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Es posible que muchos clientes de McDonald's no se percaten de que Juan Antonio González es invidente. Sólo sus gafas negras parecen señalar su ceguera, pues hace su trabajo ágilmente

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Sí se puede

En el país se están dando pasos importantes para la inclusión laboral de personas con discapacidad. Estas son algunas de sus experiencias.

17 de marzo de 2007

Cuando Juan Antonio González oye a los clientes de McDonald's que hacen el pedido desde su carro, empaca con cuidado la orden, las salsas, las servilletas y los pitillos en la bolsa, y los entrega por la ventana. La escena no tendría nada de particular, salvo que este joven de 25 años no puede ver. Estudiaba diseño gráfico cuando, hace cinco años, un vigilante lo confundió con un ladrón y al dispararle, le arrebató lo que más necesitaba, los ojos. Con su sueño frustrado, se deprimió profundamente. ¿Ahora cómo iba a conseguir un empleo para sostener a su hija?

Después de tocar muchas puertas, Juan llegó a la multinacional de comidas rápidas. Y allí logró lo que parecía imposible. Superó las pruebas de selección, muchas de las cuales eran en sistema braille, y fue contratado. "Trabajar en McDonald's ha sido como volver a nacer. Ser ciego es una limitación, pero no un impedimento", dice mientras palpa el dispensador de gaseosas con una destreza adquirida a fuerza de marcar cada sabor con un relieve de papel pegante. Ha desarrollado una excelente capacidad auditiva, de organización espacial y una memoria prodigiosa.

El caso de Juan Antonio hace parte de una tendencia que cobra fuerza en el país: reconocidas empresas están incluyendo en sus nóminas personas con alguna discapacidad. En Colombia, donde el índice de desempleo está alrededor del 13 por ciento, tener una discapacidad hace casi imposible conseguir trabajo. Se estima que el 10 por ciento de los colombianos tiene alguna limitación física, sensorial o cognitiva, pero las experiencias confirman que muchos podrían trabajar. Para María José Serpa, terapeuta ocupacional del Instituto Nacional para Ciegos (Inci), muchos empresarios están prevenidos. "No conocen sus habilidades, temen que se accidenten, que rindan muy poco y que generen perjuicios para las compañías", afirma. Otro de los mitos es creer que están enfermos y que por eso van a ausentarse más. Y piensan también que por su condición sólo pueden desempeñarse en oficios sencillos.

"De una u otra manera, todos somos discapacitados en potencia. Nadie está exento de sufrir un accidente, como me pasó a mí", considera Juan Pablo Salazar, quien maneja su silla de ruedas con las mismas ganas y agilidad con las que dirige la Fundación Arcángeles. Desde ella trabaja en la rehabilitación integral de esta población y desarrolla el Programa de Integración Laboral (Pila), para el que ya ha recibido más de 1.500 hojas de vida. También le está apuntando a la reestructuración de los espacios de la ciudad, con el fin de que sean aptos para todos. Este proyecto contribuyó a impulsar la idea de que el centro comercial Gran Estación les diera oportunidad en varias áreas de trabajo a personas con discapacidad.

Juan Pablo explica que mientras en otros países una de las mayores causas de discapacidad son los accidentes de tránsito, en Colombia son la violencia y situaciones relacionadas con la pobreza. Este es el caso de John Jairo Castro, uno de los 180 trabajadores con discapacidad contratados por Carrefour, quien ha sido escogido empleado del mes. Hace ocho años era soldado, cuando intervino en una pelea y una bala en la columna le quitó la posibilidad de caminar. Hoy se despierta a las 3 de la madrugada para recorrer en silla de ruedas los 12 kilómetros que separan su casa del almacén, a donde debe llegar a las 5 y media, porque tiene claro que una discapacidad no justifica incumplir. "Yo sentí que no tenía otra opción que quedarme encerrado. Mi novia me dejó y pensé en suicidarme. Pero me di cuenta de que era mi autocompasión lo que me limitaba", recuerda. John improvisó un puesto para despinchar bicicletas en la ciclovía hasta que, con el apoyo de Teletón y luego de varias pruebas, consiguió trabajo como auxiliar de recibo en el área administrativa de la compañía francesa. Con la ayuda de Tejido humano y la Corporación Matamoros terminó el colegio y luego recibió una capacitación en sistemas. "Pensaron que no iba a durar los 15 días", cuenta, pero ya lleva dos años como responsable de revisar las facturas y de ingresar los datos al sistema.

Los clientes de Carrefour también se han encontrado en las cajas registradoras con empleados sordos que, aunque no oyen sus pedidos ni les responden con la voz, sí lo hacen con su eficiencia. La única diferencia es que para que no haya malos entendidos, saludan señalándose los oídos y mostrándoles en su camisa el botón que advierte de su característica. Sin embargo, según Viviana Ramírez, sorda de nacimiento, "algunos clientes acosan, se molestan y se quejan con el supervisor". Aún hay intolerancia.

"Todos los seres humanos tenemos algún tipo de discapacidad. Si yo no veo bien, corrijo esta deficiencia con gafas, lo mismo que una persona que no puede caminar lo hace con una silla de ruedas", advierte Jorge Mutis, director de Integración Laboral de la Fundación Teletón. "Hay quienes no sirven para los números, entonces son discapacitados para las matemáticas. La habilidad del hombre radica en orientarse hacia aquello en lo que es más fuerte", concluye. Porque una característica de la inclusión laboral es que la igualdad debe ser total: a las personas con discapacidad se les debe exigir lo mismo que a quienes no la tengan.

Carolina Gutiérrez es un ejemplo. Como nació sin brazos, logró que sus pies suplieran buena parte de sus funciones. A sus 21 años no sólo trabaja en el call center de la empresa de Servicios Especializados de Tránsito y Transporte (Sett), labor que realiza con audífonos, sino que con los dedos de los pies radica en el computador, con más pericia que cualquiera, los trámites de vehículos y pases. "Se suele creer que una persona con una limitación no va a rendir como las que tienen todas sus facultades", asegura Carolina, quien cursa tercer semestre de Derecho y dibuja como pasatiempo.

A pesar de los pasos que se están dando, en Colombia sólo tener una estatura muy por debajo del promedio o una apariencia diferente se convierte en una incapacidad. "No es fácil conseguir trabajo cuando aquí estigmatizamos a la gente por bonitos o por feos. Yo no me considero discapacitado, pero el accidente sí me ha limitado", cuenta Alfredo Gómez Barrera, quien trabaja en las cámaras de seguridad de Gran Estación. A los cinco años se quemó su cara y su cuerpo, y ha tenido que cargar toda su vida con los prejuicios derivados de sus cicatrices. Aunque estudió mercadotecnia, tuvo muy pocas oportunidades y por eso a sus 55 años decidió intentarlo en esta nueva labor. "Yo siempre pasaba los exámenes, pero el proceso moría en la entrevista personal".

A Luis Alberto Calvo, quien se desempeña en el área administrativa del centro comercial, le pasaba lo mismo, debido a una malformación en sus extremidades superiores: "Cuando había una vacante, yo llevaba la hoja de vida, pero me veían y me decían que ya no había cupo disponible. Soy técnico en sistemas y no podía demostrar de lo que era capaz", cuenta.

Angélica Vizcaíno, ingeniera, tuvo algunos problemas para emplearse, debido a su enanismo. "Mido un metro y en muchas empresas piensan que van a tener que gastar mucha plata para adecuar los espacios". Pero ella se encargó de dar la talla y ha obtenido los mejores resultados como analista de sistemas en el Sett, donde su oficina fue adaptada a sus requerimientos. "La mayoría de las ciudades fueron diseñadas para personas de estatura promedio. Basta mirar dónde están los timbres de los buses". Muchas empresas están utilizando herramientas para que su ambiente invite a la igualdad. Por ejemplo, IBM tiene ascensor con botones en braille y en los computadores un software con voz que lee la información en pantalla.

Charlie Hall es director de Top Management, empresa que, a través de su división Workpoint, busca potenciar las habilidades de personas con discapacidad para reintegrarlas laboralmente. Considera que la Ley 361 de 1997 ha sido un paso positivo porque, entre otras cosas, incentiva a las empresas a incorporar a esta población mediante exenciones tributarias: "Si al menos 1 por ciento de la nómina de cada compañía tuviera estas características, sería un beneficio para la sociedad. Nosotros los discapacitados requerimos más dinero para vivir", dice Hall, quien es cuadrapléjico.

Para Juan Pablo Salazar este cambio de mentalidad no debe ser visto como un favor para las personas con discapacidad, sino como "una manera de tener en cuenta una fuerza laboral que ha sido desaprovechada". Diego Fernando Orozco se ha encargado de demostrarlo, pues desde que trabaja en el café de Juan Valdez, la tienda ha sido la mejor calificada en servicio al cliente, asegura su jefa, Andrea Prieto. Su discapacidad cognitiva, generada a raíz de un golpe en la cabeza, no le impide preparar los mejores capuchinos y nevados.

"Muchos desconocen que el 70 por ciento de los adultos con discapacidad cognitiva, es decir, con un nivel de aprendizaje más lento, pueden trabajar en algo. No es justo que su día se limite a levantarse, bañarse, vestirse, y se acabó. Hay que ayudarles a generar algo de independencia", explica Ángela Posse, directora comercial de Best Buddies Colombia, organización que impulsa programas de inclusión en empresas como Alkosto, Home Center y Pastas Doria. "Al principio los empresarios son incrédulos, pero con nuestro acompañamiento, con paciencia y la correcta capacitación, los resultados han sido óptimos", agrega Sonia Pérez, sicóloga de la fundación.

En el caso de Diego, su labor inicial consistía en atender a los clientes y arreglar las mesas, pero por su iniciativa ahora también les ofrece los productos comerciales y hasta ayuda en la caja. "Yo pienso muy despacio, reconoce, pero me gusta atender a las personas y más a los extranjeros para decirles 'good morning'". Lo hace con una sonrisa que ha contagiado a sus compañeros.

Según los estudios realizados por Teletón, las compañías que emplean gente con algún tipo de discapacidad informan que se mejora el clima laboral. Se convierten en un ejemplo de superación, pues son quienes menos se ausentan del trabajo, y tienen una alta productividad por el valor que le dan a la oportunidad.

Las personas con discapacidades que logran trabajar no sólo son una inspiración para todas las demás. También han demostrado que están al nivel de cualquiera. Quizá por eso Juan Antonio contestó en forma tan enfática cuando alguien le hizo una pregunta llena de prejuicios mientras entraba a McDonald´s: "¿Va a pedir plata?". "Sí, pero mi sueldo".