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LOS SUEÑOS DE LA BARONESA

Carmen Cervera, una mujer con un tormentoso pasado, le ha dado a España uno de los tesoros artísticos más codiciados y valiosos del mundo.

16 de noviembre de 1992


EL 8 DE OCTUBRE pasado, una española ex reina de belleza, ex actriz, madre soltera y con tres matrimonios a cuestas fue la anfitriona de los reyes de España. Cuando la reina Sofía la saludó "Tita" Cervera vio realizado el último de sus sueños. Luego de siete años de matrimonio con el barón Heinrich von Thyssen-Bornemisza, por primera vez la reina le hacia el honor de aceptar una invitación.
Pero había una razón de peso para que la reina Sofía estuviera presente: ese día los barones de Thyssen-Bornemisza inauguraban la nueva sede de su famosa colección de arte, el palacio de Villa hermosa en Madrid, donde a partir de ahora será exhibida al público. Se trata de una de las colecciones privadas más completas y valiosas del mundo. Ni más ni menos que de 800 obras de arte, que varios países europeos se habían ofrecido a albergar, pero que se quedaran, en España gracias a las gestiones de la baronesa. Este gesto ha borrado de un tajo el tormentoso pasado de Carmen Cervera, una mujer que pasó de las noches faranduleras en los bares madrileños a ser la zarina de la cultura española. Su vertiginoso ascenso tiene tintes de telenovela, pero la verdad es que si bien los títulos nobiliarios y la cuantiosa fortuna de su marido han sido su plataforma, ella se ha ganado a pulso el agradecimiento de los españoles.
A pesar de ser una mujer ambiciosa, casarse con uno de los hombres más ricos del mundo no estaba en los planes de Tita Cervera cuando ganó, en 1961, el concurso de Miss España. Su sueño era ser actriz y para conseguirlo se casó con Lex Baker, un Tarzán del Hollywood de los 60. Años después, al enviudar, contrajo matrimonio con el actor Espartaco Santoni, un don juan venezolano, quien le consiguió algunos papeles secundarios pero también la ruina. El caso es que hace solo 10 años era una madre soltera que trataba de sobrevivir al rechazo de la sociedad madrileña. Hoy vive con el lujo de una reina en su fastuosa mansión de Madrid, en su palacio de Marbella, en sus casas de descanso en la Costa Brava o en Jamaica o en sus apartamentos de Lugano, Londres o Nueva York, todos a su nombre.
En la leyenda que los españoles han creado en torno a la vida de Carmen Cervera abundan las versiones sobre como conquistó y se convirtió en la quinta esposa del multimillonario descendiente de una antigua dinastía alemana, amante del arte y propietario de un imperio que incluye desde tecnología informática hasta la explotación de petróleo, y quien puso a sus pies toda su fortuna en régimen de gananciales. Se dice que el barón Thyssen-Bornemisza no le niega nada a esta mujer (su hijo, Borja, de padre desconocido, lleva el título de su padrastro), que se ha convertido en su sombra, que alardea de ser autodidacta y que nunca habla de dinero. Por eso no le fue difícil convencerlo de trasladarse de Lugano a Madrid con todo y su fabulosa colección de arte.
Hace unos años, cuando las autoridades suizas declinaron su solicitud de construir una ampliación de su "Villa Favorita" -la mansión donde vivía y colgaba su colección-, le llovieron ofertas de todo el mundo. No sin razón. En ella se encuentran, entre otras, obras de Picasso, Van Gogh, Gauguin, Cezanne, trabajos holandeses del siglo XVII, franceses y británicos del siglo XVIII, obras del avant garde ruso y arte norteamericano del siglo XIX que no se encuentran en ningún otro lugar de Europa. Incluso el príncipe Carlos de Inglaterra viajó a Lugano para intentar llevársela para Gran Bretaña. Sin embargo, Carmen Cervera quería la colección para su país y, a través del esposo de la infanta Pilarde Borbón, hermana mayor del rey, obtuvo que el Estado español invirtiera 90 millones de dólares en la reconstrucción del Palacio de Villa hermosa, que ella misma decoró.
Los grandes enemigos de que la colección Thyssen llegara a España fueron los cuatro herederos del barón, hijos de su tercera esposa, la modelo Fiona Camphbell- WAlters. En un arreglo realizadoen 1987 él renunció a la propiedad de las obras para colocarlas en fideicomiso a una compañía de las Bahamas. Aunque su ex esposa y sus hijos no son propietarios de ninguna de las obras ni pueden separar la colección, sí pueden decidir dónde se exhibe. El acuerdo con el gobierno español es por nueve años y medio porque si las pinturas permanecen en España por más de 10 años pasarían a ser propiedad del Estado. Pero hay quienes piensan que ese es el próximo sueño de la baronesa.