Líderes inmortales

Los coreanos del norte dicen que su fallecido dictador Kim Jong-il, quien murió en 2011, era un ser iluminado: filántropo, erudito e incluso gran jugador de golf, pues sostienen que hizo cinco hoyos en uno en una sola salida al campo. Con todas esas cualidades era de esperarse que su pueblo quisiera conservarlo para siempre. Por eso, y a pesar de que el proceso es bastante complejo y costoso, embalsamaron el cadáver, que ahora reposa rozagante en un mausoleo de la capital. El privilegio de verlo había estado reservado para los nacionales de uno de los países más herméticos del mundo, pero hace pocos días unos turistas británicos fueron los primeros extranjeros en visitarlo. De ese modo Kim se une al exótico club de los líderes políticos que siguen acompañando a sus conciudadanos gracias al formol, como el ruso Vladimir Lenin, el chino Mao Zedong y el vietnamita Ho Chi Minh. Otro miembro, Josef Stalin, al perder el favor de sus sucesores, sufrió la ignominia de ser trasladado a una tumba como la del resto de los mortales.