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¡LO QUE FALTABA!

Dos genetistas sugieren que Isabel de Inglaterra debía abandonar el trono pues su tatarabuela, la reina Victoria, fue hija natural.

28 de agosto de 1995

LA TREGUA DE los escándalos sexuales de la monarquía inglesa no duró mucho. Sólo que esta vez no va por cuenta de los descendientes de la reina Isabel sino de sus ascendientes. Cuando finalmente la soberana parecía haber descansado de ver publicadas las andanzas de sus hijos, dos genetistas sugieren las de la madre de su tatarabuela, la princesa María Luisa de Sajonia-Coburgo.
En un libro titulado El gen de la reina Victoria, los hermanos William y Malcolm Potts señalan que el monarca actual debería llamarse Ernesto y no Isabel. En su opinión, la actual soberana podría ser despojada de su corona y desalojada de su palacio si llegara a comprobarse que la reina Victoria fue hija natural.
Victoria fue concebida en 1818, durante una carrera entre hermanos rivales por producir un heredero al trono tras la muerte del hijo único del futuro rey Jorge IV, tío de Victoria. Hija de Eduardo, uno de los siete hermanos de Jorge IV, y la princesa María Luisa, Victoria sucedió a su tío Guillermo IV en el trono británico pero no en el de Hannover que, en virtud de la ley sálica, pasó a Ernesto duque de Cumberland. Victoria fue reina de Gran Bretaiia y de Irlanda de 1837 a 1901. En 1840 sc casó con su primo hermano, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.
Luego de una década de investigaciones, los genetistas aseguran que el gen de hemofilia, que se propagó entre las familias reales de Europa por cuenta de la reina Victoria, no pudo provenir de sus antepasados reales, y sugieren que el padre de la soberana que ocupó el trono a finales del siglo XIX, fue en realidad un hemofílico desconocido y no el príncipe Eduardo, esposo legítimo de su madre. "El hijo de Victoria, el príncipe Leopoldo, murió de hemofilia, pero antes de su generación ningún miembro de la familia real sufrió esta condición", dicen los autores.
"O uno de los padres de Victoria tenía una mutación genética fortuita o Victoria fue hija natural de un hemofílico", dicen los genetistas, quienes señalan que las probabilidades de que alguno de los padres de la reina Victoria tuviera una mutación genética son una en 50.000 mientras que la de que su madre tuviera a un hemofílico como amante son de una en 20.000.
Si la mujer que transformó la monarquía británica e hizo de la corte un modelo de respetabilidad resultara ser hija natural, ¿quién debería ocupar hoy en día el trono? La línea real empezaría con el tío de Victoria, Ernesto, duque de Cumberland, y pasaría por sus descendientes hasta el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, un 'dandy' de 41 años que vive en Londres pero mantiene una residencia en Alemania, el país de sus ancestros. En 1917, el abuelo de la reina Isabel, Jorge V, cambió el nombre de la casa real británica, Hannover-Sajonia-Coburgo-Gotha, por Windsor para significar la ruptura con el pasado germánico.
El libro ha causado más curiosidad que revuelo y no se espera que tenga más efecto que el de otorgarle la fama a sus autores. A nadie le cabe en la cabeza que Ernesto reclame la corona de Inglaterra pues probar su derecho no es fácil. La única manera de aclarar la duda sería tomar muestras genéticas de los restos de los reyes Jorge III y IV o de otros antepasados y compararlas con el ADN de los miembros de la casa de Windsor. Pero además, aunque la teoría de los Potts llegara a probarse, esta usurpación del trono repercutiría en las otras familias reales de Europa, depuestas y reinantes, en quienes sobreviven los genes de Victoria. Y un revolcón de esa naturaleza es impensable.