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| Foto: AFP

LAS DIETAS DE OPRAH

Oprah Winfrey, la presentadora de televisión mejor pagada de Estados Unidos, es una mujer obsesionada por su gordura.

17 de enero de 1994

Oprah Winfrey, la mujer mejor pagada del mundo del espectáculo en Estados Unidos (52 millones de dólares al año) no es muy conocida en Colombia. Para los televidentes estadou- nidenses es la reina de los programas populares de opinión. Su show diario es observado por 20 millones de personas, quienes la han visto adelgazar y engordar sucesi- vamente durante los últimos cinco años. Para ningún estadounidense es un secreto su escabrosa infancia: fue violada por su primo y su tío, y se convirtió en una jo- ven promiscua. Hace unas semanas, Oprah se autodedicó su progra- ma para relatar su guerra contra la obesidad. Según ella, los traumas de su infancia la llevan a comer desaforada- mente. No obstante, gracias a un nuevo régimen, en cuatro meses perdió 42 kilos. Esto la ha convertido en la heroína nacional de un país obsesionado por la gordura.

Esta no es la primera batalla de Oprah con los kilos. En 1988, la famosa presentadora apareció en su programa arrastrando una carretilla con 67 libras de tocino, que repre- sentaban la grasa que había perdido en una dieta. Ante los televidentes, que la habían visto derretirse frente a las cá- maras, explicó que en los últimos tres meses no había comi- do ningún alimento sólido y que había visitado diariamen- te un gimnasio. "Quiero convertirme en la inspiración de todas las mujeres que desean adelgazar", dijo entonces.
Pero a pesar de sus exitosas dietas, Oprah siem- pre vuelve a ganar los kilos. Su debilidad son las papas, especialmente las de paquete. Es tal su obsesión que en una oportunidad suspendió la grabación del programa enfurecida porque en el dispensador del estudio no había paquetes de papas Lay‘s.

Un año después del grotesco episodio de la carretilla, Oprah empezó una nueva dieta para perder 30 libras que había ganado en sus vacaciones en el Caribe. Entonces se internó en un lujoso centro de adelgazamiento de Califor- nia, donde pagaba 3.500 dólares a la semana.

Así le ganó otra batalla al colesterol. Pero la dicha no duró mucho. En 1991, cuando había ganado más peso que el que había per- dido, anunció que nunca más volvería a hacer dieta. "Todo esto tiene que ver con el hecho de no manejar bien el estrés, con el abuso sexual de que fuí víctima", dijo.

LA VIRGINIDAD POR UN HELADO

Oprah se refería a su infancia en los humildes suburbios de Kosciusko (Mississippi), donde nació el 29 de ene- ro de 1954. A los nueve años fue víctima de los abusos se- xuales de un primo que, con sobornos, obtuvo la garantía de que no lo acusaría. "Vendí mi silencio por un helado y una entrada al zoológico", confesó una vez sollozante. Años des- pués, fue víctima de abusos sexuales de un tío, quien tal vez era realmente su padre.

El prematuro y traumático descubrimiento de la se- xualidad moldeo en Oprah el carácter de una muchacha fácil que, según su hermana, se encerraba en las tardes con sus amigos en el cuarto, mientras su mamá trabajaba. El trauma también cambió su personalidad, convirtiéndola en una alumna desaplicada, una hija rebelde y una joven ladrona, quien llegó a alterar los resultados de un concurso de belle- za para quedar como reina. Sus andanzas sexuales tuvieron el consabido epílogo de un embarazo, a los 14 años, de padre desconocido. El niño nació sin vida, como consecuencia de los golpes que Oprah se daba para suspender el embarazo.

LA MEJOR DE TODAS IAS DIETAS

El recuerdo de estos tenebrosos episodios que tuvo que invocar cuando escribía su autobiografía -que no publicó- la llevó a descubrir el origen de su gordura y a empezar una nueva dieta este año, con más recetas sicológicas que alimenticias. A pesar de los saludables platos de su chef personal, la verdadera razón que, según Oprah, la ayudó a perder 42 kilos, fue "llegar al corazón del problema. La pregunta que uno debe hacerse es: ¿a qué le temo? En mi caso era simplemente un problema emocional que se manifestaba físicamente". A ello agregó que la parte más importante de su programa para adelgazar fue enfrentar el dolor y la vergüenza que sentía por su tormentoso pasado. Mientras escribía su libro Oprah, descubrió que había utilizado la comida como un mecanismo de defensa para apaciguar ese dolor. Comenzó a comer menos, y sólo cuando sentía hambre. Este régimen lo reforzó con una intensa rutina de ejercicios.

Para sorpresa de los estadounidenses, la Oprah que a fines de 1992 no podía caminar una cuadra sin parar a tomar aire, corrió en agosto pasado la minimaratón de San Diego, una carrera de 13 millas. El resultado de este estricto régimen lo siguieron paso a paso los millones de televidentes. Y ahora ella pudo volver a ponerse los mismos yines que usó en 1988, cuando mostraba orgullosa 60 kilos de peso.