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La mujer de los gays

Torie Osbom, una lesbiana cuarentona, es quien ha puesto a marchar a los homosexuales norteamericanos.

31 de mayo de 1993

CUANDO EL FIN de semana pasado cerca de un millón de homosexuales marcharon por las calles de Washington, sorprendió a la opinión pública la extraordinaria exhibición de fuerza política del movimiento gay norteamericano. Aunque en ese país ya son habituales las manifestaciones del tercer sexo, la del 25 de abril ha sido calificada como una de las demostraciones más numerosas realizadas en la capital de los Estados Unidos.
Pero lo que quedó en claro con la marcha del domingo 25 de abril es que las mujeres han tomado las riendas del movimiento gay. Si bien hasta ahora la lucha de los homosexuales había sido considerada como un "asunto de hombres", por su predominancia masculina, lo cierto es que las lesbianas han entrado a reforzarlo y, hoy por hoy, los unos y las otras conforman un nada despreciable grupo de presión política en busca de la igualdad de derechos.
Y quien ha logrado dar la gran batalla por los representantes del tercer sexo es una mujer. Se llama Torie Osborn, nació hace 42 años en Copenhague, y desde que entró a presidir la Fuerza Nacional de Homosexuales y Lesbianas se ha convertido en la heroína de la causa gay. Esta cuarentona, lesbiana confesa, ha logrado en poco tiempo mucho más de lo que sus colegas hombres consiguieron en décadas de pancartas y caminatas de protestas. Hace unos días, ella llegó hasta la Casa Blanca para darle al presidente Clinton la bienvenida a la "década gay".
La marcha del domingo fue un momento culminante en la vida de Torie Osborn.
No solo en sus 20 años como activista política sino también en la lucha interna por cuenta de su orientación sexual. Esa pelea comenzó desde que era una adolescente y se dio cuenta de que era una lesbiana. "Cuando tenía 15 años tuve una inesperada relación sexual con una compañera de clase dijo en una reciente entrevista. Esto marcó el inicio de un infierno. Era la primera vez que sentía el deseo sexual y estaba abrumada por el sentimiento de culpa. Mi reacción inmediata fue salir a conseguir un novio. Durante mis años de colegió traté de ser heterosexual Pero salí dando alaridos de esta frustrante experiencia", señala.
Y no es para menos. En su intento por buscar la compañía masculina, Torie vivió otra traumática experiencia sexual. Durante una cita con un muchacho fue víctima de violación. Poco tiempo después se dio cuenta de que estaba embarazada y recurrió al aborto ilegal. Esto vino a aumentar aun más sus sentimientos de culpa y desadaptación. Pero también reafirmó su deseo interno por vivir abiertamente su sexualidad y luchar contra los tabúes de la puritana sociedad norteamericana. "Ahora quiero asegurarme de que los jóvenes homosexuales no tengan que atravesar por este tortuoso camino ", dice la Osborn.
Durante esos años, Torie Osborn se convirtió en una activista política. En los 60 hizo parte de las protestas por la guerra de Vietnam, se fue a vivir en una comuna hippie y terminó convertida en una ardiente feminista. Sin embargo el conflicto sobre su represada sexualidad seguía latente. "Sabía que mi condición podía desacreditar el movimiento que estábamos tratando de construir. No era cualquier cosa ser lesbiana o gay en los 60...". Hija de un funcionario del Servicio Exterior estadounidense, Torie Osborn era lo que se dice una "niña bien" de Filadelfia. Luego de terminar sus estudios secundarios había conocido a Steve Early, un militante de los grupos antibélicos, quien no sólo la había alentado en su compromiso con las causas políticas sino que se había convertido en su novio.
Pero un día, en 1972, Torie Osborn decidió sacar su homosexualidad del closet. "Fue un proceso gradual que tomó varios meses. Pero me acuerdo de haber escrito en mi diario Yo soy una lesbiana y no puedo negar esto por más tiempo". Tenía 22 años el día que decidió hablar con sus padres, quienes, después de escuchar semejante confesión, dejaron de hablarle. Durante el proceso de vivir abiertamente su homosexualidad, conoció los grupos de lesbianas que luchaban por una aceptación social. En 1984, Torie Osborn logró combinar su situación personal con su extraordinaria capacidad como organizadora política, al asumir la dirección del Centro de Servicios de los Homosexuales de Los Angeles. En apenas cuatro años de gestión la convirtió en la mayor organización de servicio y ayuda a la comunidad gay de la nación.
Desde hace unos meses, cuando entró a presidir la Fuerza Nacional Homosexual de los Estados Unidos ha demostrado que sus objetivos van más allá de las originales y tímidas pretensiones antidiscriminatorias. Durante el último fin de semana de abril, cientos de miles de homosexuales llegados de todo el país se tomaron las calles de Washington para exigir más presupuestos para la lucha contra el sida y los mismos derechos legales que tienen las parejas heterosexuales. Ese domingo, en un acto simbólico, 3.000 parejas gays contrajeron matrimonio ante la sede del Servicio de Impuestos. Y la verdad es que esta mujer que logró convertir la capital estadounidense en una ciudad gay ha conseguido que los homosexuales gringos cada día pisen más fuerte.