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En medio del escándalo, Fergie fue a Los Ángeles, donde recibió un premio por su labor filantrópica. Ministros de gobierno y miembros del Parlamento británico han condenado su conducta y han pedido que la investiguen.

REALEZA

¡Qué vergüenza!

Es tan grave el escándalo de Sarah Ferguson por tratar de cobrar por el acceso a su ex esposo, el príncipe Andrés, que no se sabe si podrá seguir viviendo en Inglaterra.

31 de mayo de 2010

"Usted ha aveiguado gonzado a la familia real más de lo que se alcanza a imaginar. Claramente nunca ha considerado el daño que nos hace. ¿Cómo se atreve a desacreditarnos de esa manera?". Hace más de dos décadas la princesa Margarita escribió esas duras palabras a Sarah Ferguson, quien acababa de divorciarse de su sobrino, el príncipe Andrés. Sin embargo, si estuviera viva, se las volvería a gritar en la cara ahora que la duquesa de York, a sus 50 años, es la protagonista de un escándalo sin precedentes que tiene con los pelos de punta a la monarquía británica.

A Fergie, como se le conoce, se le ocurrió cobrarle a un multimillonario empresario la astronómica suma de 770.000 dólares por el solo hecho de presentarle a su ex marido para que hablaran de negocios. Pero el supuesto magnate resultó ser un periodista encubierto del diario sensacionalista News of the World, que publicó la exclusiva acompañada de un video en el que la duquesa muestra su faceta de lengüilarga, vulgar y avivata.

Este nuevo lío solo agrega más desprestigio a una realeza a la que le ha caído mucha agua sucia debido a infidelidades, divorcios y amantes habladores. Y no es cosa menor si se tiene en cuenta que, pese a que ella ya no hace parte de los Windsor, sí es la mamá de dos nietas de la reina Isabel II. Además, hasta ahora tenía tan buena relación con Andrés que vivían bajo el mismo techo, en su lujosa residencia Royal Lodge. Pero con esta metida de pata puso en peligro la imagen del príncipe, quien se desempeña, sin recibir sueldo, como embajador comercial para promover al Reino Unido ante inversionistas extranjeros. Aunque Sarah ha aclarado que él no tuvo nada que ver, no todos le creen y empiezan a mirar con sospecha los negocios realizados por su ex.

Sin duda, la más perjudicada es ella, pues los medios se han dedicado a recordar sus anteriores embarradas, como cuando en 1992, poco después de separarse, aparecieron unas fotos de ella topless tomando el sol mientras un empresario gringo le chupaba los dedos de los pies.

"Ella traicionó a la Corona, vendió a la familia real. Su actitud es despreciable y no es la primera vez que hace algo así", dijo a SEMANA Matt Nixon, vocero de News of the World. El encargado de desenmascararla, haciéndose pasar por un magnate, fue el reportero Mazher Mahmood, conocido en los medios por engañar a ricos y famosos. Disfrazado de jeque árabe, ya se había burlado de otra nuera de la reina Isabel II, la esposa del príncipe Eduardo, Sophie Rhys-Jones, quien se despachó contra Tony Blair.

En esta oportunidad, después de infiltrar el círculo de colaboradores de la duquesa, el impostor consiguió reunirse con ella el 13 de mayo en un hotel de Nueva York. A los pocos días la duquesa se comunicó con él y quedaron de verse en un restaurante de Londres. Dos asistentes de Sarah llegaron antes que ella a la cita, con la misión de convencer al supuesto empresario de que firmara un acuerdo de confidencialidad sobre sus conversaciones, pero este se negó. Eso no frenó los planes de Fergie, quien durante el encuentro le prometió ayudarlo a hacer "grandes negocios" al ponerlo en contacto con Andrés: "Según el tamaño del trato, usted y yo podemos discutir un porcentaje". Por si fuera poco, insinuando que su ex marido estaba al tanto de todo, agregó: "Andrés me dijo: 'pídele 500.000 libras' (729.000 dólares). Él sabe que me tiene que financiar porque no tengo dinero. Así que si usted quiere hacer negocios con él, cuide de mí, y él cuidará de usted. Eso se le multiplicará. Puedo abrirle muchas puertas". Al menos tuvo la decencia de advertirle que Andrés "nunca acepta un penique por nada".

Para cerrar el trato, le pidió un adelanto de 27.000 libras (40.000 dólares) en efectivo, que el magnate le entregó más tarde en un suntuoso apartamento. Como dato curioso, con su desparpajo natural, ella le habría ofrecido un beso a cambio. Luego de unos vinos, Fergie terminó quejándose de que había dejado la familia real para recuperar su libertad, pero que había quedado sin nada. Cuando el falso empresario le preguntó cómo era posible eso después de haber estado casada con un príncipe, ella le contó que su acuerdo de divorcio había establecido que recibiría menos de 22.000 dólares al año, es decir, unos 1.800 al mes (alrededor de 3 millones y medio de pesos). La razón es que calcularon la cifra con base en el sueldo de Andrés como oficial de la Marina, y no en su patrimonio como príncipe. Y dejó ver su resentimiento por la suma que Diana de Gales obtuvo al separarse de su ex cuñado, el príncipe Carlos: "Ella quedó con 30 millones de dólares; por eso la reina es mi amiga, porque yo nunca les saqué plata". Cuando el periodista se mostró incrédulo, ella se molestó y le aseguró que no era ni siquiera dueña "de una vasija donde orinar". También le dijo que sus hijas, las princesas Eugenia y Beatriz, la mantenían gracias a una fiducia que recibieron de su papá y de la reina.

Al terminar el encuentro tuvo el descaro de pedirle dinero al supuesto empresario, para pagarle al conductor que la había llevado a la cita en un Bentley prestado por una amiga.

Hasta hace poco la duquesa de York no se cansaba de repetir que Andrés y ella eran "la pareja de divorciados más feliz del mundo". Pero con esta salida en falso ha puesto en peligro el mayor apoyo que tenía, pues hace tiempo se convirtió en la paria de la realeza, vetada de los actos oficiales. Basta con recordar que aunque su relación con la reina ha sido civilizada, esta se negó a ayudarla cuando se separó de Andrés y sus deudas sumaban 4 millones de dólares.

Sarah logró salir airosa de esa situación al empezar una nueva vida empresarial en Estados Unidos con un contrato millonario para ser la imagen de la compañía WeightWatchers de productos para adelgazar; publicó varios libros, produjo una película y se convirtió en una cotizada conferencista. Sin embargo, hace unos meses quedó en la ruina al invertir su capital en su nueva empresa Hartmoor, que fundó para promover temas de estilo de vida. El fracaso de la compañía la dejó con deudas superiores al millón de dólares y varias demandas.

Su ex suegro, el príncipe Felipe, siempre la ha detestado y se opuso, sin éxito, a que su hijo le diera una habitación de huéspedes en su residencia cuando se quebró. Y ante la dimensión del reciente escándalo, también es criticada por los ciudadanos del común que en el pasado le mostraban su simpatía. Ahora lo peor de Sarah ha salido a relucir: que es compradora compulsiva, que tiene una obsesión por aparentar y no escatima en viajes y fiestas con celebridades. De hecho, se enteró de que había sido víctima del reportero encubierto el fin de semana pasado durante la fiesta de cumpleaños de Naomi Campbell en la Costa Azul.

Los medios dicen que llamó llorando a la reina y al príncipe Andrés, quien tuvo que regresar de emergencia de Singapur para estudiar cómo manejar la crisis. Sarah habría ofrecido irse de la residencia de su ex marido, y emitió un comunicado pidiendo perdón en el que admitía que estaba "bajo mucho estrés" por sus problemas financieros, pero que esto no era una excusa para una "falta de juicio" tan grave. Al mismo tiempo, un vocero del palacio aseguró que "el duque de York niega categóricamente haber tenido conocimiento de cualquier reunión o conversación entre la duquesa y un periodista de 'News of the World'". En medio del revuelo, supuestos ex empleados de Fergie han salido a decir que era capaz de prostituirse por dinero, pues cuentan que hace algunos años recibió 450.000 dólares después de pasar una semana en un yate con dos magnates petroleros saudíes.

Con la reputación por el suelo, muy posiblemente buscará establecerse en Estados Unidos, pues va a ser difícil para la duquesa levantar cabeza en el Reino Unido, donde causaría risa la frase que le dijo al falso empresario que la engañó: "Soy una completa aristócrata. Amo ese estilo de vida".