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LA TIERRA PROMETIDA

Un arqueólogo que se embrujó con Tierradentro, logró sin negociaciones y sin bala, la desmovilización del Quintín Lame.

1 de julio de 1991

MAURICIO PUERTA, UN ARQUEOLOGO recién salido de los libros de texto, llegó a tierradentro un 13 de julio a la una de la tarde, y le dieron la habitación No.13 del único hotel de la zona. Por estricto reparto, le tocó excavar la tumba No.13 en la que encontró precisamente 13 ollas. Mucho tiempo antes, el destino había elegido que naciera con el sol en 13 grados de Capricornio. Con ese número a cuestas y aún sin saberlo, Mauricio Puerta estaba empezando lo que originalmente iba a ser una tesis de grado, pero que de hecho se convirtió en el primer día de una nueva vida.
No era que hubiera decidido quedarse en Tierradentro. Era que todos los días tenía algo que hacer y que no podía terminar hasta el día siguiente. Se sumaron los días, crecieron los intereses, y las tres semanas que había planeado quedarse se convirtieron en 20 años.
Hoy no parece inmutarse con los buenos resultados de su trabajo, pero la humildad no le alcanza para pretender ignorarlos. Si hay alguien detrás de la desmovilización del grupo indígena Quintín Lame que sucedió el viernes pasado, es Mauricio Puerta. Y -lo más curioso sin negociaciones, sin comisiones, sin promesas y sin bala.
Cuando llevaba 12 años ejerciendo el título de arqueólogo en la zona, se dio cuenta de que ya había traspasado las fronteras de su profesión, y a sus conocimientos sobre las picas y las palas, se le habían sumado los de abejas, cabras, cítricos, lombrices, plantas medicinales, siembras, cosechas y ese especial sentido del