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SALAMANCA AL SENADO

Adolfo Salamanca lanza esta semana su candidatura al Senado para "seguir dando la lucha contra la corrupción".

21 de julio de 1997

Adolfo Salamanca fue al proceso 8.000 como el limón a la herida. Siempre que el escándalo amenazaba con apagarse aparecía la voz grave de este abogado penalista bogotano para avivar la llama. En esa lucha no dejó títere con cabeza. Desde el presidente Ernesto Samper, de quien dijo que debía irse, hasta los representantes de la clase política que se vieron involucrados en el mayor escándalo de la historia política del país padecieron las arremetidas del entonces vicefiscal. Los altos mandos militares, con quienes siempre mantuvo una relación cordial pero distante, también debieron buscar los mejores argumentos para hacer frente a la vehemencia y la verticalidad de Salamanca cuando defendía sus principios. No fueron pocas las veces en que Salamanca criticó la conducta de algunos militares por presunta violación de derechos humanos. La Policía Nacional también fue auscultada con la lupa de Salamanca cuando fue Alto Comisionado, antes de que Alfonso Valdivieso lo llamara para que fuera su mano derecha en la Fiscalía General. Y a su retiro del cargo cuestionó duramente a la institución por la falta de colaboración con sus labores como Comisionado.Sus más cercanos amigos coinciden en definirlo como un hombre de convicciones, bastante terco y leal, que no acostumbra a dar ninguna tregua cuando se trata de defender aquellas cosas en las que cree firmemente. Precisamente por defender esos principios se ganó la fama de izquierdoso en algunos sectores de la sociedad, que no ven con buenos ojos las defensas que Salamanca hizo de los presos políticos en la convulsionada década de los 70. Ahora Adolfo Salamanca salta al ruedo político. Lo hará como integrante de una lista única al Senado en la que está, entre otros, el político antioqueño Iván Marulanda. Su bandera en esta ocasión es la misma que defendió como funcionario de la rama judicial: la lucha contra la corrupción. El escenario que Salamanca ha escogido para esta nueva batalla es el mismo en el cual se encuentran sus más grandes contradictores y sin duda el sitio donde como vicefiscal fueron mayores los insultos que los aplausos: el Congreso de la República. A Salamanca la idea no lo asusta. Por el contrario, lo seduce: "A este país hay que empezar a cambiarlo y qué mejor escenario que el Congreso".