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'Réquiem' por Snoopy

Charlie Brown y sus amigos dicen adiós. La muerte de su creador, Charles Schulz, marca el fin de ‘Peanuts’, una de las tiras cómicas más famosas del siglo XX.

20 de marzo de 2000

Quienes piensan que los problemas infantiles son insignificantes jamás leyeron Peanuts, la tira cómica que creó el dibujante norteamericano Charles M. Schulz, fallecido el pasado 13 de febrero, a la edad de 77 años, en Santa Rosa, California. Sólo basta apreciar los esfuerzos infructuosos de Charlie Brown por patear un balón de fútbol americano o sus quijotescas luchas contra los árboles devora-cometas para comprobar que la niñez puede ser una etapa tan dura como la madurez.

Schulz fue consciente de ello y desde 1950 se dio a la tarea de desentrañar los misterios de ese insondable universo infantil en el cual una simple manta de algodón es capaz de reafirmar la autoestima de un niño. Mediante amores no correspondidos, derrotas deportivas, tareas mal hechas y una constante exaltación de la amistad, Charlie, Patty, Lucy, Linus, Schroeder, Sally, Marcie y Snoopy no sólo demostraron que los primeros años de vida son decisivos para estructurar la personalidad sino que se necesita mucho coraje para sobrevivir a la ‘edad de la inocencia’.

Durante cinco décadas los Peanuts recorrieron el mundo en las páginas de 2.600 periódicos, hablaron en 21 idiomas y 350 millones de personas fueron testigos de sus disertaciones filosóficas, la mayoría protagonizadas por Linus quien, en su papel del alter ego de Schulz, hizo evidente su preocupación por el sentido de la vida. Este dilema se aprecia en una tira en la que Linus le pregunta a Charlie si se puede regresar después de la muerte, a lo que éste le responde: “Sí, pero sólo si te ponen un sello de retornable”.

Ante los constantes dramas y desilusiones de los personajes, los lectores le exigieron a Schulz que le diera un giro a las historias para que siempre tuvieran un final feliz. La respuesta del dibujante fue contundente: no se puede crear humor a partir de la felicidad.

Lo anterior explica lo ocurrido el 30 de marzo de 1993, cuando Charlie logró finalmente batear un home run después de 43 años de numerosos strikes y outs, y cree que su vida está solucionada. Desafortunadamente la emoción le dura muy poco pues la jugada es anulada y su equipo pierde de nuevo el juego.

El carácter atemporal que Schulz le impregnó a su obra hizo posible que niños de diferentes épocas y culturas se identificaran con los personajes y que, a pesar de los años, los chistes mantuvieran su vigencia. Su encanto sedujo de igual forma a los mayores, quienes reconocieron en las vivencias de los niños los problemas propios de los adultos.

Durante los últimos años las nuevas generaciones de caricaturistas intentaron adueñarse de la creación de Schulz pero siempre se encontraron con negativas. Pese a sufrir cáncer de colon, tener el pulso tembloroso y una cuenta bancaria con los suficientes ceros que le habrían permitido vivir holgadamente sin necesidad de mover un dedo, el dibujante siguió activo hasta los 77 años y no permitió que nadie esbozara en el papel a sus personajes y mucho menos que le sugirieran temas o comentarios graciosos.

Con la muerte de Charles Schulz no sólo Snoopy quedó huérfano. También millones de niños de todo el mundo perdieron a uno de los pocos adultos que fue capaz de comprenderlos.