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SOBRE RUEDAS

Un científico británico trata, desde la invalidez total, de explicar el Universo.

18 de julio de 1988

Aún no había terminado su carrera en la Universidad de Oxford cuando sintió los primeros sintomas de su enfermedad. Han pasado 26 años desde entonces, y lo que comenzó con cierta dificultad para hablar y una inexplicable torpeza al atarse los cordones de sus zapatos, hoy no le permite caminar, ni comer por sí solo, y ni siquiera hablar. Lo único que la esclerosis amiotrópica no le ha tocado a Stephen Hawking es su asombrosa mente, que en sus profundidades sigue buscando explicar el universo.
Se trata tal vez del científico más enigmático y apasionante del momento, al punto que varias publicaciones especializadas y la revista Newsweek le han dedicado su carátula. Británico de 46 años de edad, desde su silla de ruedas eléctrica, que maneja con uno de los pocos movimientos que le quedan en sus manos, Hawking elabora en su mente sus cálculos y ecuaciones. Frente a él, una pequeña pantalla le ofrece 2.600 palabras que selecciona mediante un leve movimiento de sus manos. Asi elabora sus frases, que son pronunciadas por un sintetizador a través de un parlante situado a su espalda. Por ese medio, como comunicándose desde otro mundo, llegan las sorprendentes tesis de Hawking sobre el universo. Su propia versión del pensamiento de Dios. "Mi objetivo es el entendimiento completo del universo, por qué es como es y por qué existe", ha dicho Hawking. Para ello, el inglés está entre los científicos que buscan la Gran Unificación, la teoría que una los dos logros más grandes de las matemáticas del siglo XX: la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. La primera tiene que ver con la estructura del universo a gran escala, tal como está determinada esencialmente por la gravedad, y la segunda está relacionada con las fuerzas que operan a escala atómica. Según los científicos, cuando se hayan podido relacionar debidamente esos dos extremos, el entendimiento total del universo estará al alcance de la mano. Pero se trata de un objetivo extraordinariamente difícil.
Sin embargo, fue Hawking quien dio el primer paso en esa dirección. Su trabajo más famoso se refiere a los huecos o agujeros negros, regiones del universo donde la materia es tan extraordinariamente densa y la gravedad tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar y que, según se cree, se forman cuando una estrella gigante se consume y colapsa. Rodeando el hueco negro hay lo que se llama el horizonte eventual, una especie de trampa por donde la materia solamente puede pasar -sin regreso. Hawking estremeció al mundo científico cuando en 1974 demostró que los huecos negros podían emitir radiación. Para ello se basó en la mecánica cuántica según la cual a nivel subatómico (infinitesimalmente pequeño) los cuerpos no obedecen las mismas leyes y hasta pueden crearse y destruirse instantáneamente en pares de "partículas virtuales". Según su razonamiento, si esas particulas aparecieran justo en el borde del horizonte eventual, una sería absorbida por el hueco negro, y la otra podría escapar.
Por abstrusa que parezca, la elaboración de Hawking tuvo para la comunidad científica el enorme significado de conectar por primera vez la relatividad, que explica los huecos negros, con la cuántica, abriendo el camino para la Gran Unificación.
Lenta y penosamente, Hawking avanza hacia su objetivo, en un camino lleno de sorpresas. Había participado en la postulación de una propiedad de los huecos negros llamada "singularidades", puntos en que la materia no sólo es extraordinaria sino infinitamente densa y donde, según se acepta generalmente, se produjo la gran explosión que dio origen al universo conocido. Como la física no puede acomodar el concepto de infinito en sus cálculos, la conclusión es que sus leyes son inaplicables allí y por lo tanto puede pasar "literalmente cualquier cosa". Al darse cuenta de que nunca se podría entender un universo que comenzó donde puede pasar cualquier cosa, Hawking modificó sus planteamientos anteriores y se alejó de las singularidades para proponer un tiempo "imaginario" -en terminología técnica matemática- y un universo finito pero sin fronteras -de la forma en que la superficie de la tierra es finita pero no tiene límites.
Por ese intrincado camino, Hawhing piensa que puede finalmente llegar su gran explicación del universo dentro de unos 20 años de trabajo. Pero su enfermedad fatalmente progresiva lo envuelve todo en las dudas y el misterio. Sin embargo, es inexplicable el porqué del lentísimo avance de su mal, como si la proximidad de la conclusión de su trabajo le diera siempre un día más.