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Sus detractores dicen que Cristina Fernández, quien proviene de una familia de clase media trabajadora, de joven sentía afición por rodearse de gente de la élite argentina

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La Presidenta 'Botox'

Las extravagancias de diva de Cristina Fernández de Kirchner empiezan a ser noticia en Argentina y en el mundo.

13 de marzo de 2010

Aunque de dientes para afuera siempre ha asegurado que no pretende imitar a Eva Perón, Cristina Fernández de Kirchner solía hincharse de orgullo cuando la comparaban con la mítica heroína de los 'descamisados' de Argentina. Pero lo que comenzó siendo un elogio se ha transformado en un ataque feroz. La jefe de Estado no sólo recuerda al ícono por su peronismo y por sus discursos populistas: sus detractores la ven como una mala copia, pues al igual que a la famosa esposa de Juan Domingo Perón, a Cristina le gusta predicar acerca de la pobreza vestida con lujosos atuendos.

"La diferencia es que para muchos lo de Evita tenía un significado ideológico, buscaba restregarles en la cara a los más ricos que viniendo de abajo podía vestir como ellos. En cambio a Cristina simplemente le fascinan las marcas", explicó a SEMANA Juan Cruz Sanz, periodista político del diario Perfil, que ha sido crítico del gobierno. Con él coinciden varios analistas, quienes la ven como una mujer distante a quien en el fondo le interesa más el poder que el pueblo. A la Kirchner no debe caerle nada en gracia que la llamen la 'Evita Botox', en alusión a los tratamientos que se habría hecho para lucir más joven y bella a sus 57 años.

Hace unas semanas, con motivo de su visita a México para participar en la Cumbre del Grupo de Río, corresponsales argentinos en el país azteca sacaron a la luz detalles de sus exigencias de diva que superaban las de estrellas como Madonna en sus giras. El lujoso Hotel Grand Velas All Suites & Spa Resort, en la Riviera Maya, tuvo que destinar un mayor número de empleados dedicados exclusivamente a complacer sus deseos. Obsesiva con su figura la mandataria pidió que su suite presidencial de 280 metros cuadrados con piscina propia, estuviera equipada con una máquina para trotar, una cama de masajes, una alfombra especial para hacer yoga y hasta supervisó el tipo de luz del baño. Constantemente pedía toda clase de quesos dietéticos, fruta a temperatura ambiente, leche descremada fría y caliente y un menú light, que paradójicamente acompañaba con chocolates que tenían que abundar en su cuarto. Según los medios, el costo de sus caprichos podría superar los 110.000 dólares, pues esa habría sido la cifra de su cuenta durante una cumbre de Naciones Unidas en Nueva York. Afirman, además, que en su equipaje no pueden faltar las cajas de agua mineral marca Nestlé, la única que toma, y que se siente más cómoda si le proporcionan sábanas de hilo egipcio para su buen descanso.

La última andanada corrió por cuenta de los diarios ingleses. Cuando recientemente se reactivó la discusión en torno a las Islas Malvinas, The Sunday Times, con un obvio componente nacionalista, le dedicó varias páginas a la faceta más frívola de la Presidenta y la citó diciendo: "Me he pintado como una puerta desde que tengo 14 años. Me demoro mucho más tiempo maquillándome que el que gasto en el gimnasio". De hecho, su afán por lucir bien llega a tanto que, según la biografía Cristina K, la dama rebelde, en una oportunidad retrasó una salida de urgencia de su esposo Néstor Kirchner, quien debía detener una revuelta de la Policía en la provincia de Santa Cruz, porque no había terminado de acicalarse.

Y es que sus demoras parecen ser un común denominador en los actos oficiales. A ella, que hasta su majestad la espere: el rey Juan Carlos de España y el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero soportaron una tardanza de 40 minutos en una cena ofrecida en su honor en el Palacio Real. Es bien conocido que a finales de 2008, durante la reunión de mandatarios del G-20 en Washington, se retrasó, no quedó en la foto del grupo y la imagen tuvo que volver a tomarse para que ella apareciera. El mismo libro relata que gracias a su vanidad dejó el cigarrillo cuando alguien le dijo que fumar podía dañarle la piel.

Al tiempo que sus detractores la catalogan de ambiciosa y arribista tras "su envoltura de coquetería femenina" y esteticismo exacerbado, algunos medios como Perfil han hecho cuentas de cuánto gasta en su indumentaria: "En cada acto, la presidenta usa 50.000 dólares en joyas", incluido un Rolex President, anillos de oro y platino con brillantes "traídos de exclusivas casas del exterior". Cristina tiene fama de no repetir vestido, y en su clóset contaría con igual número de carteras Gucci y Louis Vuitton y tacones para que le combinen, por lo cual al ingrediente 'Evita' de su personalidad le añaden el de la filipina Imelda Marcos, entre cuyos excesos se destacó su gran colección de zapatos. Cristina se defiende: "¿Acaso tendría que vestirme como si fuera pobre para ser una buena líder política?".

Según el Times de Londres sus Versaces, sus implantes de colágeno, uñas de porcelana, extensiones en el pelo, y sus supuestos retoques con cirugía plástica, que al parecer niega, en un principio parecían detalles menores. Incluso fueron "bien recibidos como símbolo de confianza en la recuperación económica argentina". Pero algunos empezaron a tomarse el asunto en serio por los problemas que afronta el país debido a una inflación que no da tregua, y a una crisis político institucional, por el enfrentamiento del Ejecutivo con el poder Legislativo y el Judicial. Cruz agrega que la imagen positiva de la mandataria pasó del 56 por ciento al comienzo de su gestión a estar por debajo del 25. "Lo que no es un tema menor es el vertiginoso crecimiento de la fortuna del matrimonio Kirchner. Según la última declaración jurada, su patrimonio aumentó de 2008 a 2009 el 158 por ciento. Más allá de su discurso, este gobierno tiene una política económica que en los últimos tres años hizo crecer el número de pobres", dijo a SEMANA el periodista Luis Majul, autor del libro El dueño, historia secreta del ex presidente Néstor Kirchner. 'Socialismo para los enemigos, capitalismo para los amigos', fue el título que la revista The Economist le dio a un artículo sobre el gobierno Kirchner, en el que resalta los lujosos hoteles que la pareja tiene en El Calafate. "Cuando Cristina está en esa localidad en la Patagonia suele enviar algún avión de la flota presidencial hasta Buenos Aires para que le entreguen los periódicos unas cuantas horas antes de la habitual. Pero la gobernante no viaja en ellos sino en jet privado que paga el Estado", sostiene Cruz.

Reina Cristina es el nombre de la más famosa biografía sobre la Presidenta. Quizá es así como ella se siente pues es conocida una anécdota según la cual, durante una visita de los Reyes de España a los Kirchner, un periodista que trataba de conseguir unas palabras de doña Sofía gritó: "Reina, Reina". La respuesta de Cristina fue: "¿Cuál de las dos?".