Home

Gente

Artículo

LA MUSSOLINA

Apoyada en su famoso nombre, Alessandra Mussolini, nieta del Duce, protagoniza un nuevo escándalo en el Parlamento Italiano.

1 de junio de 1992


LOS ITALIANOS parecen divididos entre los que encuentran alegre y folclórico que actrices o prostitutas lleguen al Parlamento, y aquellos que se cogen la cabeza a dos manos. En el conjunto, la gran crítica parece estar de acuerdo en que la política italiana cuando se trata de elecciones -y más que en cualquier otra parte del mundo- se juega sus cartas en torno a personas farrosas más que a temas o planes de gobierno. Por eso los presentadores de televisión y los actores y actrices de cine están hoy cotizados como nunca a la hora del llamado a las urnas.
Ya llona Staller -la Cicciolina- una actriz de películas porno, escandalizó en su momento, cosa que no impidió que un poco más vestida que de costumbre se sentara en su curul en Roma. A ella siguió en el liderazgo del Partido del Amor que llevó a La Cicciolina al Senado, otra estrella de la pornografía, Moana Pozzi. Pero ahora el tema en boga en el sacro recinto italiano es el alegato que adelanta Alessandra Mussolini, actriz de cine y televisión.
Ella, a diferencia de las anteriores, reúne dos condiciones que en las pasadas elecciones la llevaron sin mucho esfuerzo al Parlamento: es nieta de Benitto Mussolini cuyo nombre si bien ha sido condenado por la historia, cuenta con adeptos en su país. Y, además, es sobrina de la prima dona del cine italiano, Sofía Loren. Apuntalada por ambos nombres, la Mussolini toca la sensible fibra de los electores en lo que a las grandes figuras del cine se refiere, y sirve a políticos interesados en revivir un partido que murió con el Duce.
El caso es que hace poco cuando muy personificada de su nuevo papel de senadora, la Mussolini llegó al recinto del Parlamento encontró -según ella- que su silla estaba ocupada. La sesión se detuvo y el Parlamento se vio obligado a atender la queja de la nueva senadora. Para sorpresa de todos. el alegato consistía en que ella piensa que tiene todo el derecho de ocupar exactamente la misma curul que ocupó su abuelo durante un año antes de convertirse en primer ministro en 1922. La silla estaba ocupada por un tranquilo senador de Toscana, quien encontró el alegato absolutamente inadmisible y se rehusó a moverse de su asiento. La Mussolini, hija de Romano el tercer hijo del Duce casado con la hermana menor de Sofía Loren, en un momento de audacia enfrentó a los sorprendidos y molestos parlamentarios anunciándoles que " si no me dan la silla de mi abuelo aquí en el Senado, tendré que ir a sentarme a la otra silla que tuvo: la de primer ministro". Los adeptos al folclorismo en la sede legislativa han hecho su agosto con el impasse, y los 630 diputados unificaron voces para decir que "así es imposible manejar un país ". -