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"NO TENGO TRONO NI REINO"

La Iglesia Anglicana lo cuestiona. El gobierno lo ignora. Sus futuros súbditos lo critican. Su madre aún no lo deja ser rey. ¿Cúal será el futuro del príncipe Carlos de Inglaterra?

14 de febrero de 1994

EN 1994 SE CUMplen 25 años de la investidura del hijo mayor de la reina Isabel de Inglaterra como príncipe de Gales. Un hombre que se ha preparado toda su vida para ocupar el trono. Pero por ahora su suerte se ve negra: la Iglesia Anglicana lo cuestiona. El gobierno y los medios de comunicación lo ignoran. Sus futuros súbditos lo critican. Su madre aún no piensa abdicar en su nombre y la fallida fábula de su matrimonio está frustrando su destino.
Todo parece indicar que su futuro va a seguir el mismo curso del de su antepasado Eduardo VI, heredero de la reina Victoria, quien esperó toda su vida el cetro para recibirlo dos años antes de su muerte. La reina Isabel tiene hoy 67 años y, si heredó la longevidad que ha caracterizado a la familia real, podría alcanzar los 92 como su madre. Eso significa que podría permanecer al menos 20 años más a la cabeza de la monarquía británica. En ese momento Carlos sería un hombre al borde de los 70 años, que habría pasado la vida esperando ser rey de Inglaterra.
Mientras le llega el turno, el príncipe se ha dedicado a la arquitectura, a la conservación del medio ambiente y al uso de la lengua inglesa. No obstante, toda esta labor intelectual ha sido opacada por sus problemas matrimoniales y por el protagonismo estrella de Diana en todas las actividades caritativas. A tal punto que, cuando la pareja decidió separarse, en septiembre de 1992, los ingleses mostraron afecto hacia ella y censura hacia él. Todo esto ha llevado a la gente a opinar que este abanico de intereses no es sino el velo con el que cubre la frustración de no tener ningún oficio. Norman Tebbit, ex presidente del Partido Conservador del Reino Unido, llegó a afirmar en alguna ocasión: "El príncipe Carlos carece de un trabajo digno de ese nombre".

OPACADO POR DIANA
A pesar de ser el heredero de la corona inglesa, para nadie es un secreto que Diana ha arrasado a Carlos en imagen. Aunque el príncipe trata de mostrarse como un entregado padre que enseña a sus hijos a montar a caballo, las fotos que le dan la vuelta al mundo entero son aquellas en que Diana aparece tomada de manos de sus hijos.
En conclusión, Carlos no es precisamente el príncipe del cuento. Su imagen es la de un hombre gris y sombrío. Y la sospechosa relación amorosa con Camilla Parker-Bowles, su amiga de toda la vida, le ha creado una imagen de hipócrita que no sólo desbarató su matrimonio, sino que ha afectado su posición de futuro rey y cabeza de la Iglesia de Inglaterra. El padre George Austin, de la arquidiócesis de York, ha puesto en duda la integridad moral del príncipe: "El heredero al trono no está moralmente apto para ser rey ". La tesis que el padre Austin discute consiste en el cumplimiento de la promesa que Carlos hizo a Diana el día de su boda, hace 12 años. "Si su actitud hacia el matrimonio fue desdeñosa, ¡qué se puede esperar del juramento que el príncipe haga a la corona! Si los reportes sobre su estrecha relación con Camila Parker fueran correctos, el príncipe habría roto sus promesas matrimoniales", dice el padre.
La opinión del sacerdote ha recibido el respaldo del 50 porciento de los miembros del sínodo, que es como el parlamento de la Iglesia Anglicana y que aprueba cualquier cambio de sus reglas. Esta es una actitud sin precedentes, pues anteriormente la Iglesia se había abstenido de opinar por apoyar a la reina. Pero por la manera como se han desarrollado los hechos, el clero anglicano decidió poner las cartas sobre la mesa. En una encuesta realizada por el Sunday Times a los miembros del sínodo se concluyó que la mitad del clero cree que Carlos no podría ser la cabeza del anglicanismo si ha cometido adulterio. Los sacerdotes aseguran que el fin del matrimonio real y lo ocurrido alrededor de la pareja ha creado una imagen negativa para el clero anglicano, si se considera que ellos serían los futuros monarcas.
Esto ha generado serias dudas sobre el estatus del anglicanismo como religión oficial de la nación y sobre la monarquía como figura principal de ese credo. Tales puntos serán discutidos en la reunión del sínodo en el próximo mes de julio.
Además, esta semana, la duquesa de Kent anunció su decisión de convertirse al catolicismo, lo cual ha causado más frustración en el clero anglicano. Como van las cosas, la Iglesia considera que el príncipe no pueder ser rey si se divorcia de Diana. Y si esto ocurre, el 49 por ciento de los miembros del sínodo no permitiría que Carlos se volviera a casar en una iglesia anglicana. De los 63 sacerdotes que no se oponen a tener un rey divorciado, dos obispos y miembros laicos consideran que Carlos no ha sido menos pecador que millones de británicos.
Pecador o no, el príncipe se aburrió de estar en la sombra y tener sólo mala prensa. El quiere ser útil y encontrarle sentido a su preparación intelectual. Por eso le ha solicitado a John Major que lo nombre embajador Cultural y Comercial del Reino Unido. El primer ministro recibió con halago la propuesta. Cree que Carlos es el "supervendedor del Reino Unido". Pero, ya en privado, los ministros están escépticos. Unos piensan que los motivos son más de imagen que de interés. "El sólo se queja de que los medios de comunicación están más interesados en su matrimonio que en cualquiera otra cosa que haga", dijo un parlamentario. Los más críticos, aseguran que él no posee una idea clara de lo que quiere hacer. "Pronto abandonará la idea y se enrumbará en otro interés", comentó Anthony Holden, biógrafo de Carlos y autor del libro The Tarnished Crown.

LA HORA DE LA REVANCHA
Los medios de comunicación vieron la propuesta como la hora de la revancha del príncipe. A esto se le sumaron las declaraciones de su amigo de toda la vida, Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill y ministro de Alimentación: "La vida privada de un monarca no guarda relación alguna con su derecho al trono". Pero ya se creó una serie titulada To play the King, producida por la BBC, en la cual los esfuerzos de un recién coronado rey son frustrados por un rudo primer ministro.
Lo cierto es que, un día después de que fue anunciado su deseo de ser embajador, la princesa Diana declaró su retiro de la vida pública. "Quiero dedicarme a mis hijos", dijo con voz entrecortada. Según ella, se cansó de que la prensa invadiera su privacidad hasta el punto de esconder una cámara en el gimnasio donde hacia aeróbicos. No obstante, ningún periodista creyó la historia. Después de la separación, lo que la princesa más deseaba era dedicarse a su trabajo caritativo para darle un sentido a su vida. Se estima que Diana fue convencida a retirarse para dejarle la vía libre a su esposo, quien debe emprender una cruzada para conquistar a la Iglesia, al gobierno, a los medios de comunicación y a sus súbditos si quiere ser rey.