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A MANOS LLENAS

Contra viento y marea, Carlos Pinzón y su Teletón cumplen 15 años de lucha en favor de los minusválidos.

8 de enero de 1996

TAL VEZ LA IMAGEN QUE MEJOR REcuerdan los colombianos de la primera Teletón es la de Carlos Pinzón transmitiendo, a pocos minutos de culminar la maratónica jornada y con los últimos rezagos de voz, la recaudación total de la campaña. La cifra había superado la barrera de los 100 millones de pesos y Carlos Pinzón estaba afónico después de 27 horas de insistir en la bondad que representaba dotar a Colombia de un centro de rehabilitación para minusválidos. Pero la afonía no fue en vano. Hoy la Teletón ha reunido cerca de 1.500 millones de pesos y por las instalaciones del centro de rehabilitación han pasado alrededor de 15.000 pacientes de escasos recursos.
Y es que si alguien en Colombia ha demostrado el poder de convocatoria de los medios de comunicación, es Carlos Pinzón Moncaleano. Miembro de una familia de periodistas, locutores y hasta un director de cine, Carlitos, como lo llaman cariñosamente en el medio, perteneció a esa generación de artesanos a quienes más que ver nacer la radio y la televisión en el país prácticamente les tocó inventarlas. Desde que fue nombrado locutor oficial de Radio Boyacá, en 1953, Carlos Pinzón ha sido protagonista de gran parte de los sucesos que han marcado la historia de la radiodifusión nacional. Y fue precisamente esa experiencia, bien como locutor en Manizales, Girardot o Tunja, como director de Caracol y RCN, en Bogotá, o bien como uno de los principales motores de RTI Televisión, la que le permitió tomar la medida exacta del poder de los medios para generar campañas cívicas de trascendencia nacional.
La primera de ellas fue la que llevó por primera vez un equipo colombiano a una olimpiada, la de Melbourne, Australia, en 1956, que repitió años más tarde para llevar a los deportistas colombianos a las olimpiadas de Tokio. A partir de entonces tal vez no ha habido una campaña cívica en la que no haya estado este bogotano altruista, amante de la música clásica, para quien la máxima virtud del ser humano es la generosidad. Lo demostró con sus campañas para recoger fondos prodamnificados de los terremotos de Perú y Nicaragua, con su popular evento ciclístico C-Cien en favor del Instituto Franklin Delano Roosevelt y con esa ventana a las clases menos favorecidas que fue su programa El club de la televisión.
Pero sin duda su obra más completa ha sido la Teletón, la cual, incluso, sacrificó su razón esencial en 1985 para invertir las donaciones de ese año en la rehabilitación de los damnificados del nevado del Ruiz. Después de 15 años de luchar contra viento y marea por una institución que hoy es ejemplo para toda Latinoamérica, a los 68 años la última aspiración de Carlos Pinzón es que la obra pueda llegar a subsistir por sí sola. Porque como él mismo lo dice cada vez que le sugieren que se meta en una nueva quijotada, "una obra como Teletón es suficiente".