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LOS FANATICO

Todos saben que el ejercicio es bueno, pero hay algunos altos ejecutivos que lo han convertido en una religión.

26 de noviembre de 1990


Cuando el sol sale cada mañana, además de los copetones, hay ya levantado un numeroso grupo de altos ejecutivos que ven pasar el periòdico por debajo de la puerta, simplemente porque, a esa hora, ya van en la "lagartija" número 62.

La devoción por el deporte y por mantenerse en forma es una moda que en esta década no ha respetado sexo ni edad. Los zapatos tenis y las sudaderas, sin duda, están viviendo su edad de oro.
Pero si el contagio de esta fiebre del deporte ha sido un fenómeno generalizado en el país, el mundo de los altos ejecutivos colombianos cuenta con un grupo de vigorosos exponentes de lo que podría considerarse una obsesión por el ejercicio.

A Fernando Restrepo, presidente de TV Cable en Bogotá, los amigos le tienen montado el cuento de que cuando, con el ceño fruncido y mirando su reloj de pulsera, interrumpe una reuniòn "porque tengo una cita muy importante", hay algo más que una reunión de negocios. Lo delata el borde blanco de la pantaloneta que sobresale tras la pretina de su pantalòn de paño inglés. Todos saben que es un enfermo del squash, y que antes que cualquier cosa está su cita en la cancha.

Para algunos ejecutivos colombianos, esta cita diaria con el deporte no es, ni mucho menos, una de las que se puede borrar de la agenda. Al contrario, es la medicina contra el estrés, el elixir de la juventud y, también, una especie de seguro de vida.

Jose Alejandro Cortés, presidente de Seguros Bolìvar, a los 60 años tiene un parte médico que envidiarían muchos ejecutivos sedentarios 30 años más jóvenes que él: bajos índices de colesterol, presiòn arterial de bebé y una elasticidad muscularjde ventiañero. Para él, ese buen estado físico se lo debe a la regularidad con que ha jugado tenis toda su vida. Después de haber sido campeón nacional de ese deporte en cuatro oportunidades (1960-1964), José Alejandro Cortés se levanta cada mañana hace gimnasia en su casa durante 15 minutos, y luego se va a cumplir su primera cita del dìa en una cancha. Un promedio de dos sets diarios, que pueden durar hasta dos horas, le proporcionan al ágil presidente de Seguros Bolívar una vitalidad de adolescente.

El deporte, que para muchos es sólo una moda que tratan de seguir con grandes esfuerzos de voluntad, para un gran número de ejecutivos se ha convertido en una forma de vida. Sus múltiples y complejas ocupaciones no pueden ser nunca disculpa para no pisar una cancha, un gimnasio o un campo de golf todos los días de la semana. Además, a medida que aumentan su capacidad física y su destreza, se vuelven "toderos " en una gran variedad de deportes, lo cual puede llegar a inclinar la balanza del reparto del tiempo más hacia los campos deportivos que hacia sus despachos.

Sin embargo, a veces la constancia en el deporte se va convirtiendo con los años en una disciplina inquebrantable de la que ellos mismos no pueden escapar. Y para algunos es más que una disciplina. Es una religiòn.

Darìo Restrepo, director de Inravisiòn, empieza la jornada diaria con 15 minutos de estricto yoga, y aunque su nuevo cargo le ha obligado a reducir las dosis diarias de ejercicio, se las arregla para jugar squash todas las noches. Hasta hace poco montaba en bicicleta tres veces por semana, y sábados y domingos formaba parte de un grupo de ejecutivos que hacìa en bicicleta entre 30 y 50 kilòmetros por jornada. Como si fuera poco, los domingos sus compañeros de fútbol lo ven llegar, afanado y un poco tarde, a ocupar su posición de medio-campista.

Lo cierto es que para personas como ellos, el ejercicio es un vicio que, a diferencia de otros, les deja buenos dividendos en lo que a la salud se refiere. Juan Manuel Santos, sub-director de El Tiempo, pasó hace poco un chequeo fìsico en la Fundación Santa Fe de Bogotá con unas calificaciones descrestantes para esos 40 años que, en la mayoria de los sedentarios de esa edad, marcan el comienzo de la madurez con todas sus secuelas. Colesterol, presiòn arterial, niveles de azúcar, funcionamiento vascular y bajos niveles de colesterol dieron un cuadro de sardino, que está a punto de mandar a enmarcar.

Pero esto no ha sido gratis. Las canchas de squash lo ven como mìnimo tres veces por semana, después, claro está, de haber cumplido con sus 80 "lagartijas" matinales. Dos veces por semana, cuando ambos tiempos se lo permiten el periòdico El Tiempo y el fìsico tiempo se hace 18 hoyos en el Country Club. Los fines de semana trota y juega paddle tenis.

Aunque los saludables resultados que deja la constancia en el deporte es algo que todos reconocen, la verdad es que no todos lo hacen con esa motivación. Por ejemplo, Alfonso de la Espriella, presidente de Globo Publicidad, no considera la posibilidad de empezar una jomada de trabajo sin montar a caballo dos horas todos los dìas. Pero no es propiamente el estado fìsico lo que le importa, como el placer que le proporciona la equitaciòn. En los fines de semana, Miss Globo, su yegua pura-sangre favorita, le sirve de compañìa en los largos recorridos por la Sabana que pueden prolongarse hasta cuatro horas.

Hay también, claro está, quienes tienen motivaciones poco comunes. Patricio Wills, vicepresidente de RTI Televisión, se levanta todos los dìas a las seis de la mañana, hace una hora de gimnasia dirigida y juega tres sets de tenis antes de llegar a la oficina. Su enfermiza obsesión responde a que no entiende por qué debe renunciar a su ilusión de ser el primer cuarentón en la historia, en ganarse un U.S. Open.

Aunque por razones menos exòticas, otro que no concibe la vida sin ejercicio diario es Carlos Caballero, director de Proexpo. Por lo menos tres veces por semana y los sábados sin falta, mide su capacidad muscular con las pesas y hace una hora de aeróbicos en un gimnasio.

Pero aunque estos atléticos ejecutivos no están muy dispuestos a reconocerlo, todos terminan aceptando que hay una buena dosis de vanidad en su devoción por el ejercicio. Más que un cuadro clìnico con un nivel bajo de triglivéridos y de colesterol, lo que aspiran es a mostrar un estómago plano y unos musculosos bìceps. Porque todos, en el fondo, se están jugando su futuro éxito con las damas. Nada que endulce más el oído y alimente más el ego de un Adán, que los ojos como platos de una mujer que se niega a creer la edad que le confiesa.

Para esos efectos, la mayoría complementa su obsesiòn deportiva con hábitos alimenticios balanceados, alcohol controlado y un definitivo "no" al cigarrillo. Fernando Botero Zea, senador de la República, mantiene a raya su tendencia a engordar con grandes volúmenes de deporte e ínfimas cantidades de comida. No desayuna, almuerza un pedazo de carne con ensalada y de comida sólo toma una sopa. La agresividad que eventualmente le produce el hambre, la descarga cuatro veces por semana en una cancha de squash, que ve cómo el político castiga sin piedad la bola en juego. Los fines de semana hace deporte al aire libre, monta a caballo, y en vacaciones da rienda suelta a su aficiòn por los deportes náuticos.

El problema, porque tiene que haber alguno, es que la convicción de que el ejercicio non-stop los va a mantener jóvenes, saludables y deseables, los lleva a sufrir de angustia cuando, por algún motivo, se ven obligados a interrumpir su rutina deportiva.
Es por eso que, en los casos de viajes de trabajo, todos buscan la manera de separar un par de horas al día para "echarse la sudadita".
Cada uno lo soluciona a su manera. Desde Fernando Restrepo, quien puede olvidar el abrigo de invierno pero jamás la raqueta de squash, pasando por Juan Manuel Santos, quien siempre pone en la maleta un par de zapatos de tenis, hasta el caso más radical de Darío Restrepo, quien considora que "todo hotel que no tenga gimnasio, es un hotel de mala muerte ".

Pero al final de cuentas, la intensidad y el tiempo que estos hombres de negocios invierten a su vida deponiva, repercuten positivamente en su capacidad laboral. El milenario principio de "mente sana en cuerpo sano" les ha dado sus buenos frutos a estos ejecutivos de pantaloneta, que compensan el desgaste mental y el estrés del trabajo con un programa sostenido de mantenimiento del cuerpo. José Alejo Cortés es un convencido de que "una persona de estructura física fuerte, duplica su capacidad de trabajo."
Pero también es cierto que todos están dispuestos a ponerle freno a su obsesiòn en algún momento. Porque si de equilibrio se trata, la vida tiene que dejar espacios para otras cosas. Aunque como buenos deportistas, todos mantienen una prudente distancia del alcohol, del cigarrillo y de las transnochadas, todos se permiten romper sus estriotos hábitos cuando también hay motivo para una buena rumba.

Juan Manuel Santos, por ejemplo, piensa que, en lo que a deporte y fiesta se refiere, "el que reza y peca empata" . Dario Restrepo, aunque asegura no ser muy rumbero, afirma que siempre que vale la pena está dispuesto a sacrificar una jornada deportiva por una buena noche de tertulia. Otros, como Fernando Botero, cuando deciden tomarse vacaciones le decretan tregua hasta a la dieta.

Bien sea para controlar el estrés que les producen sus complejos oficios, para asegurarse una vida libre de achaques físicos, o para consentir el sueño de ser unos eternos galanes, estos hombres forman parte de un grupo grande de ejecutivos que, desde el primero de enero, separan en su agenda los horarios inquebrantables de sus compromisos deportivos.

El pago a sus inconmensurables y sostenidos esfuerzos durante toda una vida será, sin duda, una vejez erguida, el placer de practicar un deporte que apasione y, tal vez, la seguridad de que, al llegar el otoño, no les va a faltar la dulce sensaciòn de ser todavía merecedores de la mirada derretida de una bella dama.