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MONSTRUO DE JUGUETE

Luego de 60 años, se descubre que la fotografía del "monstruo de Loch Ness" es en realidad un fraude.

25 de abril de 1994

EL 21 DE ABRIL DE 1934 apareció en un periódico londinense la asombrosa fotografía de un gigantesco reptil que emergía de las aguas de un lago escocés. Desde entonces, el mundo ha creído en la existencia del "monstruo de Loch Ness " y el lugar es visitado por curiosos y científicos que esperan ver al prehistórico plesiosauro que habita en sus profundidades. La silueta de Nessie, como se le bautizó, fue tomada por un respetado médico inglés, Robert Wilton, quien hasta su muerte, en 1969, sostuvo haber visto "algo en el agua". Ahora, cuando se cumplen 60 años, dos biólogos descubren que todo fue fruto de un montaje.
La verdadera historia de la famosa fotografía en blanco y negro que durante seis décadas ha sostenido la leyenda fue revelada la semana pasada por The Sunday Telegraph: el monstruo de Loch Ness fue en realidad la travesura que un excéntrico planeo sin imaginar que se convertiría en la burla del siglo. El fraude fue descubierto por los investigadores Alastair Boyd y David Martin, quienes lograron que uno de sus protagonistas, Christian Spurling, confesara -poco antes de morir en noviembre pasado- que todo era una muy bien montada broma de su padrastro.
Esto comenzó en 1933 cuando, en vista de los insistentes rumores acerca de la existencia de un gigantesco reptil en Loch Ness, el periódico The Daily Mail comisionó a un aventurero llamado Marmaduke Wetherell para que buscara evidencias sobre la temible bestia. Y las encontró: dos descomunales huellas en la fangosa orilla que, con su olfato de sabueso, dedujo eran de un animal descomunal. Entonces envió los moldes al Museo de Historia Natural británico para su análisis. Pero la respuesta fue que las huellas habían sido hechas por el grueso mango de un parasol. Según relató Spurling a los investigadores, ante las burlas Wetherell decidió reír de último.
"¿Quieren un monstruo? Les daré un monstruo", le dijo Wetherell a su hijo Ian, quien reclutó a Spurling para construirlo, adaptando un largo cuello de plástico a un submarino de juguete. Unos días después lo pusieron a flotar en el lago para tomar la fotografía. En el momento que hicieron la primera, sintieron los pasos de un guardia y decidieron hundir el monstruo de 30 centímetros. Pero la fotografía estaba hecha. Lo que seguía era encontrar a alguien con la suficiente credibilidad para presentarla a la prensa. El elegido fue el ginecólogo londinense Robert Wilson, quien se mostró dispuesto a colaborar en la broma. Wilson contó que se encontraba dando un paseo en su auto por los alrededores cuando su acompañante exclamó: "¡Dios mío, es el monstruo!", y apresuradamente imprimió la placa con su cámara. Lo que ninguno imaginó fue que su burla se convertiría en noticia mundial. Ante la inusitada publicidad, los bromistas decidieron guardar el secreto. Y Wilson adujo astutamente a la prensa que no podía revelar mayores detalles porque su acompañante en el carro era una mujer casada.
La pista que indujo a Boyd y Martin a pensar que la fotografía era falsa, fue el recorte de un periódico de 1975 -que encontraron hace tres años-, sobre el cual Ian Wetherell había admitido una vez haber colaborado en la realización de la fotografía de Loch Ness. Como en 1991 tanto Ian como su padre habían muerto, los investigadores se pusieron tras la pista de Christian Spurling, quien finalmente narró la verdadera historia. Lo curioso de todo este asunto es que existen en el mundo más de 100 personas que afirman haber visto el monstruo de Loch Ness. Incluso quienes desenmascararon el fraude, Boyd y Martin insisten en que, si bien la fotografía es un montaje, un gigantesco reptil habita en las aguas del lago. "Yo lo vi en 1979", sostiene Boyd.