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Los cinco magníficos

Los gigantes del cine de hace medio siglo se ven más grandes que los de hoy. ¿Cuál es la explicación?

29 de junio de 2003

En Hollywood, como en casi todas las cosas, todo tiempo pasado fue mejor, y pocas veces se había tenido tanto esta sensación como con la muerte de Gregory Peck. Con el actor se fue el último de los grandes. del cine. Es difícil definir quiénes lo fueron. Pero en términos generales se considera que la era de oro del séptimo arte en Norteamérica comenzó en los años 40 y se prolongó hasta los 60.

En ausencia de la televisión la gran pantalla era el mayor entretenimiento. Tanto es así que en Estados Unidos las cifras de taquilla de 1939 en pesos reales no han sido superadas en 60 años. Fue entonces que se estrenaron verdaderos fenómenos taquilleros como Lo que el viento se llevó, El mago de Oz, Stagecoach (La diligencia) -en la que debutó John Wayne-, y The little princess (La princesita), con Shirley Temple. .

Los actores que comenzaron a destacarse en esos momentos, que de vivir hoy bordearían los 90 años, son considerados las verdaderas leyendas del cine. Existe consenso en que los cinco más grandes del cine serían Clark Gable, James Stewart, Gary Cooper, Henry Fonda y Gregory Peck.

Gable y Cooper murieron hace más de 40 años en la cima de sus carreras. El primero se inmortalizó por su papel de Rhett Butler en Lo que el viento se llevó y pasó a la historia como 'el rey' de Hollywood. Su pelo engominado, su sonrisa pícara y sus orejas grandes lo convirtieron en el símbolo sexual de una generación, aunque era más atractivo que buen mozo. La última frase que le dice a Scarlett O'Hara, "Francamente querida me importa un bledo", es tal vez la más recordada del cine. Por su parte Gary Cooper se hizo célebre en Solo ante el peligro (High noon), de 1952, que marcó un hito del western. Es quizás el más taciturno del quinteto de oro. En términos contemporáneos podría parecerse a Clint Eastwood, que ha hecho más carrera por su sola presencia que por brillantes parlamentos. Su silencio enigmático es característica de sus más importantes películas, como El sargento York (1941) y Por quién doblan las campanas (1943).

Más que ningún otro James Stewart representó al hombre decente. En Mr. Smith goes to Washington (1939) interpreta a un parlamentario tartamudo, ingenuo, ético e idealista que se enfrenta solo contra la corrupción. Se le recuerda también por películas de suspenso de Alfred Hitchcock como Vértigo (1958).

A Henry Fonda es difícil describirlo. Hizo desde películas como Las uvas de la ira (1940), en la cual interpretó a un desplazado de sus tierras que lucha contra el sistema, hasta otras como Erase una vez en el Oeste (1969), en la que hace el papel de un asesino que mataba a sangre fría, incluso a niños. "No se puede ubicar en una sola categoría, él era un verdadero camaleón", explicó a SEMANA Jaime García, profesor de cine de la Universidad Javeriana.

A raíz de la muerte de Gregory Peck, de él se ha dicho casi todo. Recientemente su papel de Atticus Finch, el abogado idealista de Matar a un ruiseñor (1962), fue escogido por el American Film Institute como el mejor bueno de todos los tiempos.

Pero ¿por qué estos cinco colosos son considerados la época dorada del cine? Estos actores vivieron lo que se denominó 'La era de los estudios' (Studio System). Hasta 1970 los estudios de cine eran omnipresentes. Warner Bros, 20th Century-Fox y la Metro Goldwyn Mayer tenían su propio 'establo' de actores de dedicación exclusiva y los contratos los obligaban a filmar las películas que el estudio dispusiera, que se hacían en serie, como los automóviles. En ese entonces no existían ni el director, ni el guionista, ni el actor independiente, simplemente todas estas figuras eran fichas del tablero de ajedrez del estudio.

Todo esto empezó a cambiar cuando James Stewart con Winchester 73 (1950) fue el primero en pedir participación de utilidades en lugar de sueldo fijo. Hoy los directores y productores tienen un poder insospechado en el pasado. Steven Spielberg es más importante que cualquier estudio. Arma sus propias películas e impone condiciones. También lo hacen actores como Tom Hanks y Tom Cruise, que además de sueldo fijo tienen participación en utilidades y han ganado hasta 70 millones de dólares por cinta.

Otra de las diferencias entre la era de oro y el cine de hoy es el costo de las producciones. La película Terminator 3, que se estrena este, mes tuvo un costo de 220 millones de dólares. A excepción de algunas superproducciones, como Ben Hur, clásicos del pasado como Casablanca nunca superaron el millón de dólares de hoy. Además no existían los efectos especiales que con frecuencia se llevan hasta 30 por ciento del costo de cualquier cinta. En ese entonces las películas no estaban enfocadas en el público adolescente sino que eran más dramas en las que el efecto especial era dado por el carácter del personaje y una actuación más teatral.

¿Después de Gregory Peck quién queda de esos días de gloria? Probablemente sólo Charlton Heston y Kirk Douglas. El primero, el héroe de todos los héroes, con Ben Hur, Los 10 mandamientos y El Cid, se acerca a los 80 años y tiene Alzheimer. El segundo, inmortalizado en Espartaco y El duelo del corral O.K,. tiene 86 y está seriamente impedido como consecuencia de un derrame. Hoy hace el papel de abuelo en películas producidas por su hijo Michael Douglas.

Esto no significa que no haya otras leyendas entre los muertos. Humphrey Bogart hizo historia, pero no como el clásico bueno sino como el primer antihéroe del cine: el hombre que detrás de su cinismo y frialdad tiene una nobleza que trata de ocultar, característica notoria en películas como Casablanca (1942), El halcón maltés (1941) y The African Queen (1951). Cary Grant no fue menos grande pero se destacó principalmente en el campo de la comedia, una categoría más subvalorada que la de sus contemporáneos, a tal punto que nunca se ganó un Oscar. Algo parecido podría decirse de John Wayne, quien al convertirse en el símbolo del vaquero quedó encasillado en un nicho demasiado especializado. También está Burt Lancaster, quien a pesar de 40 años en la pantalla grande y de películas como De aquí a la eternidad (1953) y Elmer Gantry (1960) no llegó a ocupar ninguno de los primeros cinco lugares. Antes de ser actor había sido trapecista de circo, por lo cual sus papeles de joven eran atléticos.

Pero no sólo hay otras leyendas muertas, también hay algunas vivas. Marlon Brando y Paul Newman son los primeros nombres que saltan a la mente. Sin embargo no pertenecen a la era de oro sino a la etapa de transición entre ésta y la actual. ¿Y qué decir de los de hoy? ¿Será que Al Pacino, Robert de Niro, Jack Nicholson y Tom Hanks no son del mismo calibre? Probablemente lo son, pero así como con los presidentes siempre parecen más importantes los de antaño que los contemporáneos, lo mismo sucede en Hollywood. De pronto cuando Leonardo di Caprio se acerque a los 90 años los periodistas de 2050, que se criaron con Titanic y jamás vieron Las nieves del Kilimanjaro, le estarán dedicando un artículo como éste.