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Miley Cyrus causó su primera controversia cuando apenas tenía 15 años. Pero su acto de niña irreverente alcanzó un nuevo extremo este año: bailó vulgarmente en escena, se desnudó para un video y encendió un cigarro de marihuana en un concierto. | Foto: AP

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Miley Cyrus, ¿rebeldía o pura pantalla?

Miley Cyrus pasó de ídolo de Disney a niña problema. Este año transformó su imagen radicalmente para convertirse en una de las cantantes más polémicas de su generación.

14 de diciembre de 2013

Diez millones de personas vieron a Miley Cyrus bailando casi pornográficamente en los MTV Video Music Awards en agosto. El escándalo que produjo al sacar la lengua vulgarmente y frotarse un dedo de gomaespuma por el cuerpo le valió más de 79 millones de dólares en publicidad gratis.


Días después de la presentación, su video Wrecking Ball se convirtió en el más visto en 24 horas en la historia de Vevo, con 19,3 millones de reproducciones. El récord anterior lo había marcado ella misma, con 10,7 millones de reproducciones de su video We Can’t Stop en un día. En ambas grabaciones la cantante aparece desnuda o con muy poca ropa, lamiendo objetos y haciendo movimientos obscenos. Muchos la han criticado pero, con el éxito de sus más recientes sencillos y la nominación de la revista Time a personaje del año, Miley es la viva prueba de que es mejor que hablen mal, a que no hablen.

Cuando se hizo famosa tenía el pelo marrón y largo y no usaba escotes ni transparencias. Encarnaba al ídolo adolescente Hannah Montana, protagonista de un programa de Disney sobre una cantante que oculta su fama para poder tener una vida normal. Con apenas 13 años ya Miley tenía su propia serie de televisión y había lanzado su primer álbum con mucho éxito. Sus fanáticas la adoraban, como comprobaron en 2007 cuando hizo su primera gira por Estados Unidos y tuvo que dar más conciertos de lo planeado a petición del público. Recaudó en total 54 millones de dólares y el documental sobre la gira, que salió un año después, recogió 65 millones.

Pero esa imagen angelical de Hannah Montana no tardó en desmoronarse. A los 15 años ya protagonizaba su primer escándalo: salió cubierta por tan solo una sábana en unas fotos de Annie Leibovitz para la revista Vanity Fair. Las críticas fueron duras pero no afectaron el éxito de su siguiente disco Breakout, que alcanzó los primeros lugares de todas las listas del pop en pocas semanas. 

Un año más tarde Miley seguía trepando con paso firme hacia la cima: su canción When I Look at You vendió 5,38 millones de copias, unos de los sencillos mejor vendidos de la historia. No había cumplido la mayoría de edad cuando decidió que ya había vivido lo suficiente como para escribir una autobiografía: Miles to Go, que también voló de los anaqueles.

Como suele suceder con los artistas que nacen gracias a Disney, la fama de su personaje infantil seguía persiguiéndola. Miley, decidida a deshacerse de Hannah, la niña buena, lanzó en 2010 su álbum Can’t Be Tamed, con una imagen mucho más sexy y adulta. Al disco le fue bien pero no le bastó a la joven, quien luego se cortó y se decoloró el pelo, se rapó los lados de la cabeza y optó por atuendos cada vez más reveladores.

Aunque muchos piensan que está pasando por una etapa al estilo Britney Spears, Cyrus y su equipo de asesores parecen tener su imagen bajo control. “Sé lo que estoy haciendo, sé que los estoy impactando”, dijo Miley sobre su presentación en los Premios MTV. 

“Creo que lo que hago empodera a las mujeres, especialmente mi pelo corto, porque demuestra que no hay una sola definición de lo que es la belleza –agregó en una entrevista con la revista Rolling Stone–. Quiero ser la chica ‘cool’ de la que todos quieren ser amigos. No soy como Beyoncé: estar con ella es como compartir con una reina. Lo mío es distinto, soy la mejor amiga de todos”.

Según su mánager, Larry Rudolph (también representante de Britney), el mensaje de Miley para sus fans es sencillo: “Sean honestos con ustedes mismos. No escuchen las críticas. Sean grandes y osados”. Según Rudolph y otros expertos, esa actitud tiene un efecto positivo en los seguidores de la cantante. Bill Werde, director editorial de Billboard explica que “la gente subestima la profundidad de la relación que Miley tiene con sus fans. Muchos de ellos crecieron a la par con ella y eso forja una relación sólida”. 

Además, Miley tiene un arma que los artistas de otras generaciones no tuvieron: las redes sociales. Subiendo fotos constantemente a Instagram y mandando trinos con información de su vida privada a sus casi 16 millones de seguidores, Cyrus logra reforzar esa imagen de niña común que parece funcionarle tan bien.

Peter Sealey, experto en marketing e imagen, también defiende la actitud sobresexual de Miley: “Tenía que reinventarse o arriesgarse a pasar al olvido. Cada generación rompe paradigmas y si ella no lo hubiera hecho, no sería más que una nota al pie”. 

Y es que los MTV son el escenario en que cada año artistas como Madonna, Britney o Lady Gaga montan su show más espectacular y escandaloso. Miley no fue la excepción y, pese a las críticas, tuvo muchísimo éxito con sus bailes vulgares. De hecho, los directivos de MTV están tan felices con su presentación que la nombraron mejor artista del año y su último álbum, Bangerz, publicado en octubre, ya lleva más de 500.000 copias vendidas en Estados Unidos.

En todo caso hay miles de personas decepcionadas con su transformación. Según Celebrity DBI, una firma que califica la percepción que tienen los consumidores de las celebridades, en los últimos tres años Miley ha decaído significativamente ante los ojos de sus fans. En 2010 la cantante era una de las artistas más influyentes, pero en agosto de este año descendió al último lugar. En cuanto a si agrada al público, Celebrity DBI encontró que el 35 por ciento de las personas entre 13 y 17 años la detesta. 

Es un porcentaje alto considerando que esa es su audiencia. Está claro que su imagen de adolescente descontrolada tiene dos lados. Como dice R. J. Garis, publicista experto en control de daños: “Es un cambio demasiado extremo de imagen en muy poco tiempo. A los fanáticos no les gusta lo falso y Miley está en la línea entre ser una buena artista y ser un chiste. No puede permitirse cometer ni un error”.

Por ahora, su acto de niña rebelde la tiene donde quiere estar: en la portada de las revistas más importantes de moda y música, en los titulares de los tabloides, en boca de todos –para bien o para mal– y en el top de las listas de música más destacadas. 

Cuando Vanity Fair le hizo aquel perfil en 2008, el periodista que la entrevistó recuerda que había una horda de paparazis que la perseguía a todos lados. En un momento le preguntó a uno qué tan bien pagaban los medios por las fotos de Miley y este le contestó: “No es Britney, pero está cerca”. Parece claro que Miley está decidida a cerrar esa brecha entre ella y la princesa del pop, cueste lo que cueste.

Momentos escandalosos

Como parte de su estrategia de cambio de imagen, Miley mostró un exceso de piel en repetidas ocasiones y dio varios de los espectáculos más obscenos y discutidos del año.

Miley escandalizó al público de los premios MTV bailando con Robin Thicke durante la presentación de su sencillo ‘We Can’t Stop’. Cantó en el festival iHeart Radio con tan solo una malla blanca y ropa interior mínima.

Para presentar su canción ‘Wrecking Ball’, Miley se desnudó completamente y se colgó de una bola de demolición.