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Los cuadernos de la rubia

Un nuevo libro con poemas, cartas y diarios inéditos de Marilyn Monroe revela el complejo interior de una mujer inteligente y autodestructiva.

9 de octubre de 2010

Marilyn Monroe se sentía atrapada en el papel de rubia ingenua por el que tantas ovaciones se llevó en Hollywood. Odiaba ser vista en la vida real como una joven simple y con la cabeza hueca, pues ella sabía que era mucho más compleja de lo que sus miles de fanáticos podían ver en sus películas. Era, en realidad, una mujer tan inteligente como autodestructiva, que en medio de sus desvelos y sus largas depresiones dudaba hasta de su propia belleza.

"Si las personas escasamente sensibles e inteligentes tienden a hacer daño a los demás, las personas demasiado sensibles y demasiado inteligentes tienden a hacerse daño a sí mismas", escribió el italiano Antonio Tabucchi en el prólogo de Fragmentos, un libro que sale a la venta esta semana en Estados Unidos y Europa, que recoge los escritos más íntimos y desesperados de la actriz: cartas a sus amigos o a su psiquiatra, poemas, recetas de cocina y pensamientos sueltos que escribía a máquina o en cuadernos, recibos u hojas de papel que encontraba por ahí. En últimas, una Marilyn tan decepcionada del mundo que la rodeaba como de ella misma por no poder disfrutarlo.

"Ay, maldita sea, me gustaría estar / muerta -absolutamente no existente- / ausente de aquí -de / todas partes, pero cómo lo haría", escribió en un poema sin fecha, en el que ya mostraba sus impulsos suicidas que la llevaron a quitarse la vida con un frasco de pastillas para dormir, la madrugada del 5 de agosto de 1962, a los 36 años. "Siempre hay puentes, el puente de Brooklyn / Pero me encanta ese puente (todo se ve hermoso desde su altura / y el aire es tan limpio), al caminar parece / tranquilo, a pesar de tantísimos / coches que van como locos por la parte de abajo. Así que / tendrá que ser algún otro puente,/ uno feo y sin vistas -salvo que / me gustan en especial todos los puentes -tienen / algo y además / nunca he visto un puente feo".

¿Pero cómo pudo el archivo de una de las mujeres más famosas de la historia permanecer oculto durante casi cuatro décadas? Después de quitarse la vida, sus diarios y demás objetos personales quedaron en manos de Lee Strasberg, su profesor en el Actors Studio. El maestro murió 20 años después sin tocar las dos cajas que contenían la colección de escritos. Fue Anna, la viuda de Strasberg, quien encontró el 'tesoro' años después, lo desempolvó y arregló su publicación.

Hija de una mujer esquizofrénica que no podía mantenerla y de un supuesto "hombre de bigote" que solo conoció en una foto vieja, Marilyn, bautizada Norma Jeane Baker, confiesa en uno de sus cuadernos que quiso desligarse de ese triste pasado y "nunca más ser una niña sola y asustada".

Tal vez por eso buscó protección en el amor. Pero aunque su lista de novios, esposos y amantes fue larga, ese refugio resultó tan inseguro como su núcleo familiar. Tuvo amoríos con el presidente John F. Kennedy y su hermano Robert, con Frank Sinatra y Marlon Brando. Su primer esposo, un obrero con quien contrajo matrimonio a los 16 años, le fue infiel; el segundo, el beisbolista Joe DiMaggio, pretendió convertirla en un ama de casa, y el tercero, el dramaturgo Arthur Miller, le rompió el corazón cuando se enteró de que ya no la quería.

Todas estas historias de ilusiones y traiciones, de amores y decepciones, están contadas en sus escritos, que reflejan a una mujer demasiado apasionada que se entregó al alcohol y a las pastillas para no sufrir, pues, como escribió en una carta a su psiquiatra, "nunca seré feliz". Una rubia que, mientras se derrumbaba por dentro, leía a James Joyce, a Gustav Flaubert, a Fiodor Dostoievski y a John Steinbeck, y escribía versos que muestran por primera vez cómo se sentía en realidad.