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NUESTRO HOMBRE EN CARACAS

Gran palo el nombramiento de Nohemí Sanín como embajadora en Venezuela.

1 de octubre de 1990

César Gaviria tiene fama de ser un hombre sensato y prudente cuyas decisiones generalmente no producen sobresaltos. Tal vez por esto causó sorpresa en algunos sectores el nombramiento, en la embajada en Venezuela, de Nohemí Sanín de Rubio.El mismo día en que Roberto Posada publicaba en El Tiempo una columna titulada Nuestro hombre en Caracas, haciendo un llamado para que el embajador en esa ciudad fuera "todo un político y no un técnico, y muchísimo menos un hombre de negocios", el gobierno hizo público el nombramiento de una mujer, vinculada a primera vista, más con el mundo de los negocios y de la técnica, que con el de la política. No sólo eso, sino que la nueva embajadora no llenaba ninguno de los dos requisitos generalmente asociados con ese cargo: o ser íntimo amigo del Presidente o ser un experto en el espinoso tema del diferendo colombo-venezolano. Nohemí Sanín ha sido desde hace años amiga de César Gaviria, pero está lejos de formar parte del círculo de sus allegados. Y aunque en su condición de abogada y ministra en la administración Betancur ha trajinado el problema del diferendo más de lo que la gente cree, no es, ni pretende ser, una decana en ese tema.
¿Cuál es entonces el origen de su nombramiento? Las relaciones con Venezuela se encuentran en un momento histórico con posterioridad a las fluctuaciones creadas por el episodio de la corbeta Caldas y por las controvertidas declaraciones sobre los"intereses vitales" de Venezuela, hechos por el último embajador, Gustavo Vasco. Después del bajonazo creado por el incidente de la corbeta, el embajador Pedro Gómez logró allanar el camino hacia una nueva normalidad. Bajo su dirección tres acuerdos sucesivos llevaron al desarrollo de un programa de entendimiento que, de cumplirse, marcaría un hito histórico.
A pesar de las declaraciones imprudentes de Vasco y de unas declaraciones todavía más imprudentes sobre La Guajira, dadas por el ex presidente venezolano Rafael Caldera, el hecho es que las relaciones están entre los dos países en un buen punto. Tanto, que Gaviria y su canciller han decidido que, por ahora, en lugar de meterse al círculo vicioso del diferendo es mejor fortalecer en forma más integral la relación entre las dos naciones. En otras palabras, en lugar de medírsele a problemas conyugales, es mejor fortalecer el noviazgo. Y si de novias se trata ¿quién mejor que Nohemí Sanín?
Además de su embrujo femenino, la ex ministra de Comunicaciones llena un requisito que Gaviria considera más importante: el de tener una dimensión de peso pesado en materia comercial y económica. Tanto en la presidencia de Colmena como en la presidencia de la Corporación Financiera Colombiana, Nohemí Sanín se había convertido en una de las estrellas del sector financiero. Sin embargo, fue durante el ministerio de Comunicaciones de la administración Betancur cuando César Gaviria tuvo la oportunidad de conocerla profesionalmente. Le sorprendió, no sólo su manejo político en el Congreso y su capacidad negociadora sino que, a pesar de su feminidad, cuando tocaba sacar las uñas las sacaba. El gobierno considera que este es el perfil adecuado para una coyuntura en la cual, en vez de llegar a rectificar a Gustavo Vasco, es mejor que se hable primero de apertura, de exportaciones, de proyectos mixtos, etc.
En todo esto también hay algo de inspiración en Luis Carlos Galán. El asesinado candidato había propuesto congelar el tema del diferendo durante 30 años. Gaviria no es partidario de tanto, pero sí ha recogido el espíritu de la propuesta, por lo menos a corto plazo. La estrategia no es congelar oficialmente el problema del diferendo, pero el nombramiento de Nohemí Sanín es una señal de que se quiere hablar de muchas cosas diferentes al diferendo y buscar una relación más integral.