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La nueva cara de Sean Penn

Además de actor, director y guionista, Sean Penn se ha convertido en un influyente activista político.

29 de febrero de 2004

Ya nadie se acuerda del Sean Penn de los años 80. Atrás quedó su imagen de chico malo que pasó un mes en la cárcel por golpear a un periodista. También se olvidaron los episodios relacionados con violencia, drogas y alcohol. Es más, ya casi nadie se acuerda que a los 25 años Penn estuvo casado con Madonna, y que, durante cuatro años, ambos protagonizaron toda clase de escándalos. Hoy en día cuando la gente oye hablar de Sean Penn piensa en uno de los mejores actores del mundo y en un influyente activista político.

De niño malo a joven maravilla

La metamorfosis de Penn comenzó a principio de los años 90, cuando protagonizó Casualties of War (Pecados de guerra, 1989) de Brian de Palma, una película que denunciaba la crueldad del ejército estadounidense en Vietnam. A partir de allí el actor se dedicó a interpretar personajes oscuros y violentos. Penn no quiso aceptar papeles en grandes producciones y prefirió trabajar con directores vanguardistas como Oliver Stone, Terrence Malick, Nick Cassavetes y David Fincher. Casi todas las cintas en las que actuó en esa época tenían un fuerte contenido político, como por ejemplo Dead man walking (Pena de muerte, 1995) de Tim Robins, en la que se hacía una fuerte critica contra la condena capital.

A pesar de sus papeles controvertidos, Penn ha demostrado que es uno de los actores más talentosos de su generación. Prueba de ello es que ha recibido cuatro nominaciones al premio Oscar: en 1996 por Pena de muerte, en 2000 por Sweet and lowdown (El amante, 1999), en 2002 por I Am Sam (Yo soy Sam, 2001) y en 2004 por Mystic River (Río místico, 2003). De hecho al cierre de esta edición Penn era el favorito para llevarse el premio Oscar por su brillante actuación en la película de Clint Eastwood. También en 1997 fue premiado por el festival de Cannes como el mejor actor del año por su papel en She's so lovely (1997), de Nick Cassavetes.

Sin duda la carera de Penn está en su mejor momento. Además de los múltiples reconocimientos que ha recibido por la cinta de Eastwood, también ha sido aclamado por su papel en 21 grams (21 gramos, 2003). En esta cinta del mexicano Alejandro González Iñáritu, Penn hace un impresionante retrato de un hombre enfermo que espera un trasplante de corazón. Este papel le valió una nominación al premio Bafta como mejor actor. Penn se ha ganado el respeto de sus compañeros: hace unos días Jude Law dijo que su colega se merecía más el Oscar que él. "Siempre he admirado el trabajo de Sean. Lo he respetado por años y años y creo que este debe ser su momento. El Oscar debe ser para él", le dijo Law a la prensa.

Como director y guionista Penn también se ha destacado. En 1991dirigió y escribió su primer largometraje, The Indian Runner, protagonizada por él y Viggo Mortensen. Luego vinieron The Crossing Gard (1995), The Pledge (Asesino oculto, 2001), por la que fue nominado a la Palma de Oro en Cannes. Estas dos últimas películas fueron protagonizadas por Jack Nicholson, su héroe y gran amigo. También participó en 11'09''01, un proyecto en el que 11 directores de diferentes países daban, en un corto de 11 minutos, su propia visón sobre los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El próximo proyecto de Penn, The assasination of Richard Nixon, también promete ser muy controvertido. La película cuenta la historia del vendedor Samuel Byck, quien en febrero de 1974 intentó asesinar al entonces presidente de Estados Unidos.

Penn dio otro paso importante hacia la redención cuando en 1996 se casó con la actriz Robin Wright Penn (la Jenny de Forrest Gump). Este matrimonio fue fundamental para la estabilidad de Penn ya que lo obligó a dejar los excesos. Penn y su mujer tienen dos hijos: Dylan Frances y Hopper Jack, un pequeño homenaje a los actores Dennis Hopper y a Jack Nicholson.

Pecados de guerra

Desde los primeros ataques a Irak, muchas estrellas de Hollywood se han manifestado en contra de la guerra. Michael Moore, Tim Robins, Susan Sarandon y Martin Sheen han declarado públicamente que están en contra de las políticas del gobierno de George W. Bush. Pero el que más lejos ha llegado es Sean Penn.

Después de haber publicado varios artículos en el New York Times y de haber dado entrevistas en las que se declaraba en contra de la administración Bush, Penn decidió dar un nuevo paso. En diciembre de 2002 viajó a Bagdad con el fin de conocer de primera mano la verdad sobre el régimen de Saddam Hussein. Durante tres días Penn recorrió la ciudad: fue a un hospital infantil, habló con la gente en las calles e incluso se reunió con el ministro de Gobierno, Tareq Aziz, y con el ministro de Salud, Umeed Madhat Mubarak. Incluso el diario San Franciso Chronicle le dio credenciales de prensa para que pudiera asistir a algunos lugares restringidos.

El viaje fue organizado por un grupo de estadounidenses de análisis político, el Institute of Public Accuracy. Su director, Norman Solomon, justificó el viaje de Penn diciendo que "su visita puede inspirar a muchos norteamericanos de diferentes niveles a pensar sobre lo absurdo de la guerra, bien sea en Irak o en su casa, en Estados Unidos". Al final del viaje Penn dio una rueda de prensa en la que también explicaba las razones de su viaje y en la que criticaba, de nuevo, a Bush. "Muchos de los iraquíes con los que he hablado me dicen que no hay libertad con la ocupación de Estados Unidos y que tampoco hay garantías en esta intervención unilateral", dijo el actor.

Las criticas ante el viaje no se hicieron esperar y muchos lo acusaron de traidor y apátrida. Penn dijo que estaba tranquilo por lo que había hecho y que estaba preparado a defender su posición en cualquier medio. Más tarde, en una extensa crónica para el San Francisco Chronicle, Penn describió su estadía y volvió a explicar sus motivos. Sin embargo aceptó que el régimen de Saddam Hussein se había aprovechado de su viaje a Irak. Según él, su imagen había sido utilizada por los simpatizantes de Hussein para mostrar que el régimen era democrático y aceptaba a los extranjeros pacíficamente.

En septiembre Penn pagó unos anuncios en el New York Times y en el Washington Post en los que se defendía. "Yo no hice ningún comentario en contra de nuestro gobierno mientras que estuve en Bagdad. Ni uno solo. Sí hablé en contra de algunas acciones de nuestro gobierno con las que no estoy de acuerdo y sobre las cuales tengo derecho a opinar puesto que son financiadas en parte por los impuestos que yo pago", decía el texto de una página.

Cuando el escándalo se había olvidado, Penn volvió a alborotar el avispero. Acompañado por los actores Danny Glover y Martin Sheen, el reverendo Jesse Jackson, la feminista Gloria Steinem y la cantante Bonnie Rait, el actor publicó otra carta en el New York Times en la que pedía la libertad de Kateherina Gun. La mujer, una traductora que había filtrado información sobre las maniobras de Estados Unidos ante la ONU, iba a ser sentenciada a dos años de prisión. Penn y sus amigos pedían que se le retiraran los cargos y criticaban las políticas represivas del primer ministro británico Tony Blair. El texto concluía que en vez de acusar a Gun había que preguntarse por las faltas de los líderes que llevaron al mundo a una guerra llena de engaños.

En una entrevista reciente con el periodista Larry King, Penn afirmó que le daba a la política la misma importancia que le daba al cine. Además dijo que tenía derecho a dar su opinión sobre hechos que afectaban directamente a su país. Al parecer el niño terrible del cine no se va a quedar callado ni se va a detener en su lucha contra el poder.