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NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA

Las Naciones Unidas escogen a un intelectual colombiano para meterse en las barbas de Fidel Castro.

5 de agosto de 1991

SENTADO EN UN MULLIDO SOFA, RAFAEL Rivas se lleva las manos a la cabeza y se queda en silencio. Un silencio que se pierde por entre un laberinto de antiguedades, de una enorme biblioteca atiborrada de libros de derecho, de cuadros milenarios que cuelgan uniformemente de las paredes de la sala de su casa. Este hombre, de ojos saltones, acaba de ser nombrado por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, representante especial para estudiar la situación de los derechos humanos en Cuba. Un cargo que se puede comparar con los triunfos de Lucho Herrera y César Rincón en el exterior. Pero Rivas no lo acepta así.