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PATERNIDAD POSTMORTEM

Luego de varios años de querellas legales una mujer britanica logró dar a luz un bebé engendrado con el semen de su marido muerto.

18 de enero de 1999

Cuando Stephen Blood y Diane Mc Mahon contrajeron matrimonio tenían claro que su felicidad no sería completa sin la llegada de un hijo. Sin embargo el destino les jugó una mala pasada y la ilusión de formar un hogar se vio truncada en 1995 cuando Stephen contrajo una meningitis bacterial que lo postró en una cama. A pesar de los tratamientos su estado de salud empeoró y tras un paro cardíaco cayó en un coma profundo del que no pudo despertar.
Ante la inminente muerte de su marido Diane decidió que era la hora de tener un hijo y sin pensarlo dos veces le solicitó a los médicos que, antes de desconectar a Stephen, le extrajeran una muestra de semen.
En ese momento los médicos no vieron nada de malo en la propuesta y accedieron a realizar el delicado procedimiento. Como la enfermedad había dejado el cuerpo completamente inmóvil fue necesario conectar unos electrodos a los genitales y generar una pequeña descarga eléctrica que permitiera una erección.
Las dos muestras de esperma fueron congeladas y puestas bajo el cuidado de un fondo de investigación sobre infertilidad que se encargó de protegerlas mientras Diane hacía frente al terrible dilema legal que se le venía encima pues, según las leyes británicas, los tratamientos de fertilización artificial sólo pueden efectuarse si el donante ha firmado una autorización.
Como en el caso de Diane esto era imposible ya que Stephen no estaba en pleno uso de sus facultades mentales cuando se llevó a cabo la extracción de la muestra, las clínicas inglesas se abstuvieron de realizar la inseminación.
Lejos de sentirse derrotada la joven viuda decidió acudir a los tribunales y durante dos años mantuvo una ardua lucha legal para hacer valer sus derechos. Al fin la Corte de Apelaciones, instancia previa a la Cámara de los Lores, dictaminó que si bien Diane no podía recibir ese tipo de atención en un establecimiento británico su condición de miembro de la Unión Europea le daba el derecho de ser tratada en cualquier centro médico de Europa.
Una vez conseguido el permiso Diane viajó a Bélgica, en donde un grupo de científicos le prometió que su sueño de ser madre se haría realidad. Hace unos días este anhelo se materializó con la llegada del pequeño Liam, un tierno bebé cuyo nacimiento ha puesto en tela de juicio la efectividad de las actuales leyes de inseminación. Si bien Diane logró su propósito, lo cierto es que la historia no terminó color de rosa. Los tribunales le han advertido que su retoño no podrá llevar el apellido de Stephen y que para efectos legales el pequeño Liam figurará como hijo de padre desconocido.
Aunque Diane se ha caracterizado por su espíritu luchador, por ahora ha decidido dejar a un lado los enfrentamientos legales pues la batalla que le espera como madre soltera es mucho más dura de ganar.