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LA MUSA DE PATARROYO

Marcela Parra, una bacterióloga colombiana, hoy especializada en malaria, fue la responsable de que Manuel Elkin Patarroyo se interesara en el estudio de esta enfermedad.

12 de junio de 1995

SIEMPRE SE DICE que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Pero en el caso del inmunólogo Manuel Elkin Patarroyo este viejo refrán no aplicaría literalmente porque han sido varias las mujeres que lo han apoyado incondicionalmente. Está Julia, su mamá, una mujer trabajadora que siempre le financió todo lo que tuviera que ver con estudiar. También está su esposa María Cristina, quien lo ha acompañado en las buenas y en las malas. Pero hay otra mujer, que nadie conoce y que desempeñó un importante papel en su investigacion para una vacuna contra la malaria. Según Patarroyo, ella fue "la culpable" de todo. Se trata de Marcela Parra Dussán, una bacterióloga bogotana, graduada en la Universidad de los Andes, quien acaba de publicar el libro Malaria, de la quina a la vacuna sintética, en el que hace un recuento de lo que ha sido la historia de esta enfermedad. Marcela, quien tiene un doctorado en malaria, trabaja actualmente en la Universidad de Georgetown, en Washington, como profesora asistente de investigación.
En entrevista con SEMANA, Marcela contó que su interés por esta enfermedad surgió en 1977, cinco años antes de que el científico colombiano realizara su primer trabajo. "Desde el primer día que, en clase, pude apreciar una muestra del parásito, a través de un microscopio, quise conocer cómo afectaba el organismo y cómo el cuerpo se podía defender".
Dos años más tarde, para cumplir con el año rural, la bacterióloga consiguió trabajo en el Instituto de Inmunología. Allí encontró a Manuel Elkin Patarroyo, quien trabajaba con un grupo de jóvenes científicos . Ese año, ella se dedicó a estudiar la malaria. "Por su visión y porque era muy cercano a mí, era la persona más indicada para comentarle todo lo que yo iba descubriendo", dice Marcela. Lo llamaba permanentemente para que mirara alguna muestra en el microscopio y, poco a poco, el inmunólogo se convirtió en el receptor de sus comentarios, de sus dudas y de sus descubrimientos.
Un día, Marcela le propuso hacer un trabajo sobre malaria juntos. Pero no fue mucha la atención que Patarroyo le prestó en ese momento. "Yo veía a Marcela muy interesada en el tema -dice el inmunólogo- pero no le prestaba mucha atención. Ella, sin embargo, no sólo insistía, sino que me fastidiaba día y noche con la idea de que dejara la investigación de la tuberculosis, en la que yo estaba concentrado, y me pasara a la de la malaria", comenta Patarroyo, quien escribió el prólogo del libro.
Un año después la bacterióloga se fue a Estados Unidos por un posgrado en malaria. Cuando regresó, en 1982, volvió a buscar trabajo en el Instituto de Inmunología, junto a Patarroyo. Entonces se dio cuente de que toda su insistencia no había sido en vano. Ante la necesidad apremiante de presentar un trabajo científico como requisito para asistir a un evento en Suecia, Manuel Elkin Patarroyo se dedicó con los miembros de su grupo a hacer la investigación sobre malaria. "Resolvimos algunos problemas fundamentales y logramos aislar las moléculas de la enfermedad. Con eso, me fui tranquilo al evento. Y cuando mostré los resultados a los demás colegas, estaban sorprendidos de que hubiéramos logrado aislar la primera molécula de la malaria".
La joven bacterióloga acompañó a Patarroyo hasta 1985, año en que se fue a Washington a adelantar un doctorado en malaria, en la Universidad de Georgetown. Nunca ha estudiado otro asunto, porque cree que con con este tiene tema hasta para 10 vidas. Con Manuel Elkin mantiene aún una estrecha comunicación sobre temas científicos "Yo sé que fue un proceso en el que influyeron varios factores, pero si siento que sembré la semilla en el mejor terreno", dice ahora la bacterióloga.