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Primera dama sin argolla

Con la salida del Elíseo de Nicolas Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, Francia no se libra de los escándalos de alcoba.

12 de mayo de 2012

Con la salida del Elíseo de Nicolas Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, Francia no se libra de los escándalos de alcoba. Resulta que el nuevo inquilino, François Hollande, no está casado con Valérie Trierweiler, la hermosa periodista de Paris Match con la que vive desde hace cinco años y lo acompañó a la sombra durante la campaña. Los expertos en protocolo temen que eso sea un inconveniente diplomático, pero la pareja ha dejado claro que no toma el matrimonio a la ligera. "Ganar la presidencia no es un pretexto para ir al altar. Es decisión nuestra", aclaró el político, de 57 años, poco antes de la segunda vuelta. Desde que empezó la contienda electoral, Valérie siempre sostuvo que, de llegar a ser primera dama, lo único que temía era perder su libertad. Incluso, la semana pasada se llegó a especular con que seguirían viviendo en su modesto apartamento de París, pero es improbable que lo hagan por razones de seguridad. De todas maneras, la reportera, de 47 años, intentará llevar una vida lo más normal posible en medio de los lujos de palacio. "Este nuevo rol me incomoda un poco, pero lo asumiré bien. Quiero representar la imagen de Francia, sonreiré cuando sea necesario y me vestiré bien, pero no todo termina ahí. No seré una esposa trofeo", declaró al diario The Times en una clara alusión al glamuroso cargo que ejerció su antecesora. Lo curioso es que tanto Bruni como Valérie son divorciadas y se enamoraron de Sarkozy y Hollande cuando estos aún tenían una relación: el primero, con Cécilia Ciganer y el segundo, con la excandidata socialista Ségolène Royal.