Home

Gente

Artículo

CELEBRIDADES

La noche de la bronca

Dos meses después, se revela el verdadero origen del escándalo sexual de Tiger Woods.

13 de febrero de 2010

Desde finales del año pasado cuando Tiger Woods volvió añicos su Cadillac Escalde contra un árbol y un hidrante de su exclusivo vecindario, se ha dicho de todo. Que la Policía lo encontró tirado junto a la camioneta con los labios destrozados, y a su esposa, Elin Nordegren, a su lado con un palo de golf. Que ella aseguró que con ese instrumento sólo había roto los vidrios del auto para poder auxiliar a su marido, aunque nadie le creyó. Y que en realidad se habían ido a los golpes por cuenta de las infidelidades del golfista, al que le han aparecido más de una docena de amantes, entre meseras, actrices porno y prostitutas. Pero sólo hasta ahora se revelan los detalles de lo que ocurrió en la casa del matrimonio Woods esa noche en plena celebración del día de Acción de Gracias, que terminó en desgracia.

Según han contado dos fuentes cercanas a la pareja, la propia Elin empezó a darse cuenta, por un tabloide, de que la imagen de hombre de familia ejemplar del deportista era una farsa. Estaba mirando varias páginas en Internet cuando se encontró con el rumor de que el periódico sensacionalista The National Enquirer iba a publicar en exclusiva los detalles de un supuesto affaire entre el número uno del golf y la administradora de un club nocturno de Nueva York llamada Rachel Uchitel. Furiosa, le pidió explicaciones a Woods, quien le juró que todo era "pura basura". Aunque él admitió conocer a la mujer, le aseguró que sólo habían coincidido una o dos veces en algún evento social. Para probar su versión llegó al colmo del atrevimiento: le dijo a su esposa que había conseguido el teléfono de Rachel para que las dos hablaran y el asunto fuera aclarado. Así lo hicieron durante media hora y Elin quedó convencida de su sinceridad.

Pero la calma duró poco porque al día siguiente apareció finalmente el reportaje completo en el Enquirer que decía, entre otras cosas, que Tiger y su amante se habían encontrado a escondidas en un hotel en Australia. Por eso, luego de una tensa cena familiar de Acción de Gracias, Elin volvió a enfrentarlo, él volvió a negar todo y haciéndose el indignado, decidió poner fin a la discusión yéndose a descansar con la ayuda de una pastilla de Ambien, un poderoso somnífero.

Pero Tiger no contaba con que mientras dormía profundamente, su esposa aprovecharía para revisar su celular. Allí encontró un mensaje de texto que él le había enviado a su amante en el que decía: "Eres la única a la que he amado". Desconcertada, y aunque era más de la una de la madrugada, Elin decidió hacerse pasar por Tiger y le escribió que la extrañaba, que se moría por volver a verla. Rachel le habría respondido de inmediato, preguntándole qué hacía despierto a esas horas. Ante la naturalidad con la que contestó, Elin supuso que los rumores eran ciertos y la llamó. Como Rachel esperaba oír la voz del golfista, se sorprendió cuando, en su lugar, su mujer histérica le dijo: "Sabía que eras tú". Asustada sólo atinó a responderle: "Vete al carajo" ("Fuck you") y le colgó. Elin perdió el control y se fue a donde su marido que, aturdido por los efectos de la droga, no entendía por qué le gritaba y lo golpeaba.

Mareado y confundido Tiger se paró como pudo y se encerró en el baño para escribirle a Rachel que creía que su esposa ya lo sabía todo. Cuando salió, Elin le arrebató el celular y al ver el nuevo mensaje, quedó disipada cualquier duda que pudiera haber tenido. Fue entonces cuando comenzó la persecución con el palo de golf que llevó a un Tiger descalzo, todavía zombi, a emprender su frustrada huida que terminó en el choque. El resto ya es historia.

Después de semejante pelotera lo que aún es un misterio es qué rumbo tendrá el matrimonio Woods. Al parecer, Tiger, por exigencia de su esposa, tuvo que ingresar a una clínica de rehabilitación en Mississippi y someterse a un tratamiento de seis semanas por 37.000 dólares para curar su adicción al sexo. Quizás esta sólo sea una pequeña muestra de los muchos actos de penitencia que tendrá que hacer para conseguir el perdón y no perder los 300 millones de dólares que ella exige si se divorcian.