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LAS CAMPANAS DOBLAN POR MARGAUX

Con la muerte de la actriz y modelo, la familia Hemingway parece prolongar una extraña herencia suicida.

5 de agosto de 1996

Ernest Hemingway decía que había que vivir rápido, beber mucho y morir joven. Su nieta Margaux, que no tuvo tiempo para conocer la obra del escritor pero llevaba por dentro el mismo afán en sus genes, parece haber seguido el consejo. La semana pasada cumplió con el tercer paso. En un apartamento con ventana al mar en Santa Mónica, California, la Policía la encontró muerta. La actriz y modelo de 41 años sufría de epilepsia y bulimia, había intentado recuperarse del uso del alcohol y de las drogas, pero sus amigos y vecinos sabían que tenía pocas ganas de vivir. Aunque la causa de su muerte se sabrá en tres semanas, su apellido es el principal sospechoso. En la habitación no había manuscritos ni grabaciones, sólo un mensaje implícito que los periodistas descubrieron cuando se sentaron a escribir el obituario: ese día su abuelo trotamundos cumplía 35 años de haber muerto 'a lo Hemingway'. El 2 de julio de 1961, dos días después de haber sido hospitalizado en la Clínica Mayo, donde recibió electrochoques para espantar sus profundas depresiones, el novelista se quitó la vida con una escopeta de caza. Vivía en Ketchum, Idaho, tenía 61 años, se había casado cuatro veces y había tenido tres hijos. Su abuelo, su padre, su hermano y su hermana también se habían suicidado. "Sé que he nacido en el seno de una familia de suicidas y que eso es heredable -dijo Margaux en 1989 a un periodista de la revista española Hola-, pero no me asusta hablar de eso. Incluso lo puedo mencionar con una sonrisa".Hija del vinoMargaux vivió a la carrera, bebió en exceso y murió joven, como lo recomendaba su abuelo. Era hija de Jack Hadley, el hijo mayor de Hemingway, y su nombre originalmente era Margot, pero ella misma lo cambió tras enterarse que sus padres la concibieron después de tomarse una botella del famoso vino francés Château Margaux.Alta, rubia y poderosamente atractiva, la jovencita de Portland, Oregón, se volvió rica a los 20 años cuando firmó, en 1974, un contrato por un millón de dólares con la firma Fabergé para la promoción del perfume Babe. "Convertirse en una celebridad era como estar en el ojo del huracán" dijo en una entrevista a People. "Era realmente pobre hasta que recibí los primeros 250.000 dólares de Fabergé y desde ese momento parece que hubo mucha champaña y limusinas en mi vida". Así fue. Para darle gusto a su afición por el baile, Margaux se convirtió en una cliente asidua de la famosa discoteca Studio 54 de Nueva York, donde comenzó a beber para relajarse y hacer menos evidente el estreno de la fama. "Creía que el licor me daría el coraje de hacer lo que quisiera".Las revistas se le abrieron de par en par. La portada de la revista Time con su fotografía le sirvió una vez para identificarse en el aeropuerto de Madrid, donde había perdido el pasaporte. (Fue por esa época, 1979, cuando la nieta mayor del legendario escritor visitó Colombia, como jurado del Reinado Nacional de Belleza de Cartagena). En medio de este esplendor conoció al director de cine Dino de Laurentiis, quien le prometió convertirla en una estrella tan grande como Sofía Loren, promesas que no pasaron de ser las exclamaciones pasajeras de un italiano atolondrado por su belleza. De Laurentiis le ofreció el papel estelar en Lipstick, la aclamada película de suspenso sobre una modelo atormentada por un violador. Margaux lo aceptó y propuso una idea de la cual se arrepintió el resto de su vida: invitar a trabajar en la película a su hermana Mariel, quien no tenía más de 17 años. Mariel se robó el show y empezó una carrera artística que ensombreció la corta celebridad de Margaux. Tres años después la chiquita de la casa se consagró como una gran actriz como novia de Woody Allen en Manhattan y otros éxitos de taquilla, mientras que Margaux trabajaba en papeles secundarios de películas acribilladas por los críticos. OcasoDetrás del rostro feliz de la modelo había una mujer melancólica que empezaba a coquetear con el suicidio. "Bebía más y más y me estaba matando poco a poco. Mis pensamientos eran erráticos y tenía problemas con mi memoria. Pensaba periódicamente en el suicidio", confesó en una entrevista con Geraldo Rivera, en la que admitió que había intentado cortarse las venas luego de una de sus noches de rumba. Se casó con un tipo llamado Errol -nunca mencionó su apellido-, a quien después acusó de ser un buenavida más interesado en su chequera que en darle apoyo emocional. Luego de filmar Lipstick, se enamoró de otro hombre sin apellido público -Bernard- con quien empezó un ambicioso documental sobre su abuelo que no tardó en fracasar. La relación terminó luego que ella se enteró de que Bernard estaba diciendo que su abuelo no era más que un alcohólico. Entonces comenzó a calmar su ansiedad con comida, una adicción que le hizo ganar 17 kilos. Un día, en 1986, en un baño del aeropuerto de Miami perdió el conocimiento y cayó al piso, ese episodio fue el primer anuncio de una epilepsia provocada por el exceso de licor. En una crisis llegó, según dijo en una entrevista, "casi a partirme la lengua en dos". El año siguiente se rompió varias costillas y la pelvis mientras esquiaba en Austria. Para sobrellevar su convalecencia y su soledad en el invierno de Londres, se tomaba dos botellas de vino diarias.Cuando su situación llegó a un punto que parecía irreversible, Margaux ingresó al centro de recuperación Betty Ford, en 1988, dejó el licor y empezó a reconstruir su vida y, en un último esfuerzo por recuperar su popularidad, posó desnuda para la revista Playboy en 1990. Cuando un periodista le preguntó por qué lo había hecho, ella respondió: "Porque necesitaba el dinero". Pero ya era tarde. Su cuarto de hora había pasado muy rápido mientras el de su hermana se prolongaba.En los últimos tiempos Margaux se sentía una prisionera de las drogas contra la epilepsia y había comentado que las dejaría. Hace unos días le contó a un vecino que después de varios años de turbulencias y decepciones ya estaba lista para empezar a leer la obra de su abuelo.