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La novia fugitiva

Por miedo al matrimonio una mujer fingió su secuestro y puso en jaque a las autoridades estadounidenses.

9 de mayo de 2005

Es probablemente el peor temor de cualquier mujer que esté a punto de caminar hacia el altar: que el novio la deje plantada. Pero en el caso de Jennifer Wilbanks las cosas sucedieron al revés. Fue ella la que no pudo soportar la idea de dejar atrás sus días de soltera y, a sólo cuatro días de su matrimonio, decidió desaparecer sin dejar rastro. El problema fue que olvidó advertirle a John Mason, su prometido, y a su familia, quienes obviamente pensaron lo peor y alertaron a las autoridades. El chiste de la novia arrepentida tuvo a Estados Unidos en vilo durante cuatro días y convirtió a Jennifer en la mujer más detestada de ese país. Todo empezó el martes 26 de abril, cuando a las 8:30 de la noche Jennifer le dijo a su novio que saldría a trotar, algo que hacía con bastante frecuencia. Antes de salir habló con su madre por teléfono sobre algunos detalles que faltaban para la ceremonia del sábado siguiente, a la que asistirían 600 invitados. Cuando una hora después Jennifer no volvió, John se preocupó y salió a buscarla. Luego llamó a los hospitales de la zona y a algunos amigos. Al no tener noticias de Jennifer, finalmente llamó a la policía de Duluth, Georgia. Entonces la alerta se extendió por todo el país y más de 150 voluntarios de la zona se unieron a las autoridades para buscar a la novia desaparecida. El viernes la única pista era un mechón de pelo de un color parecido al de Jennifer que se encontró cerca de la biblioteca pública de Duluth. La policía, que ya no sabía qué más hacer, llegó a contemplar la teoría de que la novia se había fugado, pero el novio y la familia la descartaron inmediatamente al notar que Jennifer había dejado en su casa todo su dinero, sus tarjetas de crédito y su carro. Al ser el último en verla con vida, John se convirtió en el principal sospechoso y tuvo que enfrentarse al detector de mentiras. Pero cuando el país se preparaba para otro caso al estilo de Scott Peterson, quien recientemente fue condenado a muerte por matar a su esposa embarazada y que en su momento también había dicho que ella simplemente había desaparecido, Jennifer apareció al otro lado de Estados Unidos, en Albuquerque, Nuevo México. A las 11:30 de la noche del viernes Jennifer llamó a sus padres desde un teléfono público y les dijo que un hombre hispano y una mujer blanca la habían obligado a subir a un carro y la habían secuestrado. Luego llamó al 911 y entre sollozos le contó a la policía la misma historia. El país entero se regocijó ante la noticia de que Jennifer estaba sana y salva. Pero el sábado por la mañana la policía de Albuquerque reveló que todo había sido mentira y que en realidad la novia desaparecida era una novia fugitiva. En Duluth los mismos que se ofrecieron como voluntarios para buscarla se deshicieron en reproches contra ella. Un grupo llamado Hispanics across America (Hispanos por Estados Unidos) exigió que Jennifer se disculpara públicamente con la comunidad hispana de Estados Unidos por contribuir con su falsa acusación a perpetuar los estereotipos que rodean a esta minoría. Todos los programas de entrevistas se asesoraron de expertos en etiqueta para saber cómo habría debido actuar Jennifer al darse cuenta de que no quería casarse. Se supo también que toda la fuga había sido planeada con varios días de anticipación. La policía logró establecer que una semana antes Jennifer compró un tiquete de bus para viajar de Atlanta a Austin, Texas. El día de su desaparición llamó a un taxi desde una estación de gasolina cercana de su casa y le dijo que la recogiera en la biblioteca del pueblo. Allí se cortó el pelo para evitar ser reconocida y dejó el mechón que luego la policía encontró cerca del lugar. Después le pidió al taxista que la llevara a la estación de buses y abordó uno con destino a Austin. Pero Jennifer prefirió bajarse antes, en Dallas. Allí tomó otro bus hacia Las Vegas, donde al parecer conoció a una pareja conformada por un hombre hispano y una mujer blanca, lo que seguramente le dio la idea para su historia. El viernes se subió a otro bus, esta vez con destino a Alburquerque. Allí, según la policía, dio vueltas sin rumbo fijo hasta que poco antes de la medianoche, cansada, hambrienta y sin un centavo en el bolsillo, decidió llamar a su familia. Allí terminó la huida de Jennifer pero comenzó una avalancha de posibles explicaciones para su conducta que aún no termina. La mayoría coincide en que la joven enfermera de 32 años se asustó ante la magnitud de su matrimonio, considerado el evento social del año en Duluth. Desde que el 7 de agosto del año pasado John le propuso ser su esposa, Jennifer se había dedicado a planear la boda de sus sueños. La ceremonia religiosa se haría en la iglesia metodista del lugar y la recepción, en un prestigioso club de Atlanta que daría cabida a los 600 invitados. Ella tendría 14 damas de honor y John, 14 padrinos. Los invitados podrían escoger sus regalos entre las cuatro listas de novias que Jennifer había registrado en elegantes almacenes de la ciudad. ?Probablemente estamos hablando de un costo de 100.000 dólares aproximadamente?, dijo un experto en bodas a la cadena de noticias CNN. Pero el dinero no era problema, pues el novio es hijo de un ex alcalde de Duluth y actual juez, y miembro de una prestigiosa familia. Pero esa razón no parece convencer a nadie. Ahora el fiscal del distrito está estudiando la posibilidad de demandar a Jennifer para recuperar los 60.000 dólares que costó su búsqueda, mientras que otros más radicales piden que sea encarcelada por lo menos por una semana. La familia y el novio no se cansan de agradecer a Dios porque Jennifer está bien y John ya le volvió a poner el anillo de compromiso. El padre del novio no está tan contento y le pide a su hijo que piense bien, las cosas. Mientras tanto Jennifer dijo a través de su abogada que todo se debió a problemas personales y que nunca quiso abandonar a John. Mientras se decide una nueva fecha para la boda, un invitado astuto ya está subastando la invitación al matrimonio que nunca se llevó a cabo en Internet. Al cierre de esta edición, el mayor postor había ofrecido 232,50 dólares por el papel, que seguramente triplicará su valor en pocos años. Después de todo la historia de la novia fugitiva no será fácil de olvidar.