido expulsada de su cuerpo ella admitió que había tenido un parto.Su compañera de cuarto dijo a la Policía que Brian había recogido a Amy después de medianoche y la pareja sólo había regresado al otro día. Pero no notó nada extraño en ellos. Sin embargo, en la requisa al cuarto de Amy encontraron sus ropas ensangrentadas. Entonces Brian admitió que su novia había dado a luz a un bebé en un motel de las afueras de Newark y él había puesto al niño en una caneca de basura. Al día siguiente las autoridades encontraron el cuerpo del recién nacido en una bolsa plástica. La autopsia indicó que el bebé, un niño de seis libras que había nacido saludable, había muerto como resultado de múltiples fracturas en el cráneo. Amy, considerada por sus profesores como una estudiante inteligente y brillante, es la segunda hija de un matrimonio de clase media alta, socios de un club y con grandes aspiraciones para sus hijos, a quienes habían dado todo. Su padre, Alan, es dueño de un almacén de muebles y su madre, Sonia, es decoradora de interiores. Amy, quien este año ingresó a la universidad, llevaba un año de amores con Brian, también buen estudiante y capitán del equipo de fútbol del colegio, quien proviene de una familia de gran solvencia económica. Es hijo único y, desde que sus padres se divorciaron cuando él tenía 12 años, vive en una mansión con su madre, Bárbara, quien maneja una compañía de video con su segundo esposo. El pasado verano, cuando ya la pareja debía saber del embarazo, Amy trabajó dando clases de arte a un grupo de niñas. Brian, por su parte, tomaba clases de golf. Sus amigos de fiestas en el club aseguran que nunca notaron en ellos el menor indicio de ansiedad o preocupación. Ni los padres, profesores o amigos de la pareja saben en qué momento sus brillantes hijos se convirtieron en asesinos. Los sicólogos analizan por qué dos muchachos que lo tenían todo en la vida cometieron un acto tan vil y despiadado. Y mientras buscan explicaciones, los fiscales del distrito discuten la posibilidad de pedir para ellos la cadena perpetua o la pena de muerte. nn La pareja de adolescentes podría ser condenada a la pena de muerte.