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Los hijos secretos

Algunos los niegan, otros no saben de su existencia y hay quienes los aborrecen. Estas son las historias de las celebridades y sus hijos ilegítimos.

1 de julio de 2006

En menos de un año, Alberto de Mónaco ha tenido que reconocer públicamente la existencia de dos hijos cuya existencia nadie sospechaba: Alexandre, de 3 años y fruto de una breve relación con la azafata Togolesa Nicole Coste, y Jazmin Grace Rotolo, de 14 años, nacida de un affaire con una mesera estadounidense que pasaba vacaciones con su esposo en la Costa Azul. En ambos casos el príncipe afirmó que mantuvo oculta la existencia de sus retoños para protegerlos del acoso de los medios y que por eso habría preferido reconocerlos cuando fueran mayores. De esta manera quedó en evidencia que el secreto de Alberto no era su sexualidad, sobre la que tanto se especuló, sino sus hijos ilegítimos, como les sucede a muchos famosos.

Los hijos naturales son tan antiguos como la civilización. Vale la pena recordar que hasta un papa, Alejandro VI (Rodrigo Borgia), fue el padre del maquiavélico César Borgia y su hermana Lucrecia. Thomas Jefferson, el prócer norteamericano, era el padre al menos de uno de los hijos de su esclava Sally Hemings. Las pruebas de ADN realizadas en 1998 a descendientes de Eston Hemings, hijo menor de Sally, habrían confirmado esa paternidad. En el cine está el caso de Charles Chaplin, cuyo número de hijos ilegítimos nunca ha sido totalmente aclarado por sus biógrafos. Y el de Marlon Brando, quien debió comparecer ante la justicia porque su asistente y amante Cristina Ruiz lo acusaba de no responder por los tres hijos que tuvo con ella. Más familiar para los colombianos es la historia del actor italiano Franco Nero quien, mientras rodaba en Cartagena en 1987, tuvo un romance con Mauricia Mena, una joven afrocolombiana. Ella dio a luz a un hijo al que bautizó Franquito en honor a su padre.

Como Jefferson son muchos los presidentes que han 'metido la pata'. Zaraí Toledo y su madre, Lucrecia Orozco, libraron una batalla legal de casi 15 años para que el mandatario peruano Alejandro Toledo la reconociera como su hija. Aunque desde 1989, cuando la niña tenía 2 años, Lucrecia luchaba porque le diera el apellido, el escándalo se destapó durante la campaña del 'Cholo' en 2000. Toledo llegó a afirmar que se trataba de una conspiración del fujimorismo. Pero una vez en el poder, las demandas para que se hiciera una prueba de ADN se volvieron ineludibles. Tanto, que algunos grupos recogieron firmas para exigirle que se hiciera el examen. En el Congreso, incluso, se habló de destituirlo por incapacidad moral. Finalmente la prueba no fue necesaria porque Toledo reconoció su paternidad.

Muchas veces los hijos naturales se vuelven piedras en el zapato, como le sucedió al Presidente de Cuba. Memorias de la hija rebelde de Fidel Castro es la autobiografía en la que Alina Fernández explica la tensa relación que tiene con su padre. Sólo supo que era su hija a los 10 años, cuando se lo reveló su madre, Nati Revuelta, una militante de la revolución. Alina recordó con rabia en una entrevista que el primer regalo que le hizo su padre fue "una muñeca asexuada convertida en comandante en jefe del Ejército rebelde, con uniforme verde olivo y barba pegada". Es tanto el rencor que siente por él, que lo describe como "fusilador de amigos", y dice que por su régimen no aguantó vivir en la misma isla con él.

Fernández quiso mantenerse alejada de su padre, pero conocer a Fidel fue uno de los caprichos que François Mitterrand le cumplió a su hija secreta, Mazarine Pingeot. Este caso es especial porque el Presidente francés no le dio el apellido a su hija, aunque tenía una relación tan estrecha con ella y su madre, Anne Pingeot, que vivía con ellas en un apartamento del Estado. Sólo iba al Elíseo, donde residía su familia oficial, a ejercer como mandatario. En 1994, Paris-Match dio a conocer la existencia de Mazarine, dos años antes de la muerte de Mitterrand, y en sus exequias el mundo vio por primera vez a los dos familias del mandatario. Recientemente la joven de 31 años inició los trámites legales para usar el famoso apellido de su padre.

Uno de los pleitos de paternidad más largos ha sido el librado por Carlos Nair Meza por ser reconocido como hijo de Carlos Menem. Su madre, Marta Meza, una diputada argentina, conoció a Menem en su localidad de Las Lomitas, donde él estuvo confinado durante los últimos años de la dictadura militar. Marta comenzó la lucha, pero en 2003 supuestamente se suicidó por una depresión, a lo que, según dicen, contribuyó el desequilibrio que le produjo que Menem nunca hubiera reconocido ni su relación ni a su hijo. "El romance de Menem y Marta nunca fue oficial, ellos iban y venían. Pero al parecer en privado él trataba a Carlitos como su hijo. Jugaban al 'pool' e incluso visitaba a escondidas la Casa Rosada. Pero no lo ha reconocido públicamente y cada vez que hay un fallo para que Menem se someta a la prueba, logra convencer al joven de postergarla", dijo a SEMANA Emilio Fernández, periodista que entrevistó a Carlitos para el semanario Noticias, que destapó el escándalo. Todo indica que Menem, quien demandó con éxito a esa revista, había prometido a su hijo reconocerlo sin necesidad de un examen cuando terminara su mandato en 1999. Pero en vez de cumplir, aseguró que el joven era hijo de un carpintero.

La historia de Menem no es la única famosa en Argentina. El ex futbolista Diego Armando Maradona tuvo que reconocer, aunque de muy mala gana, a su hijo Diego Jr., producto de su breve relación con la italiana Cristina Sinagra durante sus épocas en el Nápoles. "Reconocer un hijo no quiere decir aceptarlo; ningún juez podrá obligarme a amarlo", dijo el astro en su programa La noche del 10. Y remató semejante frase con "he tenido dos hijas, Dalma y Giannina, lo otro ha sido sólo un error". Lo que no puede negar Maradona es la herencia, ya que su hijo es una promesa en las divisiones menores del Nápoles. El 10 argentino no sólo comparte con Pelé el número de la camiseta y el título de mejor jugador de la historia, sino también su irresponsabilidad a la hora de engendrar hijos a los que se ve obligado a reconocer. El brasileño tiene dos hijas extramatrimoniales, Sandra Regina y Flavia Cristina.

El tenista alemán Boris Becker también protagonizó su propio escándalo de paternidad. En 1999, después de fracasar en el torneo de Wimbledon, decidió subir el ánimo con una modelo rusa de raza negra llamada Angela Ermakova, sin importarle que su esposa tuviera siete meses de embarazo. Según contaría después ante los juzgados, la relación sólo duró cinco minutos. Por eso no dio crédito a Angela cuando meses después lo llamó para informarle que era padre de una niña llamada Anna y exigirle cinco millones de dólares por su manutención. Aunque Becker aseguró que el encuentro se había limitado a sexo oral, los exámenes de ADN confirmaron su paternidad.

En el mundo taurino también está demostrado que lo que se hereda no se hurta. Manuel Díaz González siempre ha asegurado ser hijo del famoso Manuel Benítez, 'El Cordobés'. En este caso no ha habido lío judicial por apellidos y fue el padre quien demandó al hijo por utilizar el seudónimo que lo hizo famoso. Pero la ley falló a favor del Manuel joven y le permitió seguir usando el nombre de 'El Cordobés', que su padre había abandonado al retirarse. Periodistas españoles consultados por SEMANA cuentan que los taurófilos no han podido ver cumplido su sueño de tener un mano a mano entre los dos diestros, pese a que les han ofrecido sumas cercanas al millón de dólares. El veterano es quien se ha negado.

Los cantantes también dejan un amor en cada puerto. Julio Iglesias, el hombre que según Maxim ha llevado a la cama a 3.000 mujeres, hoy sufre las consecuencias de sus amoríos. Un cantante de 29 años llamado Javier Sánchez, hijo de María Edite Santos, una bailarina portuguesa, ha retomado la batalla que su madre inició hace 15 años, cuando presentó una demanda para que Iglesias se hiciera los análisis. En ese entonces la demanda no prosperó, y según Santos, se debió a que Iglesias presentó como testigos a hombres que aseguraban haber tenido relaciones con ella por la misma época.

El mexicano Luis Miguel parece haber seguido sus pasos. Hace 16 años habría tenido una hija llamada Michelle, con la actriz Stephanie Salas. La joven cuenta que en un principio su padre tenía cierto contacto con ella, pero que luego dejó de verla. Además asegura que no es fan del músico y que nunca ha comprado un disco de él, aunque sueña ser cantante.

Los latin lovers no son los únicos conocidos por sus múltiples amantes. Quizá los roqueros tienen una vida más disipada, y de eso puede dar fe Mick Jagger, cantante de los Rolling Stones, quien ya cuenta con siete hijos de cuatro mujeres distintas. El menor, Lucas, fue el fruto de su corta relación con la modelo brasileña Luciana Morad. Y aunque en un principio no quiso reconocerlo y el niño le costó su matrimonio con la modelo Jerry Hall, hoy día es un miembro más de su clan familiar.

Steven Tyler, de la banda Aerosmith, sólo supo de la existencia de su hija mayor, la actriz Liv Tyler, cuando ésta tenía 12 años. La niña había crecido convencida de que su padre era el roquero Todd Rundgren, quien tenía una relación con su madre, la modelo Bebe Buell. Sin embargo, en un concierto de Aerosmith Liv se dio cuenta de su parecido con Mia, una de las hijas de Tyler. Ese día le preguntó a su madre si el cantante era su padre y pudo entender por qué desde pequeña había sentido tal fascinación por aquel hombre cuyos afiches empapelaban su cuarto. Su madre la había alejado por la adicción del músico a las drogas. Desde entonces, padre e hija entraron en contacto y él ayudó a impulsar la carrera de Liv al incluirla en dos de los videos de su banda.

Otro que no respondió por su hija, porque no sabía que lo era, es Gavin Rossdale, el cantante de la banda Bush y esposo de Gwen Stefani. Él fue el padrino de la bebé Daisy Lowe, la hija de su amiga y ex amante Pearl Lowe. Sólo 16 años después supo, por boca de la niña, que él era su padre.

Estos casos ilustran otra característica de la paternidad negada. Que ya sea por los gestos, el físico o el talento, en la mayoría de los casos no hay hijo más parecido al padre que el no reconocido.