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LA VIUDA ALEGRE

Un hombre casado y con tres hijos es el amor imposible de Jackie Kennedy Onassis.

6 de febrero de 1989

Jackie está enamorada. Atrás ha quedado el fantasma de John Kennedy y la sombra de Aristóteles Onassis. Hoy la viuda más famosa del mundo ha sido de nuevo flechada por Cupido. Y, como la vez anterior, la ex primera dama de los Estados Unidos sigue perseguida por el escándalo .
La razón de tanto alboroto es la relación que desde hace ocho años tiene Jackie Kennedy Onassis con Maurice Tempelsman, un abogado de 59 años, quien según los chismosos ha amasado una gran fortuna con el comercio de diamantes. Pero eso no es lo único que tiene. Tempelsman también cuenta con una celosa mujer y tres simpáticos hijos, a quienes no les parece nada gracioso que el jefe del hogar ande por ahí con otra mujer, por más famosa que sea.
La pareja se conocía desde hace mucho tiempo. Cuando Jackie habiaba la Casa Blanca, los Tempelsman fuero invitados a algunas recepciones (al igual que Aristóteles Onassis). Sin embargo, el flechazo solo se produjo a comienzos de esta década. Según los chismorreos, todo comenzó después de que Jackie lo nombrara asesor legal para que le manejara los bienes que le correspondieron en la herencia de Onassis. En un comienzo la relación era "estrictamente profesional" pero dicen las malas lenguas que Tempelsman se decidió a invitar a Jackie a un crucero por el Caribe. Eso fue en 1980. Desde entonces Jackie y Maurice conforman una pareja que nadie ve pero que todo el mundo sabe que existe.
El problema consiste en que Tempelsman no ha podido obtener el divorcio de su esposa Rena quien, al sentirse traicionada, se está sacando la espina de la única manera que puede.
Las revistas del corazón dicen que la pareja se encuentra dos veces por semana en el apartamento de Jackie, ubicado en la Quinta Avenida de Nueva York, a donde Tempelsman ingresa furtivamente por el garaje y toma el ascensor de servicio.
Las apariciones en público están prácticamente prohibidas. Cuando van a un restaurante eligen la mesa del rincón, lejos de la mirada de los curiosos. Cuando asisten a una recepción se comportan como si fueran tan sólo dos conocidos, evitando la posibilidad de que algún fotógrafo capte un gesto que pueda resultar delator.
La causa de tanta discreción es simple. A pesar de que cuando tuvo su romance con Onassis, Jackie Kennedy se volvió experta en torear periodistas y paparazzis, ahora las circunstancias son diferentes. En primer lugar, Tempelsman es un hombre casado y eso es un pasivo, aun a los ojos de la nada mojigata sociedad neoyorquina. Además, Jackie ya dejó de ser una viuda joven y no está bien que una señora de edad madura se comporte como una quinceañera.
Pero lo más grave de todo son las implicaciones que su actitud puede tener sobre la carrera política de John Kennedy Junior, escogido recientemente por la revista People como el hombre más apuesto de los Estados Unidos, y a quien no le molestaria seguir los pasos de su padre. En repetidas ocasiones el clan de los Kennedy se ha visto sacudido por escándalos, pero lo que pocos imaginaban es que a estas horas de la vida quienes tengan que cuidarse sean los padres para no hacerle daño a la carrera de sus hijos.